Capítulo 29

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Si alguna vez te cruzas conmigo, esquívame y sigue tu camino. Amarme sería la peor de tus desgracias, porque te corrompería el alma, serías desdichada... Y no podría vivir sabiendo que arruiné a alguien más.
Tormentosa pasión, Nathaniel Proulx.

La sensación de que algo malo sucederá no se quita y el frío intenso me recorre el cuerpo a medida que avanzo. No sé dónde estoy, sólo persigo a Nicholas por calles desiertas porque quiero saber con quién se va a encontrar. No soy una loca psicópata pero tengo el presentimiento que corre peligro, sobre todo porque le dijo a Pierre que no lo acompañe. ¿Quién en su sano juicio le dice a su guardaespaldas más confiable que no lo acompañe a un lugar tan peligroso como este? Sé que yo no soy de mucha ayuda pero las pocas clases que he tenido con Pierre me han ayudado. Muy pocas clases ahora que lo pienso... Dylan concéntrate, me regaño siguiendo los pasos de Nicholas que está caminando con las manos en los bolsillos de su piloto azul oscuro. Me escondo detrás del contenedor de basura cuando él detiene sus pasos para mirar el reloj de su muñeca y lo observo bajo la helada noche como si fuera una groupie psicópata que quiere ver con qué chica se encuentra. He empezado a desconfiar en todo el mundo y Nicholas no es la excepción. Sobre todo después de haberse comportado como una bestia desde la aparición de Lola, desde entonces ya nada ha sido igual y presiento que ese pequeño animalito me abrió los ojos de esta ceguera temporal que tenía porque estaba embelesada por el encanto de alguien que se mostraba tan servicial y protector, como un marino se siente atrapado por el canto de una sirena en alta mar.

Nicholas mira su reloj con impaciencia y entonces un hombre encapuchado aparece. Tiene un maletín de cuero en su mano izquierda y no puedo ver su rostro por la oscuridad, además la espalda de Nicholas me bloquea la mayor parte del campo de visión. Lo único que puedo notar es que estrechan manos, pero en un instante puedo ver todo en cámara lenta como si de una película de acción se tratase. Una camioneta negra frena de golpe junto a ellos y la puerta trasera se abre para que alguien saque su arma. Los disparos me obligan a tirarme en el suelo, haciéndome lo más pequeña posible y apretando mi hombro contra una de las paredes del contenedor. Aprieto los párpados y me tapo los oídos cuando lo único que quiero hacer es ir corriendo hacia Nicholas y huir de ahí, juntos. Lo único que alcanzo a ver es quién le está disparando. Es un instante, un momento en el que los atacantes dejan a Nicholas en paz y la camioneta se va, en ese instante veo el rostro de quién estaba disparando desde el asiento de atrás como todo un mafioso al estilo El Padrino.

—Pierre —susurro incrédula y es lo único que alcanzo a decir porque no encuentro mi voz. Cuando la camioneta se aleja, con los neumáticos chirriando, la velocidad de la imagen vuelve y mis estúpidos músculos tienen la fuerza suficiente como para levantarse e ir corriendo hasta un Nicholas que está ensangrentado en el pavimento. Caigo de rodillas ante él y no me importa tener magulladuras después, en este momento no puedo pensar en otra cosa más que en pedir ayuda. Mis gritos no se oyen, se encuentran atorados por mis lágrimas que decidieron reposar un rato en mi garganta. Nicholas todavía respira, pero está tan gravemente herido que dudo mucho que llegue a un hospital o a una ambulancia. Ni siquiera sé cuántos disparos tiene y posiblemente nunca sabré por qué Pierre le disparó, sólo sé que estoy llorando desconsoladamente sobre su pecho mientras mis manos se llenan de sangre y él intenta decirme algo.

—No hables, no hable por favor —le ruego entre sollozos—. Ya va a llegar una ambulancia, lo prometo —le aseguro acariciando su mejilla y su piel comienza a palidecer, al mismo tiempo que se enfría. Siento que se me escapa y no he discutido lo suficiente con él, ni siquiera hemos atrapado a la mafia.

—No confíes... —murmura pero no puede terminar la frase porque se está quedando sin aliento. Sus párpados comienzan a cerrarse, pero sé que está resistiendo—. En nadie —termina diciendo para luego cerrar los ojos una última vez.

Mi problema favorito #1 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora