cinco

9.2K 473 70
                                    

"Sorry if I offended you

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Sorry if I offended you. My intention was to humiliate you."



32 Horas de Atraco


Me senté de repente en el sofá mientras que los gritos aumentaban. Genial, apenas me levanto y ya me pusieron de malhumor. Digamos que soy una persona que por el mínimo ruido ocasionado ya se despierta, y hace ya unos minutos estoy tratando de ignorar aquel griterío que proviene de abajo para poder conciliar de nuevo el sueño. Pero dicen que todo lo bueno tiene que acabar. Quite violentamente la manta de mí y apoye mis pies sobre el suelo para poder colocarme las botas negras. Mientras me paraba recogía mi cabello en una coleta. De pronto se comenzaron a escuchar los gritos de mis compañeros ¿Pero qué cojones pasa allí? Me coloque los brazos del overol y sin darme tiempo subir el cierre del mismo, cogí el fusil colocándolo en mi hombro izquierdo y coloque la pistola en la funda de mi pierna para poder salir de la habitación. A medida que bajaba los escalones de la escalera caracol iban escuchándose más fuerte los gritos.

Me asuste al ver a todos mis compañeros corriendo pasándose alcohol y toallas alrededor de una persona acostada en una mesa, pensando que el herido era uno de nosotros. Pero me tranquilice, y voy a admitir que me alegre un poco, cuando identifique uno de los gritos del herido y reconocí la voz de Arturito.

Comencé a caminar lentamente hacia su dirección, terminando de estirarme y de bostezar un poco. Al llegar me posiciono al lado de Tokio, quien trataba de desinfectar la herida del hombro derecho de Arturito. Una herida de bala que sinceramente me da envidia no haber sido yo la causante de ella.

— Necesito hablar con mi mujer —le dice Arturo a Denver mientras lo agarra de las solapas del overol— Necesito hablar con mi mujer, por favor.

Dicen que cuando estamos a la puerta de la muerte por fin somos capaces de ver nuestra vida clara. Y Arturo Román, desangrándose en una mesa, esperaba precisamente eso: la clarividencia de la muerte. Averiguar de una vez por todas quien había sido el amor de su vida, supongo yo. ¿Laura, la mujer con la que había compartido catorce años de matrimonio o Mónica, su secretaria y amante con la que había vuelto a sentir la juventud?

Suspire resignada sin poder creer que ahora debamos ayudar a este tío. Cogí unas tijeras y comencé a cortarle la camiseta gris para que podamos tener una mejor vista de la herida. Eso sí, si no le sacábamos la bala Arturito iba a palmar antes de resolver el enigma. Comencé a tratar de frenar la sangre colocando toallas que Tokio iba pasándome, hacia presión junto a Denver pero absorbían tan rápido que debía sacarlas y colocarle nuevas. Francamente, nuestros cursos de primeros auxilios no le garantizaban la vida a nadie.

Logramos estabilizarlo, curándole la herida lo más que pudimos y dándole un tranquilizante. Ahora solo debíamos esperar a que vengan los médicos para que lo operen y problema resuelto.

Mérida ||Denver||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora