Capítulo 21

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Capitulo 21

-Una botella de salsa- dicta Matías en voz alta y caminamos hacia las góndolas que las contiene.

Luego de aclararle a Lucas que solo se trataba de una broma, logré que colgara y no le contara nada a Dante, pero con la condición de que él me traería hasta el supermercado, oportunidad que no rechacé bajo ningún punto de vista. Sin embargo apenas bajamos del auto, alguien llamó a su móvil y se tuvo que ir. Matías pareció de lo más entusiasmado de no tener que volver a compartir el asiento trasero con Lucia, pero yo aun estoy pensado en cómo llevar todas las bolsas a casa. Seguramente tendré que pedir algún taxi.

Matías sigue cantando las cosas que figuran en la lista y corre para buscar la última que se encuentra en la góndola al final del pasillo, desde donde no lo pierdo de vista.

-¡Romina!, que sorpresa volvernos a encontrar- me cuesta un poco reconocer a la pelirroja del club, pero cuando lo hago, no puedo evitar sentirme confundida. Yo no recuerdo haberle dado mi nombre, de hecho ni siquiera recuerdo el suyo.

-Hola…- mis palabras quedan en el aire y ella blanquea los ojos antes de contestar.

-Miranda, cariño, haces que piense que tengo un nombre complicado- dice en un tono que pretende ser juguetón, pero que suena más como macabro.

Sonrió incomoda. Quiero aclararle que no tenemos la confianza suficiente como para que me llame “cariño” como si fuésemos amigas desde primero inicial, pero me muerdo la lengua y me contengo. Entonces me percato de la sorpresa que reflejan sus ojos cuando ve que Matías camina hacia mí con la botella de aceite que seguía en la lista. El rizado llega a mi lado y también puedo ver la sorpresa en su mirada, pero rápidamente es remplazada por una de confusión.

-¿Yo te conozco?- pregunta Matías, aunque suena más como una afirmación. La pelirroja parece incomoda por un breve segundo, pero parece recomponerse rápidamente.

-No lo creo, yo soy nueva en este lugar- dice con una sonrisa que no le llega a los ojos

Un silencio incomodo se instala entre nosotros luego de esas palabras y aunque quiero alejarla de mí, no quiero que piense que soy una antipática, así que tomo aire y hablo.

-Y… ¿vienes de compras?- quiero golpearme cuando analizo la pregunta que acabo de soltar. Es obvio que no va a venir a criar conejos a un supermercado. Ella parece divertida con mi momento vergonzoso y suelta una pequeña risa.

-Sí, es lo que se suele hacer- responde, aunque sé que solo intenta seguir el juego. No puedo evitar dibujar una sonrisa.

-Sí, lo sé, fue una pregunta tonta- digo sin borrar la sonrisa y me grito hacia mi carro de compras que ya está completamente lleno –Bueno, Miru… ¿Puedo llamarte así, verdad?- pregunto rápidamente y ella asiente –Creo que nosotros ya hemos terminado- veo el suyo, completamente vacío y decido hacer un esfuerzo. A lo largo de estos dos meses no he hecho ninguna amiga y hoy tengo ánimos de que eso cambie -¿Quieres que te acompañemos mientras buscar lo que tengas que comprar? Digo, por si te sientes algo sola- ella fue la que se me acercó, es mi turno de cooperar. Sus ojos parecen brillar de alegría al oírme decir eso y algo de remueve en mi interior. Siento que estoy haciendo algo incorrecto.

-¡Claro! No me animaba a pedírtelo, pero ahora que te escucho decirlo, ten por seguro que no desaprovecharé la oportunidad- dice con claro entusiasmo y empezamos a recorrer los pasillos del lugar.

Al final la pelirroja no termino resultando tan irritante, sino todo lo contrario, es espontanea, liberal, decidida y no tiene filtros para decir lo que piensa y aunque es todo lo contrario a mí, terminamos congeniando bastante bien.

Tu pasado, mi tormento|✔Where stories live. Discover now