Xavier Foster - Virus

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El único remedio contra el "virus", es escapar.

La sociedad estaba siendo destruida por culpa de un virus letal similar a la "muerte en vida". Las personas que caían en la desgracia de padecerla, mantenían un fuerte contacto con la vida aunque estuviesen muertos; zombies, les decían, aunque no, no lo eran. Perdían su capacidad de pensar y su único objetivo es pasar aquel virus a la personas sanas, mediante un roce. Un solo roce.

—¡HUYE! —gritaba— ¡HUYE, NATHAN! —mi voz no daba para más.

Aquel campo de fútbol desolado daba miedo. Nathan comenzó a correr. Yo detrás suya, arrastrando a Hurley y Xavier conmigo. Y el primer infectado, era Axel.

—Joder —Nathan abrió la puerta del instituto a golpes y pasamos, cerrando con lo primero que encontramos.

Respiraba nerviosa, y di un fuerte golpe en la pared ahogando un grito.

—Hemos perdido a los demás —la voz de Xavier sonaba serena, y con un toque de seriedad y preocupación.

—Se las apañarán bien —masculló Hurley, apoyándose en sus rodillas—. Seguro que sí.

—No podemos quedarnos aquí.

Se oyó un golpe metálico en la puerta. Nos miramos y decidimos entrar en una clase para poder estar a salvo, de alguna manera. Aunque sabía que, de algún momento a otro, todos acabaríamos infectados.

—¿Y qué hacemos ahora? Tendríamos que buscar a los demás —Nathan se quedó cerca de la ventana, vigilando.

—Si quieres arriesgarte a ser infectado, adelante —rezongué, colocándome la venda del brazo bien fuerte.

—Game over —Hurley dio una risa.

—No estamos para gracias —Xavier se dejó caer en una silla y me miró— No llegó a tocarte, por suerte.

El cielo estaba sombrío, y apenas había iluminación en la clase. Miraba discretamente por las ventanas con esperanza a que Mark, junto a Shawn y los demás apareciesen, pero esa mínima esperanza desapareció al oír a Nathan.

—Ma...Mark —masculló, asustado, señalando fuera.

—Mierda —Xavier maldijo por lo bajo—. Estamos perdidos.

—Solo hay que huir, ¿no?

La puerta salió disparada y casi golpea a Hurley, que tuvo los suficientes reflejos como para apartarse y evitar el golpe. Axel apareció, con un aspecto que realmente daba miedo, con intención de contagiar su virus.

—Habéis sido buenos amigos —musitó Hurley, atemorizado—. En serio.

Abrí la ventana de golpe y miré hacia abajo. Solo había un piso de altura y algunos arbustos capaces de amortiguar la caída. Giré la cabeza y miré a Xavier.

—Hay que saltar —le dije.

Xavier asintió y agarró a Hurley de repente.

—¡Salta!

Sin dudarlo, Hurley saltó, sin miedo. Sería el temor del momento. Xavier lo hizo detrás de él y vi que Nathan estaba acorralado en una esquina, agarrando una silla por tal de protegerse, amenazado por Axel.

—No importa, Lucy —musitó Nathan, mirándome.

Sentí ganas de golpearme a mí misma. Oía a Xavier y a Hurley gritar que saltase, pero no podía apartar la mirada de Nathan y Axel. El cazador y su presa.

—Vete antes de que te arrepientas —sus ojos se aguaron—. Por favor.

Aquellos quienes eran infectados, una vez el virus alcanzaba cada parte de su cuerpo, morían.

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