EQUIVOCADO

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¿Estaba listo? Hace un mes lo hubiese dudado un poco, hace una semana lo afirmaría con su mano en el pecho, hace una hora sin duda hubiera comenzado el mismo pero ahora...

No es que dudará de sus sentimientos, él continuaba firme, pero el miedo y la incertidumbre seguían en él, ¿cómo reaccionar ante una situación en la que nunca pensó estar? ¿Y si a Víctor no le agradaba? ¿Y si se molestaba? ¿Y si no era lo que esperaba? Si, es increíble lo que él como omega podía estar pensando en ese momento, pero su instinto le jugaba sucio.

—¿éstas listo?—preguntó el alfa con aquella ronca voz mientras su pelvis se empujaba contra sus nalgas y el ligero contacto de su aliento en su oído arrancaba suspiros de sus rosados labios —N-no... No lo se, yo... Tengo miedo— Víctor sentía que era una bestia ¿cómo era posible que aquella tierna y trémula voz le excitara a sobremanera? —Entonces te haré sentir tan bien que te olvidarás de ese miedo y me suplicarás por más— sonrió lascivamente acercándose a la parte trasera del menor y después de morder uno de sus glúteos comenzó a lamer su entrada, metio su filosa lengua en la misma disfrutando del exquisito sabor que le brindaba y la satisfacción de sentir su cuerpo estremecerse entre sus manos.

El omega se estremeció al contacto y apreto con fuerza sus ojos y labios al percibir aquellos dientes en su dúctil piel, para después experimentar aquella caliente lengua en su ahora humeda entrada, el alfa seguía disfrutando de aquel acto tan morboso mientras que clavaba los dedos en los muslos del contrario, pero a pesar de ello no era suficiente, quería escuchar los gemidos de su omega por lo que tomó su miembro y comenzó a masturbarlo, el nipón dio un fuerte gemido al sentir el agarré, su cuerpo se estremecía cada vez más; jamás había sido tocado de esa manera, así que todo aquello era nuevo, no sabía como reaccionar o moverse, así que simplemente decidió callar sus gemidos al sentirse avergonzado por ellos, eran vergonzosos y delataban su excitación.

Aquello era algo que no pasaría desapercibido por el mayor quién notó como el azabache callaba su voz y vaya que le molestó, pero que egoísta de su parte, el negarle escuchar tan deseados sonidos, se dijo a si mismo, esos deliciosos aullidos que p...

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Aquello era algo que no pasaría desapercibido por el mayor quién notó como el azabache callaba su voz y vaya que le molestó, pero que egoísta de su parte, el negarle escuchar tan deseados sonidos, se dijo a si mismo, esos deliciosos aullidos que pondrían en evidencia si estaba disfrutando o no todo lo que le estaba haciendo. Movido por ese instinto aceleró sus movimientos mientras mordía la delgada piel justo arriba de las caderas del menor —No quiero que calles tus gemidos Yuuri, quiero oírte, dejame escucharte— utilizó aquella, su voz de alfa y era probable que la utilizara mucho más para forzar un poco a su omega, a quién esa fuerte voz le incitaba a seguir; apoyaba su cabeza en la cama mientras sus manos apretaban con desesperación las sábanas y un hilillo de saliva salía de sus labios entre jadeos y gemidos.

Ya no podía esperar más tiempo, necesitaba poseer a su pareja y hacerla suya por completo; comenzó a dar besos en su espalda baja mientras se quitaba el pantalón y los boxers, su miembro ya estaba completamente erecto por lo que lo acercó a la entrada del azabache y dió un mordida en la piel de su omóplato — Yuuri... voy a entrar, Si duele mucho detenme— el azabache sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al sentir el duro y caliente miembro del mayor rozando su ya húmeda entrada —Ví-Víctor... Yo...—  su respiración era irregular y los latidos de su corazón eran tan fuertes que los sentía en sus oídos, no había vuelta atrás.

ENTRELAZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora