Erik Eagle - Café americano

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—Creía que nunca volveríais.

Recibí a Erik y a Bobby en el aeropuerto. Tras ayudar a los chicos del Raimon contra la Academia Alius, decidieron al fin volver a Estados Unidos, tras tanto tiempo.

—Pues hemos vuelto, pequeñaja —me dijo Bobby cogiéndome en brazos y achuchándome—. Te he echado de menos.

—Y yo a vosotros —Bobby me soltó y miré a Erik, sonriéndole—. ¿Has dejado a tu cariñín allá en Japón?

Alcé una ceja y vi como Erik negaba un par de veces con la cabeza y se acercaba a mí.

—Era buena chica, pero no de mi estilo, ¿sabes? —respondió abrazándome—. Me alegro mucho de volver a verte, Anabelle.

—Y yo —murmuré, mirándole fijamente.

—Bueno —advirtió Bobby alargando la e—. Tendremos que coger las maletas, ¿no, Erik?

—Sí. Vamos, ven, Anabelle —me agarró de la muñeca y tiró de mí.

Al recoger las maletas, ambos chicos se encontraron con sus padres y los Eagle se ofrecieron llevarme a casa, oferta que tuve que aceptar porque Erik me empujó al coche. Mientras los padres de Erik iban preguntado cosas a su hijo, noté que a veces Erik me echaba algunas miraditas furtivas, pero que rápidamente detenía al ver que yo también le miraba.

—Anabelle siempre preguntaba por ti, Erik, ¿verdad? —la madre se giró un poco para mirarme ya que yo estaba sentada tras el conductor.

—Esto... —me sonrojé y agaché la mirada—. Sí. Se le echaba de menos en clases.

La madre siguió hablando con Erik de diferentes cosas y yo miraba por la ventana. Era cierto que nunca había tenido claro que era lo que sentía por Erik, pero si me entristecí mucho cuando se fue y decidió quedarse en Japón, hasta ahora. Cuando su madre me dijo que volvía tras derrotar a la Academia de los extraterrestres, me sentí eufórica. Pero lo peor, es que me daba vergüenza mantener conversaciones con él por teléfono, así que siempre hablaba con Bobby. Bobby fue el medio por el que me enteré como estaba Erik y como esa chica, Sue Hartland, le decía mi cariñín y estaba tan enamoradísima de él.

—Siempre parece estar incómodo —decía Bobby a través del altavoz del teléfono—. Pero se lo deja pasar, al fin y al cabo...

—Será una chica muy apasionada —replicaba, tumbándome en la cama.

—Lo es —comentaba Bobby, con una risa—. Yo es que creo que a Erik le gusta alguien.

—¿Ah, sí? —cuestionaba, mirando al techo—. Silvia, ¿cierto?

—No —jactaba toscamente—. Tú.

Erik contestaba feliz a las preguntas de su madre y noté que seguía mirándome. ¿Sería cierto eso que me dijo Bobby? ¿Qué yo le gustaba a Erik? Aparté la idea de mi cabeza, y vi que nos acercábamos a mi casa.

—Puede dejarme aquí, señor Eagle —dije, haciendo el ademán de quitarme el cinturón.

—Si solo quedan unos metros —replicó Erik, frunciendo el ceño.

—Sí, pero estoy algo mareada, me gustaría pasear un poco y tomar el aire —mentí, sintiendo como el coche perdía velocidad. Esperé a que parara junto a la acera y me desabroché el cinturón—. Muchas gracias por acercarme.

—De nada, cariño —comentó la madre de Erik, sonriendo.

—Hey, ¿quedamos mañana? —me dijo Erik desde la ventanilla de atrás—. ¡Tengo tanto que contarte! A las 5:00 en la cafetería de Trade's, ¿sí?

One-Shots Inazuma Eleven e Inazuma Eleven GOUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum