67: La Boda III

2.2K 105 2
                                    

Narra Jace

El Hermano Silencioso continuaba hablando, pero no lo escuchaba. Aún cuando trazamos nuestras runas matrimoniales, no podía apartar mi vista de _____. Y ella tampoco lo hacía. Ambos nos habíamos enfocado tan pronto apareció, y no había abandonado sus ojos.

Llegado el momento, ví sus ojos cristalizados, y desplegó una sonrisa, haciendo que su rostro se iluminara. En ese instante, todo a mi alrededor parecía no importar. Siempre y cuando sonriera, no necesitaba de nada ni nadie más. La atraje hacia mi tomándola por la cintura, y ella enrosco sus manos en mi cuello. Nos miramos por unos segundos, y luego, acabe con la distancia entre nosotros, estrellándo sus labios con los míos. La besé con dulzura y delicadeza. Nuestros labios se movían en una danza única, mientras que podía oir los aplausos resonar en mi mente a lo lejos. Nuestros ritmos cardíacos se aceleraron, y no me importó que el aire estuviera por extinguirse en mis pulmones, porque no quería separarme de ella.

Luego de unos minutos, muy a duras penas volví separarme unos cuantos centímetros. Aparte la vista de mi esposa, cuando todos se abalanzaron sobre nosotros para felicitarnos. Sonreí con amabilidad a cada persona que se acercó a mí, pero en verdad, lo único que quería hacer era volver a besar a _____.

[...]

Me encontraba en una de las sillas que estaban alrededor de la pista de baile. Veía a los invitados bailar al ritmo de la música, pero solo una resaltaba entre todo el gentío. _____. Pude divisar un gran piano a lo lejos, y para cuando pude percatarme, ya estaba caminando en dirección a el. Hace meses que mis dedos no se paseaban por las teclas del instrumento, haciéndome sentir vivo. Me senté en la banca de madera frente a el, y cuando la canción que resonaba terminó, comencé a tocar. Mis dedos se paseaban involuntariamente por el piano, mientras que era esclavo del impulso.

Narra _____

Mis pies me estaban matando. Baile un buen rato con Iz, pero al terminar la canción, me dirigí fuera de la pista de baile. Comencé a buscar a Jace, pero no lo encontraba. Caminaba por el lugar descalza, mientras sostenía los brillantes zapatos en mis manos. Una melodía comenzó a sonar, y todos se dirigieron a la pista de baile. Reconocí de inmediato al autor de aquella hermosa canción. Mi vista se dirigió automáticamente al gran piano que había observado cuando entre, y allí lo encontré. Mi esposo se encontraba tocando, y pude notar que lo disfrutaba. Lo miré por unos minutos, y luego me senté en una de las bancas más cercanas. Comencé a observarlo mientras movía sus hábiles manos sobre las teclas. Tomé la foto que veía antes de la ceremonia, y me quedé obserservandola por unos segundos. Luego cerré los ojos, y me deje llevar por la música, sumiendome en un estado absoluto de relajación.

[...]

La música había acabado, haciéndome abrir los ojos. Sentí el calor de un cuerpo junto a mí, y al alzar la vista, divise a Jace sentándose junto a mí con una sonrisa. Me miró por unos segundos, y rodeó mi cintura con uno de sus brazos.

- Hace tiempo que no te escuchaba tocar - le dije con la voz ronca.

- ¿Que tienes ahí? - dijo Jace, indicando el papel en una de mis manos.

- Oh... - reí entregándole la foto - Me ayudó a calmarme - le expliqué.

Una sonrisa se formó en su rostro, y este se iluminó. Noté que rebuscaba algo en el interior de su chaqueta, y al quitar su mano, sostenía una foto. Éramos él y yo en mi cumpleaños. Estábamos abrazados, y yo lo miraba. Los bordes de esta estaban algo desgastados por el paso del tiempo. No podía creer que aún existiera esa imagen. La creía pérdida. Lancé una pequeña risa.

- Tenemos hábitos parecidos - dijo Jace.

Estrelló sus labios con los míos sin previó aviso, más yo intenté seguir su ritmo. Luego de unos segundos así, nos separamos, y se puso de pie tendiendome la mano.

- ¿Me concede esta pieza Sra. Herondale? - dijo. Yo sonreí y tomé su mano para ponerme de pié.

- Como decir que no Sr. Herondale - dije en tono petulante, y acto seguido, los dos comenzamos a reír, mientras nos dirigiamos hacia la pista de baile.

Acomode mis manos en su cuello, y el rodeó mi cintura con sus brazos. Recoste mi cabeza en su pecho, permitiéndole sentir los latidos de su corazón. Nos encerramos en nuestra propia burbuja. No veía a nada ni a nadie más que a mi familia.

Narra Izzy

- ¿Simon que diablos hacemos aquí? - le pregunté riendo.

Me había arrastrado desde la fiesta, hasta un pequeño arroyo. En el lugar había un círculo de velas que nos rodeaba.

- Solo quería preguntarte algo. - me dijo. Nos encontrábamos uno frente al otro, y me tomaba por las manos - Escucha, se que puede parecer algo apresurado... Pero siendote sincero, no puedo esperar más - tomó aire, y rebuscó en su bolsillo una pequeña caja de terciopelo. Mis manos temblaban un poco, y mis ojos ardían por las lágrimas que comenzaron a inundarlos. Se arrodilló frente a mí - Isabelle Sophia Lightwood¿Te casarías conmigo? - me dijo.

Mis piernas se hicieron gelatina, y mi voz comenzó a temblar. Una sonrisa se formó en mi rostro, y forzé las palabras a salir de mi boca.

- Sí. Por el Ángel sí Simon, sí quiero - dije, y el se puso de pié. Me alzó y comenzó a darme vueltas por el aire, mientras yo reía.

- Dijo que sí! - gritó al vacío, haciéndome reír a carcajadas. Era un idiota, sí, pero era el idiota que yo amaba.

Nos separamos, y pasó el hermoso anillo por mi dedo anular. Lo observé por unos segundos, y luego corte la distancia entre nosotros, uniendo nuestros labios en un tierno beso.

¿Nephilim o Mundana? (Jace Wayland y Tú) EN PROCESO DE EDICIÓNWhere stories live. Discover now