EN EL HOSPITAL

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Apretaba con fuerza las sabanas mientras sentía su corazón estrujarse dentro de su pecho, podía escucharlo partiendose, implorando por dejar de sentir todo aquel dolor, esperando finalizará y así poder descansar un momento en paz. Se revolvía entre las sabanas tratando de dormir, pero el aroma de su omega seguía impregnado en la almohada haciendo que todos y cada uno de aquellos recuerdos se lo prohibieran; Recordaba las últimas malditas palabras que le dijo y después la imagen de su hermoso rostro pálido y sin vida, aquellos hermosos ojos llenos de chispa que un día le miraron, ahora habían perdido todo rastro de luz; las imágenes en su cabeza le impedían seguir adelante, él solo quería encontrarse nuevamente con su dulce mirada y esa cálida sonrisa. Aquellos gritos internos salían a mitad de la noche desgarrando su garganta mientras sus lágrimas trataban de ahogarlos pero era imposible, ni siquiera el mismo sabían como podía con tanto dolor dentro suyo y al mismo tiempo aparentar normalidad, odiaba que le dijeran que nada había sido su culpa, ¿cómo se atrevían a mentir de semejante manera?  Era más que obvio que era el único culpable de aquella situación y su condena era sufrir día a día de ese terrible dolor que le consumía desde dentro.

Pero no puedes volver el tiempo atrás, no puedes traer de vuelta a quién se ha ido, sólo te queda seguir hacía delante y encontrar la felicidad, las palabras más estúpidas y burdas que podía oír; No quería seguir adelante, no sin él,  su vida no tenía sentido ni razón y así por tercer vez en el año Víctor Nikiforov trato de suicidarse una vez más.

Un día dos de marzo en dos habitaciones diferentes de un hospital dos personas diferentes abrían sus ojos, una de ellas total y completamente decepcionada de no haber logrado su cometido, ¿qué tan dificil era morir? estaba enojado de haber fallado en algo tan simple y pensando en como intentarlo nuevamente, ese era Víctor, por otro lado en un piso diferente despertó Yuuri Katsuki, un japonés de 24 años feliz de haber logrado vivir un día más, feliz de sentir como el aire llenaba sus pulmones, encantado con el calor del sol a través de su ventana. Pesé a todo pronóstico aún se aferraba a la vida, se negaba a morir y estaba listo para disfrutar cada segundo de su limitada existencia y más aún porque en una semana, después de tantos años al fin saldría de aquel lugar y vería con sus propios ojos lo que sus amigos siempre contaban en sus historias. El poder depender de si mismo y tomar sus propias decisiones le aterraba un poco, como a cualquiera, pero sabía que era algo completamente normal y estaba dispuesto a aprender.

En el piso de abajo Víctor contemplaba su mano, inerte pero aún viva, palpitante y cálida, con aquellas vendas que cubrían su crimen, sabía cual sería su destino, volver con el psicólogo una vez más, tener que hablar nuevamente de todo aquello y el llenarse con medicamentos para actuar como una persona "normal". Mientras Víctor "meditaba" un médico entro en aquella habitación, su afilado rostro iba adornado con una dulce y agradable sonrisa, llevó su mano a la larga y platinada cabellera del chico en la cama y la revolvió con entusiasmo —¿Así que? ¿aquí estas de nuevo? penséaba que esta vez te encontrabas mejor — el médico se sentó en la cama junto al peliplata quien tenía su mirada perdida en el infinito así como sus pensamientos —Víctor, tienes que superarlo, debes seguir tu vida, el así lo hubiera querido — el alfa en cuestion volteó con molestia en su mirada y frunciendo el ceño —Tú no tienes derecho a decir eso, nadie lo conocía como yo... Él lo era todo para mi y ahora sin él yo no soy nada — el doctor veía con seriedad al menor pensando si lo que estaba apunto de hacer era lo correcto o no, pero debía comenzar a intentar nuevas estrategias o un día lograría culminar sus planes de morir —Ven, te mostraré algo — dijo el castaño quien se puso de pie y camino hacia la puerta donde se detuvo esperando el contrario le siguiera, —Si no vienes te juró que haré que te encierren en el cuarto acolchado por un mes — haciendo muecas el peliplata se levantó y comenzó a seguir al médico hacía el elevador —Víctor no busco ofenderte pero, quiero que sepas que la muerte de Yusuke no fue vacía, gracias a el otras personas han podido tener esperanza y felicidad— la puerta detrás de él se abrió y Víctor en un arranque de irá por las palabras del castaño se lanzo sobre el golpeándolo en el rostro y tirándolo al piso, —¡No digas estupideces! Nadie deseaba verlo morir — las enfermeras y algunos pacientes veían la conmoción y a su vez trataban de calmarlo, pero eso no funcionaba, el no escuchaba nada, ni a nadie hasta que algo lo hizo detenerse, un dulce aroma se adentro en sus fosas, aquel suave aroma lo hizo olvidar por un instante su enojó mientras que con su mirada buscaba al dueño de este.

—¡Doctor! ¿Esta bien?— ahí estaba, un pálido y delgado azabache que trataba de ayudar al castaño en el piso, por sus ropas era obvio que tambien era un paciente, aquel joven levantó su tierna mirada observando al alfa desde abajo cruzándose con aquellos ojos aguamarina, con sus mejillas sonrojadas por el susto y aquella mirada almendrada se veía tan indefenso, mientras que aquel delicioso aroma a vainilla seguía adentrándose en su nariz y haciendo estragos en su cabeza, verlo así le provocaba querer protegerlo, tomar su cabeza y acariciar sus suaves cabellos mientras posaba en su hombro... —No — se dijo a si mismo, no podía permitirse pensar de esa manera, solo Yusuke, solo él podía hacerlo sentirse así, sólo el le había causado esa sensación de protección, pero ¿por que ahora estaba sintiéndose así?, —Masumi lo siento... yo — murmuró bajo el albino mientras ofrecía su mano al médico quien sonreía al tiempo que limpiaba su boca de aquellas pequeñas manchas carmín, —No pasa nada, pero debes tranquilizarte o asustaras a los omegas y betas del hospital — Yuuri seguía completamente perdido en aquella mirada color cielo, sentía punzadas en su pecho, eso le preocupaba, no podía ser buen síntoma. El latido de su corazón era más rápido de lo normal, sentía que si seguía así se podría desmayar, ¿qué era eso? ¿porque el aroma que despedía aquel platinado le reconfortaba tanto? le daba una paz increíblemente grande, pero le preocupaba no entender  lo que ocurría —Lo siento, creo que debería presentarlos, Víctor él es Yuuri es mi paciente desde hace nueve años, Yuuri él es Víctor, un conocido mío y  lamentgablemente también paciente regular.

—Mucho gusto — el moreno hizo una reverencia y al volver a su posición mantenía seguía manteniendo su mirada baja, —Igualmente— la respuesta del alfa era seca e inexpresiva al igual que su rostro, pero eso era una farsa, por dentro estaba increíblemente nervioso, aunque no sabía el porque, —umhh lo siento... yo tengo que irme — hizo de nuevo una reverencia y aquel chiquillo de mirada tierna se fue a su habitación, Víctor no pudo evitar seguirlo con la mirada, tratando de no perderlo de vista, ¿porqué? ¿Para que? —Uh cierto, ¿que querías mostrarme? — preguntó aun confundido pero tratando de cambiar la conversación —La muerte de Yusuke trajo esperanzas a Yuuri, él... él recibió un trasplante — se quedó completamente petrificado, ¿qué podía decir? Estaba consciente de que ellos no estaban felices con su muerte, pero agradecían lo oportunidad que recibían —Yuuri lleva largo tiempo sin vivir adecuadamente, después de la operación enfermó gravemente, le tomó otro año en el hospital y en unos días al fin podrá salir a conocer el mundo, el lleva nueve años luchando por vivir un día más y tu... — suspiró profundamente —Yusuke donó sus órganos porque así lo quisó, sabia que estaba ayudando, ¿crees que es justo que el traté de darle esperanzas a alguien más mientras tu pierdes las tuyas?

Víctor camino de regreso hacia su habitación, al llegar se tiró en la cama mientras pensaba en Yusuke, lo extrañaba, realmente deseaba tenerlo a su lado, abrazarlo y decirle lo mucho que lo amaba, cuanto lo necesitaba y lo miserable que era al seguir viviendo y él no estuviera ahí —Dar le la oportunidad a otros... — ahora las palabras de Masumi giraban en su cabeza y peor aún, la imagen del azabache y aquel dulce aroma que no podía olvidar, pero... debía hacerlo, el ya tenía un omega, Yusuke es su omega y nadie más.

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