Capítulo 46

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-Vamos, Romina, tienes que comer algo- insiste Lucas por tercera vez y hago acopio de toda mi tolerancia para tragar una de las galletas que me pasa.

No sé cuanto llevamos en la sala de espera, pero ya se me está haciendo bastante incómodo estar sentada y no paro de cambiar de posición, aunque todas terminan siendo igual de molestas.

Vanessa se fue hace unos minutos, aunque no dijo la razón, y desde entonces estamos solo Lucas y yo. Elena no se presentó, porque no quiere que Lucia esté expuesta a la posibilidad de agarrar algún virus hospitalario, aunque, según Lucas, ella prometió visitarme apenas regrese a casa.

En cuanto a mi familia, no avisé a nadie, no quiero preocuparlos. Además, fui la menos afectada en medio de ese caos, físicamente hablando. No tiene sentido que los llame. El pueblo queda lejos, ya casi anochece, mañana mis tíos tiene que trabajar y mi abuela no puede venir sola. Cuando ya todo esté más calmo, yo voy a ir hasta el pueblo para contarle lo ocurrido, mientras tanto, pienso a dejar las cosas como están.

-Tengo una pregunta ¿Cómo fue que supiste donde estábamos? ¿Los medio estaban trasmitiendo todo en vivo?-

La verdad es que hasta ahora, no me había detenido a pensar en eso. Aunque mi deducción tampoco es muy valedera, ya que el viaje hasta el bar lleva una media hora desde la ciudad y los medios locales habían llegado apenas quince minutos antes que Lucas

-Esas fueron dos preguntas- ruedo los ojos ante el comentario del castaño, pero no digo nada –Y fue Santiago el que me fue a avisar a casa de que habías tenido un problema- explica y yo lo miro confundida.

-¿Santiago?-

-Sí, el chico rubio que entró conmigo al bar- me remonto al momento que Lucas llegó a donde estábamos nosotros y recuerdo con quien ingresó.

Suelto un suspiro y me tomo el puente de la nariz.

-Es Sebastián, Lucas, Sebastián no Santiago-

Él piensa unos segundos y luego asiente con una sonrisa avergonzada.

-Tienes razón-

Igual no sé de qué me quejo, si yo también casi le dije Santiago la segunda vez que vi al rubio.

De repente veo como se pone serio y me mira fijamente. Ya sé lo que viene y ahora la avergonzada soy yo.

-¿Cómo fue que terminaste en medio de todo este lio?-

Esta vez no necesito que me lo pida para meter una galleta entera en mi boca y si poder ganar tiempo antes de empezar a hablar. La verdad es que es una historia que incluso a mi me cuesta creerla.

Me tomo el tiempo de organizar mis ideas y le voy contando todo, poco a poco, intentando ser lo más clara posible. Le cuento la historia desde que llegue a la ciudad, como me encontré con Nicolás, la mentira de Matías como mi hermano, como conocí a Miranda el día del club y como la volví a encontrar en el supermercado; le cuento acerca de los mensajes, el auto gris con la puerta abollada y el faro roto, y por último, le cuento acerca de mi encuentro en la tienda con Iván y la advertencia de Miranda para que no confíe en su ex novio y asesino de mi amiga. Para cuando termino de hablar, Lucas ya tiene la mandíbula que le llega al suelo, pero no lo culpo, la verdad es que es demasiada información que digerir.

-¿Lo dices en serio?- pregunta incrédulo y yo lo miro con una ceja alzada.

-¿De verdad piensas que tengo ánimos de jugar con algo así?- mi tono sale más alto de lo que espero, pero no me retracto, la verdad es que estoy un poco molesta y no me importa intentar ocultarlo.

Lucas niega con la cabeza y luego, sin decir nada, me abraza.

-¿Y eso?- pregunto confundida por su cambio y él pasa su pulgar por mi mejilla, para retirar una lagrima que no había notado. No sé en qué momento pasó, pero estoy llorando, otra vez. Esto se me está haciendo costumbre y no es bueno.

Tu pasado, mi tormento|✔Where stories live. Discover now