veintisiete

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-MARATÓN 3 / 6-



"I leave them alone for five fucking minutes and they're already ruining things"

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"I leave them alone for five fucking minutes and they're already ruining things"




Una vez el estruendoso sonido finalizó me estiré sobre mis pies y acomodé mi casco, que se había corrido un poco de lugar al haberme movido rápido para cubrir mi cuerpo de la explosión.

— ¡Están atacando el Banco! —prosigue con la actuación Palermo en medio de todo el griterío— ¡Sellamos el edificio! ¡Repito! ¡Sellamos el edificio!

Mientras observaba a la multitud entrar en crisis y desesperarse, bajé el cuello negro que cubría la mitad de mi rostro para poder exhalar con mayor profundidad. A todo lo que estaba por suceder lo bauticé como el tren de la bruja; todo el mundo sabe que está pasando algo raro y que va a haber escobazos, pero nadie tiene muy en claro por dónde les van a caer.

Nuevamente comenzamos a dirigir a las personas restantes hacia otra habitación un poco más pequeña, para que no se les sea más fácil distribuirse por el lugar.

Tokio y Nairobi eran las encargadas de escoltar al gobernador del Banco: el hombre se encontraría en su despacho acompañado de sus cinco escoltas, por lo que ambas mujeres deberían ser lo suficiente rápidas y listas para lograr convencerlo de acompañarlas. Sé que dicha tarea no iba a ser fácil, ya que los guardias no iban a permitirlo a la primera, por lo que me preguntaba qué pasaría por la mente de mis compañeras. Yo sólo tenía una idea en la cabeza, y casualmente siempre es la misma: sacar la pistola y liarme a tiros.

El Profesor nos había preparado para cualquier contingencia, pero siendo sinceros, una cosa es la teoría y otra la práctica.

— Aquí estaréis seguros, tranquilos —comenzaba a dar su discurso Palermo, mientras que me dedicaba a subir las escaleras caracol para colocarme a su lado derecho, ya que Helsinki se encontraba a la izquierda— Levantad las manos, así, como en un atraco —el argentino indicó alzando sus manos, mientras con una notoria duda los rehenes hacían lo mismo poco a poco; a su vez, dejaba el fusil depositado solo en uno de mis hombros y desabroché el casco para quitarlo de mi cabeza— Señoras y señores, mi nombre es Palermo y tengo dos noticias para daros; una buena y otra mala —continua, a la vez que comenzaba a desabrochar su chaqueta al igual que Helsinki y yo me quitaba por sobre mi cabeza el chaleco antibalas— La mala es que el Banco de España está sufriendo un ataque, y la buena... —el argentino dejó la frase entrecortada ya que se le escapó una risa sarcástica mientras que se terminaba de quitar la chaqueta militar, mostrando finalmente la parte superior del mono rojo, a la vez que volvía a sostener mi fusil para apuntar escaleras abajo hacia todos los presentes— ¡Es que los atacantes somos nosotros, muchachos!

Mérida ||Denver||Where stories live. Discover now