Capítulo 10: Cansado de vivir

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El chico de ojos azules abrió el grifo girándolo hacia el lado del agua caliente. Pronto las gotas comenzaron a caer una tras otra sobre él recorriendo su anatomía. Louis deseaba con todas sus fuerzas que, al igual que hacían con su cuerpo, las gotas de agua limpiaran también su mente de los pensamientos que le asaltaban.

Ese día se había reído como nunca estando con Harry, había experimentado lo que era tener un amigo por una vez en su vida. Pero tenía que detener aquello por culpa de su estúpido secreto. Le dolía, le dolía más que mil cuchillos.

No tenía ganas de vivir. No tenía ganas de seguir levantándose cada día sabiendo que estaría solo. Louis siempre estaba solo. Elizabeth solía ser su gran escusa, si seguía vivo era por ella, pero ahora había descubierto que en realidad ya no le necesitaba. Cada vez era más independiente, más madura, ya no era una niña.

Y si Eli ya no le necesitaba... ¿Qué sentido tenía ya todo? Louis se odiaba. Odiaba su cuerpo y todo aquello que pretendía ocultar. Odiaba saber que por más que quisiera negarlo esa otra parte de él siempre le acompañaría. Odiaba no poder tener amigos de verdad como tanto deseaba. Pero lo que más odiaba... Era a él mismo.

Cogió la esponja del estante que había dentro de la ducha y comenzó a frotar la piel de sus brazos con fuerza dejándola toda roja. No le importaba el dolor, no era nada comparado con el huracán de odio que sentía por dentro. Cada vez pasaba la esponja por todo su cuerpo haciendo más presión, queriendo borrarse a sí mismo.

Su piel escocía y el agua caliente le hacía doblarse por el dolor. Las gotas se confundían con las lágrimas que caían de sus ojos, esos orbes que estaban en llamas. Rojos, doloridos, furiosos. En un ataque de rabia Louis apretó su puño y golpeó con fuerza la pared. Un grito de dolor fue lo siguiente que se escuchó en el baño y unos pasos se acercaron apresurados a la puerta.

—¡Louis! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —la voz de Elizabeth sonaba preocupada—. ¿Louis? ¡Contesta, joder!

Pero solo obtuvo silencio como respuesta. El único sonido que se oía era el del agua cayendo sobre la ducha. La chica rubia repitió varias veces el nombre de su hermano mientras aporreaba la puerta con desesperación. Entonces oyó el sonido de un cajón al cerrarse y supo que Louis la estaba oyendo pero simplemente no quería contestar.

—¿Eres idiota? —gritó —¿Por qué no contestas? ¡Estaba preocupada!

De nuevo silencio, silencio absoluto. El sonido del agua de la ducha se cortó. Elizabeth tenía tanta rabía dentro que golpeó la puerta con todo su cuerpo y sorprendentemente se abrió. Louis había debido olvidarse de echar el cerrojo.

Al mirar hacia abajo pudo ver pequeñas gotas rojas regadas por el suelo. Asustada abrió la puerta completamente y se encontró con su hermano desnudo, sentado en la ducha mirando a la nada. Sus muñecas estaban ensangrentadas y la chica soltó un grito de horror. La cuchilla de afeitar que había tirada en el suelo le dio una idea de lo que había ocurrido.

—¡Louis! —se acercó a él rápidamente y le zarandeó para que respondiera sin importarle mancharse con la sangre—. ¿Qué mierda has echo?

—No quiero vivir más —el chico contestó cortante.

—¿Pero qué dices? ¡Para de decir tonterias Lou, no me puedes hacer esto!

Elizabeth comenzó a llorar desesperada sin saber que hacer. Estaba bloqueada y no podía recordar nada sobre todas aquellas charlas que le habían dado en el colegio acerca de como actuar en situaciones de energencia. Se levantó rápidamente y abrió el armario dónde guardaban todas las cosas del botiquín. Empezó a rebuscar allí pero no veía nada de utilidad.

El Secreto de Louis Tomlinson (M-PREG) Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora