Riccardo Di Rigo - Mi melodía favorita

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Me paré enfrente de la casa de los Di Rigo. El inconfundible sonido del piano embriagaba toda la calle y era una sensación fascinante. Cada nota tocada con delicadeza era culpable de que cualquiera se sumiera en un mundo alterno al que todos conocemos y que me hacía capaz de saborear cada nota como si de sabores se tratara. El chico del cual estaba completamente enamorada era el culpable de aquella melodía. Pero también era el chico que me rompió el corazón hace unas semanas. Me di la vuelta y comencé a caminar con lágrimas en los ojos.
Llevábamos saliendo bastante tiempo, y nos declaramos como una pareja oficial. Pero la última semana, tuvimos una fuerte pelea por culpa mía. Estábamos enfrentándonos a un equipo en un amistoso, cuando tuve la brillante idea de sacar mi nueva súper técnica. Yo era una chica algo delicada con la salud, por lo que los médicos me prohibían ir más allá de mi única súper técnica, y Riccardo sabía de ello, por lo que me hizo prometer que nunca la utilizaría. Pero en ese partido estábamos a punto de perder y yo no pude evitarlo. Era la adrenalina del momento. Sin venir a cuento, le robé el balón a Víctor y fui hacia la portería, haciendo la súper técnica. Tras hacerla y meter gol, sentí como si mi cuerpo se quedara sin fuerzas, pero lo había conseguido. Riccardo vino hacia mí, enfadado y con lágrimas en los ojos.

—¡¿Por qué?! ¡Abby! —gritó, ayudándome a levantarme— ¡Te dije que no usaras esa técnica!

—Soy libre de usar lo que quiera —respondí, volviendo un poco a la realidad—. Íbamos perdiendo, Riccardo.

—¡No! ¡Te has hecho daño! —volvió a gritarme, desesperado.

—Estoy bien —dije, mirándole—. Lo he hecho por el equipo.

—¡Has puesto tu vida en peligro, Abigail!

Odié que dijese mi nombre así. Para él yo era Abby.

—¡No! —espeté—. ¡Tú no eres nadie para mandar lo que debo de hacer!

—¡Abigail, es por ti! ¡Podría haberte pasado malo! —chilló, plantándose ante mí.

—Te he dicho que no, Riccardo —jacté, apretando los puños—. ¡No soy una inútil!
¿Crees que no soy fuerte para aguantar esa súper técnica?

—No. No lo eres.

Fue ahí cuando nuestra relación se fue a pique. Comencé a llorar y abandoné el campo, acompañada por Víctor. Oía que Riccardo se arrepentía, pero no iba a permitir que me llamase debilucha, por lo que lo ignoré. Y entonces, cada mañana en el instituto, lo ignoraba. No le miraba. Ni siquiera iba a los entrenamientos de fútbol. Pero yo aún seguía queriendo al virtuoso. No podía evitarlo, consiguió enamorarme de una manera imposible de alcanzar a otros. Amaba cada mirada que me dedicaba. Amaba sus abrazos, sus besos. Amaba los momentos que pasé junto a él y amaba observar como tocaba el piano para mí. Amaba meterme con él por su relación con Gabi, y amaba verlo cuando cogía un berrinche y se enfadaba.

La melodía paró. Y yo paré con ella. La calle estaba en completo silencio, solo se oía como el viento golpeaba suavemente las hojas de los árboles y miré al cielo, totalmente despejado. Entonces el viento me azotó a mí, moviendo mi pelo y revolviéndolo. Al bajar la vista, dos lágrimas provenientes de mí cayeron al suelo, y posé mi vista en Víctor Blade, que estaba parado frente a mí, con las manos en los bolsillos. Junto a él estaba su hermano.

—¿Otra vez aquí? —preguntó, acercándose.

Agaché la mirada y no contesté, restregándome los ojos con las manos.

Miré a los dos hermanos y me mordí el labio inferior, mientras las lágrimas amenazaban con volver a salir, y estallé. Estallé en llanto porque no podía evitar querer a Riccardo, y no sé porqué me dieron más ganas de llorar. Víctor, de manera inconsciente, me atrajo a él y me abrazó. Era lo que más necesitaba en ese momento.

One-Shots Inazuma Eleven e Inazuma Eleven GOWhere stories live. Discover now