Capítulo 34: Hazme confiar

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Ya no había vuelta atrás. Harry casi podía oir en su mente la canción pop que estaría oyendo el ojiazul en el ascensor y los golpecitos que daría con el pié en el suelo impaciente. Había revisado que todo estuviera perfecto una decena de veces, pero los nervios seguían ahí haciendo a sus piernas temblar y a su corazón latir acelerado.

No tenía ningún discurso preparado, ni siquiera sabía lo que iba a decir cuando Louis entrara por esa puerta. Tenía miedo a su reacción, ya que él era alguien bastante impredecible. Sólo pedía una oportunidad para hacer las cosas bien por una vez en su vida y ser feliz al lado del chico al que amaba.

Se imaginaba en su mente como sería poder verle todos los días cuando se despertara y darle luego las buenas noches, poder decir que Louis era suyo y tener una verdadera razón para sus celos, poder abrazarle cuando estuviera deprimido y hacerle reir, poder compartir con él sus pensamientos y sus preocupaciones, poder besarle como había hecho meses atrás... En realidad, se moría por probar sus labios de nuevo.

Cuando el timbre finalmente sonó, Harry soltó un largo suspiro intentando relajarse mientras posaba su mano en el pomo de la puerta. Con la otra cruzó sus dedos rogando por que todo saliera bien.

—Hola —saludó el chico con la vista posada en sus pies cuando el ojiverde abrió la puerta.

Louis también estaba nervioso. Tanto que sus pies pedían a gritos que saliera corriendo de allí y huyera. Pero, él no era un cobarde y no iba a hacer eso. El verdadero problema para él, en aquellos momentos, era el qué decir o cómo actuar. Realmente no tenía ni idea, aunque al menos no era un mal improvisador.

Estaba seguro de que Harry habría planeado todo aquello con antelación y habría convencido a Elizabeth para que le llevara hasta ahí. Primero hablaría con él y lo dejaría todo claro, pero después no se iba a librar de una buena charla por manipular a su hermana a su antojo.

—Hola, Louis —el chico de rizos pronunció aquellas palabras intentando mostrar firmeza en su voz.

El ojiazul, al oirla, no pudo evitar alzar su vista hacia a él. Y en ese momento supo que estaba perdido. Aquello ya no tenía remedio. Porque cuando miraba a Harry a los ojos, podía sentir como sus miradas se conectaban diciéndose todo lo que no podían decirse con palabras. Con sólo una mirada podían recitarse poemas infinitos, cantarse las más lindas melodías, abrir su corazones para que no hubiera más secretos entre ellos.

—Harry… Yo… —intentó comenzar a hablar pero no fue capaz porque el chico posó el dedo índice sobre sus labios.

—Luego tendremos tiempo para las explicaciones, cielo. Ahora quiero que veas algo.

Louis entró en el apartamento cerrando la puerta trás de sí, sorprendido por el apodo cariñoso. ¿Cuándo había pasado de ser Tomlinson a ser "cielo"? Pronto sintió como el chico de rizos se posicionaba detrás de él y un escalofrió recorrió su cuerpo.

—Voy a vendarte los ojos, ¿sí? —susurró en su oído.

—¿Vamos a jugar a la gallinita ciega? —interrogó Louis con una boba sonrisa—. Porque yo soy pésimo en ese juego y me tropezaré con todo.

Harry soltó una pequeña carcajada mientras colocaba un pañuelo negro en sus ojos y se lo ataba detrás de la cabeza.

—Yo te guío, ¿confías en mí?

Por un momento la cabeza de Louis hizo un flashback volviendo a aquel día en el que había montado por primera vez en moto con Harry, dos meses atrás, y el ojiverde le había formulado aquella misma pregunta. Así había comenzado todo entre ellos, sobre aquella moto y cumpliendo un castigo por una pelea. Ninguno de los dos imaginó jamás que gracias a eso llegarían a conocerse tan bien.

El Secreto de Louis Tomlinson (M-PREG) Larry StylinsonDove le storie prendono vita. Scoprilo ora