Capítulo 10

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Reproducir: Lock me up — The Cab

Repaso una y otra vez la clase para César. Por suerte su madre me dejó esta mañana los libros para revisarlos cuando tuviera tiempo libre y es por eso que estoy aquí en la cocina leyendo mis anotaciones, después de tener el peor examen sobre revolución francesa, recordar que mis amigas son unas maniáticas incontrolables que no conocen el significado de peligro y de pensar sin parar en la extraña cena de anoche con Nicholas.

—Si no me da un embolia cerebral después de esto, entonces estoy curada de espanto —murmuro frotándome los párpados.

—Yo te veo muy sana.

Doy un respingo y volteo rápidamente para encontrarme con un Nicholas todo sudado. Trago saliva cuando lo veo solo en pantalones deportivos y frunzo el ceño al darme cuenta que me incomoda su semi desnudez. Bueno tal vez se deba a que nunca vi a un hombre con el torso desnudo en vivo y en directo, pienso y observo su espalda marcada. Pestañeo varias veces y me concentro en mis apuntes cuando noto que me estoy mordiendo el labio al observarlo. Basta Dylan, me reprendo enojada conmigo.

—¿Por qué te daría una embolia? —pregunta él sacando de la heladera una botella con agua bien fría.

—Estrés —comento aclarando la garganta y él sonríe incrédulo.

—¿Estresada? ¿Una joven de diecisiete años? —pregunta divertido—. Créeme, yo estoy más estresado que tú.

—¿No tendrías que estar en tu empresa? —pregunto para cambiar de tema mientras transcribo la tarea de matemáticas para César.

—Hoy tuve reuniones muy temprano así que tengo el resto del día libre. —Se acerca hasta donde estoy y observa por encima de mi hombro los papeles—. Trigonometría, eh. ¿Crees que podrás ayudarlo con eso? —pregunta y no volteo porque sé que si lo hago, quedaré justo con los ojos en su pecho y no quiero eso.

—Puedo con todas mientras no sea química.

—Mi especialidad —murmura.

—Creí que tu especialidad eran las finanzas —comento rascándome la frente porque su perfume y cercanía me ponen nerviosa. Es la misma reacción que tengo cuando alguien me gusta y sé que él no me gusta, jamás lo hará. Lo veo como un ser asqueroso que necesita de una adolescente para tener una esposa trofeo. Es repulsivo, controlador, vanidoso... Y altera mi tranquilidad, pienso frunciendo los labios con reprobación.

—Entre otras... —comenta y por suerte se aleja de mí—. ¿Qué es esto? —pregunta tomando la carpeta que me dejó Aria para que haga mi parte del plan. Me encargaron que investigue por completo al ministro Newman mientras ellas se encargan de los tratos sucios de Francis. Ya tengo los datos de todos sus familiares y de quiénes son sus personas cercanas, aunque todavía no encontré la manera de acercarme a él.

—Cosas para el instituto —comento arrebatándole la carpeta, pero alcanza a agarrar una hoja—. ¿No te enseñaron que no debes hurgar en las cosas de los demás?

—¿Roger Newman? ¿Por qué tienes información sobre él? —pregunta leyendo la hoja.

Me pongo nerviosa porque no tengo una respuesta preparada para eso y me obligo a pensar en una mentira rápida, pero efectiva.

—Nos encargaron armar un informe sobre una persona que nos inspire y yo elegí a un ministro y Nathaniel Proulx —miento alcanzando a quitarle la hoja. Pongo todo debajo de los libros de César y sigo escribiendo.

—¿Quién es ese? —pregunta despectivo y sentándose frente a mí.

Siento la necesidad de defender a mi escritor favorito porque no me gustó cómo sonó ese tono. Me cruzo de brazos y apoyo los codos sobre la mesa. Lo miro desafiante.

Mi problema favorito #1 [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now