El Secreto de Louis Tomlinson (M-PREG) Larry Stylinson

Capítulo 20: No lo recuerdo

El silencio se hizo en la línea. Un silencio tenso, sobre todo para Anne. Le dolía como mil agujas clavándose en su pecho. Harry se había quedado callado, había dudado si la quería o no. Y eso para una madre... Era lo peor que podía ocurrir.

Repasó mentalmente todos los buenos y malos momentos que había pasado con su hijo. Desgraciadamente se dio cuenta de que no eran muchos. Quizás era cierto que tenía más anécdotas que contar con su niñera que con ella. Siempre había estado muy preocupada por  su trabajo y no había pensado que a lo mejor su hijo la necesitaba... Y se arrepentía de ello.

—Harry yo... Lo siento —no pudo reprimir un sollozo.

El chico de rizos se sintió un poco culpable también al oir aquello. Anne había cometido errores, pero por encima de todo sería siempre su madre.

—Venga mamá, no llores. Sabes que yo te quiero —dijo hablando en un tono tan bajo que apenas lo escuchó el cuello de su camisa—. Pero creo que quizás deberíamos hablar sobre algunas cosas. Si decides mudarte a Moontown puedes llamarme y quedamos un día para tomar un café, ¿te parece bien?

—S-sí, vale —titubeó la mujer—. Te llamaré... Cuídate Harold.

Sin que el chico tubiera tiempo a contestar, los pitídos que indicaban que la llamada se había terminado comenzaron a sonar. Harry soltó un suspiro y depositó de nuevo el teléfono inalámbrico sobre el cargador. Esperaba estar aún a tiempo de recuperar la relación con su madre.

Se recostó de nuevo en el sofá con ganas de descansar un rato, pero parecía que el mundo no quería dejarle hacerlo aquel día. Esta vez fue su móvil el que sonó. Era el sonido del pajarito que le indicaba que había recibido un mensaje de whatsapp. Lo cogió de la mesa estirando su brazo sin levantarse y revisó quien se lo había enviado.

"Sé que esta tarde has quedado con Tomlinson para hacer un trabajo, así que he decidido llevarme a los chicos a un centro comercial para que tengas la casa para ti solo. Me debes una, bro xx"

Sonrió ante el mensaje de Liam. Siempre sabía como actuar en los momentos oportunos. Se sentiría mucho menos cohibido sin tener a los chicos a su alrededor mientras Louis estaba allí. Ojalá pudiera hablar con él aquella tarde como tanto tiempo llevaba deseando hacerlo.

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El ojiazul dejo la escoba apoyada en la pared de la cocina. Había limpiado prácticamente toda la casa, exceptuando la habitación de Elizabeth. Estaba nervioso por el simple hecho de saber que tenía que ir a casa de Harry, y una de las maneras que él tenía de relajarse era la limpieza. Su hermana era la que solía encargarse de las tareas, en realidad, pero a Louis no le gustaba dejarle todo el trabajo a ella. Eso era algo que le parecía demasiado machista.

—¿Ya has terminado? —dijo Elizabeth entrando en la cocina con una sonrisa burlona—. Estás muy guapo con delantal.

El chico contestó sacándole la lengua mientras se desataba la prenda y se la quitaba.

—Para la próxima no te hago la cena, así aprendes a no burlarte de mí.

La rubia sonrió y revolvió su pelo. Le encantaba fastidiar a su hermano.

—No me burlo de tí tonto, sólo venía a decirte que... mires el reloj.

Louis dirigió su mirada a la pared de la cocina y revisó la hora en el viejo reloj. Ya eran pasadas las siete y, como siempre, llegaba tarde. Rápidamente corrió hacia el baño para arreglarse un poco. Se lavó la cara e intentó arreglar su pelo rebelde con un peine, dejándolo medianamente decente. Agarró su mochila que estaba tirada en la sala y salió rápido de su casa, dejando un beso en la mejilla de Elizabeth.