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Seokjin vivió unos buenos veinticuatro años. Era estudiante de profesorado en letras, y estaba en el club universitario de natación. El muchacho de espalda grande no era demasiado popular, de hecho, al haber entrado en su carrera tras descubrir que las artes no eran lo suyo, estaba cursando materias con personas un par de años menores que él. Prefería mostrarse en público para algo más que causar una buena impresión. Quería enseñar. Enseñar bien, y dar a conocer las maravillas de una buena clase dada por alguien a quien le apasiona lo que hace.

Por fortuna, su familia no se había opuesto a tan drástico cambio. Pasar de querer pisar un escenario a querer pisar un aula eran cosas muy distintas, pero Seokjin era afortunado en contar con personas que querían que fuera feliz.

Visitaba a sus familiares no muy seguido, pues debía salir de la ciudad y eso suponía un atraso considerable en sus actividades universitarias.

Finalizó sus estudios primarios y secundarios ganándose amistades que actualmente frecuenta poco, alguna que otra persona de su desagrado y un par de amores olvidados.

Le han interesado los hombres desde que tiene uso de la razón, y ha pasado por un par de amoríos pasajeros sin volverse nada serio. La última vez que se enamoró perdidamente, olvidándose por completo del mundo, fue de su vecino y mejor amigo de la primaria, un chico menor de nombre Jung Hoseok.

Jamás había conocido a alguien como él, tan lleno de vida, de alegría, de pasión. Eran niños, claro, y Seokjin nunca le hizo saber sus auténticos sentimientos, pues temía arruinar la amistad que ambos compartían. Finalmente, tras la mudanza de la familia del menor, perdió todo contacto con él.

Seokjin no era alguien que pensara demasiado en el pasado, pero a veces se sorprendía a si mismo recordando la inmensa sonrisa característica de quien había sido su primer amor. Se preguntaba dónde estaría él ahora y qué estaría haciendo con su vida.

Hoseok era una persona muy brillante y alguien que disfrutaba de la atención, por eso estaba decidido a ser un artista. Quería crear cosas que la gente pudiese admirar, y eso impulsó al mayor a querer hacer con su profesión algo parecido.

Para bien o para mal, ahora estaba estudiando letras, y en camino a ser un respetable profesor.

Las relaciones que tuvo después fueron bastante superficiales, el castaño nunca creyó que volvería a enamorarse de alguien con tanta ilusión como le había ocurrido cuando era un niño. Sin embargo, uno de sus compañeros le demostró lo contrario.

El nombre del muchacho en cuestión, era Jeon Jungkook. Un joven de apenas diecinueve años, cursando dos materias de tercer año donde ambos coincidían. Jungkook tenía el cabello negro, un desempeño bueno y una personalidad bastante tímida. En esto último, era completamente opuesto al niño pelirrojo Jung Hoseok, quien era extrovertido y bastante ruidoso.

Seokjin seguía preguntándose cómo podría atraerle alguien tan diferente... Sobre todo, alguien tan menor.

Caminaba hacia su salón, dentro de la facultad de profesorados. Otra semana acababa de empezar. Tomó su lugar, el tercero de la izquierda, y se sorprendió gratamente al encontrarse con su mejor amigo de piel morena sentado en su respectivo asiento, justo detrás de él.

A pesar de que Kim Namjoon era menor, era conocido en toda la universidad por su inteligencia fuera de lo común. Fue capaz de adelantar varias materias y de hacer hasta dos años en uno, por lo que no compartían asistencia en todas las clases.

—Creí que estudiabas en la biblioteca —le saludó sonriente.

Namjoon apartó la vista de su libro, acomodó sus anteojos y respondió al saludo de su amigo extendiendo su mano amistosamente.

Find Me [◇TaeJin/JinTae◇]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora