Fei Rune - Realidad paralela

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El balón recorrió todo el campo hasta que llegó hacia donde yo me encontraba, pero estaba tan distraída que lo perdí, y el balón fue fuera. Ese día no daba una, pero mi mente estaba totalmente ofuscada y no hacía más que pensar en otras cosas. Gabriel volvió a pasarme el balón, pero éste chocó contra mis pies y me quedé mirándolo obsoleta.

—Tierra llamando a Geo —noté que Riccardo chasqueaba los dedos un par de veces ante mí y yo volví a la realidad—. ¿Estás bien?

—Sí —respondí, escueta.

Lancé el balón como pude a Arion, pero el pase fue muy corto y no llegó. Volví a pedir disculpas, mientras regresaba a mi posición. Noté las miradas de mis compañeros sobre mí, pero lo último que necesitaba ahora era una charla para subir los ánimos. Y eso era lo que planeaban esas cabecitas. El balón volvió a mi tras un pase de Ryoma y me dio en toda la cabeza, cayendo hacia delante.

El culpable de que estuviese así era ni más ni menos que Fei Rune. Lo peor que me pudo pasar fue conocerlo, porque nunca pensaría que me enamoraría de un chico que vive en una metrópolis del siglo XXIII. Cuando terminó todo, fue cuando me di cuenta que mis sentimientos eran en vano hacia él. Por que vivíamos en épocas distintas. Teníamos 200 años de diferencia.

La cuestión no era solo esa, sino que no había pasado ni una semana desde que volvió a su tiempo y ya le echaba de menos. Habíamos pasado tantas cosas juntos, tanto buenas como malas y por eso tuve una pizca de esperanza en el que Fei y yo pudiésemos ser algo. ¿Por qué no podría actuar normal y enamorarme de, yo que sé, de alguno del equipo? Sería lo más normal, llevo rodeada de chicos desde que entré en el Raimon y no sentí nunca nada por ellos. Ni siquiera por Riccardo, del cuál estaban todas enamoradas. Ni tampoco de Víctor, que era un buen tío en el fondo. O yo que sé, ¡de su hermano! Pero no, yo tenía que ser especial y acabar enamorándome de un chico con poderes sobrenaturales (ya no) y encima del futuro.

—Venga, levántate —me dijo Eugene, ofreciéndome una mano—. Sé que el suelo es interesante, pero no tanto.

Acepté la mano de Eugene y me levanté. Observé al resto del equipo, que me miraba con expresión de preocupación, e incluso el entrenador Evans. Abrumada, salí tranquilamente del campo hacia los banquillos a por algo de agua.

—A ti te pasa algo, ¿verdad? —me cuestionó Rosie, sentándose a mi lado.

—Estoy bien —murmuré, una vez tragué el agua.

—Mentira —replicó Jade, mirándome—. Es por Fei, ¿me equivoco?

No respondí. Apreté un poco con mis dedos la botella de agua y suspiré, negando con la cabeza

—No. Fei está en su época, como debe ser.

Me levanté entregándole la botella a Rosie, que me miró con pena. Era genial dar pena a todo el mundo. Pero solamente expresaba como me sentía en esos momentos. Devastada. Porque Fei inundaba mis pensamientos. Volví al campo, observando como el entrenador me echaba una miradita, y como los del equipo analizaban cada paso que daba al cruzar al campo. No se lo podía debatir a ninguno. Me daba igual.

—Geovanna, déjate ya de tonterías, ¿me oyes? —era la voz de Víctor. Sí, por favor, échame un sermón—. El fútbol se debe de jugar con ganas y tú estás contagiando ese pesimismo que traes por todo el campo.

—Vale —contesté, dándome la vuelta.

Seguramente Víctor se sorprendería porque, en días normales, le hubiera contestado o le hubiese enviado al diablo un par de veces. El entrenamiento siguió y los chicos evitaban pasarme el balón a toda costa cosa que me alegraba. Pero todos excepto Arion, Víctor y Riccardo. El trío platino. Arion me pasó el balón y lo recibí bien, cosa que ni yo misma me esperaba. Regateé un par de veces contra Gabi pero consiguió hacerse con el balón y escapar.

One-Shots Inazuma Eleven e Inazuma Eleven GODonde viven las historias. Descúbrelo ahora