CAPITULO TRES

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Ir a mi casa, pasar por la universidad para congelar el semestre ―Henry dijo que no habría problema en ir al edificio escolar para hacer eso hoy― e ir un momento al supermercado por provisiones que Henry dijo que necesitaríamos, nos tomo como unas tres horas.

Cuando llegamos a su casa me muestra la que será mi habitación por un tiempo, es bastante acogedora.

―¿Quieres algo de comer?―habían pasado tantas cosas que se me había olvidado comer. Doy una respuesta afirmativa.

Mientras Henry prepara algo de comer, que por lo que veo es mas experto que yo, le sirvo un poco de leche a Henry, esta vez hablo del gato.

Pone un plato de pasta con verduras frente a mi y le doy las gracias. Quiero que sepa que estoy agradecida por lo que hace, tanto él como la jefa Carson y los demás oficiales que viven en la zona, pero aún no es el momento, por lo que me quedo callada.

Se que es bien sabido que la policía no presta atención o es incompetente ante la mayoría de los casos, pero por alguna razón a este le están prestando bastante atención. Quisiera preguntar, pero pienso que en estos momentos mientras menos sepa mejor, la cabeza no me explotara tan rápido. Asuntos policíacos que no entiendo del todo.

Todavía no es el momento de nada.

Después de la comida, se retira a, la que me explico, es su habitación y yo me voy a la mía. Mañana sera otro día y me apetece descansar un poco.

―🌻🌻🌻―

En la mañana, cuando despierto, noto un clima cálido a través de la ventana, dan ganas de salir. Otro día será. Henry, el gato, está rasguñando la puerta buscando que abrirla ―o que alguien se la abra― y eso hago. Tengo que ir al baño urgentemente.

Salgo del baño después de saciar mis necesidades y de tomar un baño para darle señal a mi cuerpo de que el día a comenzado. Camino hasta la sala, donde escucho ruidos provenientes del televisor. En el sofá está dormido Henry, el humano. Que tierno se ve. Parece que muchas personas se ven tiernas cuando duermen, a menos que sean como yo que rompemos con el esquema de ternura y parece que mientras dormimos participamos en una pelea.

Tengo hambre y pienso pedir comida a domicilio, pero puede ser muy arriesgado. Creo que tendré que establecer una tregua con la cocina e intentarlo, no me puedo morir de hambre. Reviso todas las alacenas y el refrigerador para localizar todos los ingredientes presentes en la cocina para ponerme manos a la obra. Harina, huevos, polvo para hornear, azúcar y leche. Intento recrear una receta de mamá por enésima vez en mi vida.

Un desastre en la cocina y una hora después, me encuentro con unas crepes medianamente decentes, con decir que para mi tienen buen sabor y se ven bien.

―¿Qué le pasó a mi cocina?―la voz ronca de Henry me hace voltear como a quien le descubren haciendo una travesura. Se acerca a la encimera donde está algunas crepes y las prueba. Espero le gusten.―Para haberme dicho que eras un desastre en la cocina no están nada mal esta crepes.―eso me hace suspirar de alivio.

―Me alegra que te gusten, porque es la primera vez que las hago bien.

El se ríe y se acerca a mi, en el proceso toma una servilleta de tela, la usa para limpiar mi cara. Debo estar hecha un desastre de harina y huevo.

―Así está mejor.―debo estar demasiado roja y espero que el no lo note.

Después de comer y limpiar el desastre que hice en la cocina nos sentamos a ver una película en la sala. Estoy tan concentrada que no note que Henry me llamaba.

―Lo siento, me distraje ¿Qué decías?

―Es que acabo de recordar que la jefa Carson me pidió que te hiciera una serie de preguntas, solo para llenar un expediente del caso.

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