UNA SEMANA- VÍCTOR

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Aquella enorme puerta se cerró detrás de él, el eco aún resonaba con fuerza en sus oídos y se colaba en su corazón haciendo un horrible eco, esto le recordaba cuán agridulce podía ser el amor, apenas unas horas atrás se sentía renovado y con esperanzas de una mejor vida y ahora su futuro era incierto, doloroso y frustrante. Caminaba por las calles pensando como podía solucionar aquel problema, como podría hacer para que el mayor de los Katsuki entendiera que apesar de todo sus intenciones con Yuuri eran las mejores. No supo en que momento pasó, pero ya se encontraba gimoteando de angustia y con lágrimas recorriendo su pálido rostro.

Llegar a su casa fue un cruel recordatorio de lo triste y sombría que era su vida antes de Yuuri y justo después de Yusuke, si, se daba cuenta que era egoísta, porque solo podía encontrar la felicidad a lado de alguien más, él por si mismo era patético e inestable. Tomó su celular y llamó a Masumi, sabía que lo esperaba un sermón acerca de como había metido la pata y como se había causado un problema innecesario, porque si, él y solo él lo había provocado.

—¿y bien? ¿Cómo te fue?

—Pues... El señor Katsuki me corrió de su hogar y juró que me acusaría de violación si me acercaba a Yuuri.

—Vaya, todo un record, yo apenas tenía buenas noticias para ti— trataba de animar un poco al platinado, aúnque a estas alturas parecía ser algo imposible —Masumi, no tengo humor de adivinanzas.

—Pues gracias a mi tienes una entrevista para ver si puedes volver a ejercer en el hospital— el castaño sonaba más emocionado que el contrario, sabía que no era exactamente lo que deseaba, pero trataba de ayudarlo a recuperar el rumbo de su vida —Así que duerme bien y mañana temprano pasaré por ti— simplemente colgó el teléfono y se tiró en su cama, con sus ojos abiertos, obsevando el cielo raso, comenzando a llorar de nuevo al notar que se hundía nuevamente.

Día 1

Pasó la noche en vela, durmió cuando el reloj marcaba cinco minutos para las cinco de la mañana, el cansancio fue el vencedor, sus ojos pesaban y las ojeras eran la marca de su derrota. Sus movimientos eran por pura inercia, levantarse de la cama, ir a la regadera, salir y cambiarse para de nueva cuenta terminar en su cama, pensando que podía hacer ¿como podía hacerlo cambiar de opinión?

Se odiaba a si mismo, ahora era aún más sentimentalmente inestable, no habían pasado ni cuarenta minutos desde que había despertado y ya se encontraba llorando nuevamente, apretando sus puños con fuerza para evitar que su sufrimiento escapara en forma de lamento, Makkachin lo sabía, había visto a su dueño pasar por lo mismo en una ocasión y como fiel amigo lo mejor que podía hacer era acercarse a él y meter su pequeña cabeza peluda entre sus piernas y recargarla en una de ellas pidiendo algunas caricias, como sabiendo que esto podría distraerlo, o al menos eso trataba, pero no podía, nada lo sacaba de aquel letargo mental que tenía.

Su celular sonaba constantemente, sólo le veía de reojo con la esperanza de que en algún momento aquel bellísimo nombre aparecería en la pantalla con noticias de que aceptarán su relación, pero no, nunca era así.

Día 2

El sonido de su puerta azotando con fuerza lo despertó, las gruesas cortinas de su habitación evitaban que la luz perturbará su sueño, pero no contaba con encontrar la figura del castaño al pie de su cama —No te pido imposibles Víctor, de verdad, ¿no pudiste simplemente contestar y decirme que no te sentías bien? ¿Tan difícil era para ti?— el alfa menor le veía con su mirada perdida, y con los estragos de su depresión esparcidos por su rostro, sus labios partidos trataban de pronunciar alguna palabra que pudiera ayudarlo a sacar lo que llevaba dentro, pero no había palabras para esos sentimientos, esa sensación de desasosiego y la fría sensación de abandono que se espercia a través de su cuerpo ¿Yuuri sentiría lo mismo? ¿O acaso sufría más que él?

ENTRELAZADOSWhere stories live. Discover now