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El camino de vuelta hacia la residencia del rubio hizo que Jungkook se olvidara completamente de la llamada que tenía pendiente con su novio. Se despidió del mayor en la entrada de su hogar, tras no poder quitar la vista de encima a las numerosas cajas de píldoras que había adquirido. Las que irían a parar a su estómago.

—¿Cuándo debes empezar? —preguntó, de pie en la entrada—. ¿Puedes trabajar así?

—Hoy mismo. Tengo anotadas las indicaciones para cada una... Y sí, Kookie, son sólo seis horas, no tengo excusa —sonrió encogiéndose de hombros—. Mi licencia terminó. Alguien debe cobrar los productos que los clientes quieran llevar... Gracias por acompañarme. Date prisa si no quieres llegar tarde a clases —le animó, con un golpecito en el brazo.

—Hyung, ¿vas a estar bien?

—Sí.

—Leí el prospecto de casi todas. Tienen efectos un poco nocivos —respondió, mirando nuevamente las pastillas sobre la mesa del interior—. Si te sientes mal, quiero que me llames ¿oíste?

Taehyung entonces entendió qué era lo que su amigo veía tan atentamente en la pantalla de su móvil. Ahora, sus ojitos oscuros miraban las cajas con cierta desconfianza, como si fueran paquetes conteniendo material radioactivo. Probablemente se sentía intranquilo.

—Oí, Kookie... Descuida.

—No estoy jugando —lo apuntó un momento.

—Yo tampoco. Serás el primero al que llame si llego a descomponerme. Te lo aseguro.

Jungkook asintió, un poco más calmado.
—Más te vale —lo miró con intención.

Taehyung sonrió ante aquella amenaza; y contuvo el aliento al sentir que el menor lo acercaba a su rostro pasando una mano tras su nuca, para pegar los labios a su frente.

—Nos vemos después —habló en voz baja, retrayéndose—. ¿Tae?

Su amigo estaba reteniéndolo con los brazos tras su espalda. Su cabellera rubia ahora le rozaba el mentón, y parecía como si quisiera esconderse en su pecho. La sensación de preocupación que el menor experimentó solo creció, cuando finalmente Taehyung se apartó y le enseñó una sonrisa.

—Nos veremos —respondió, antes de clavar su mirada en el suelo.

"¿Qué es lo que pasa?", "¿Por qué sonríes si parece que quieres llorar?" "¿¡Por qué no puedes decirme qué es lo que realmente sientes o piensas!?"

Y antes de poder soltar alguna frase, el mayor ya lo había empujado sutilmente fuera del departamento, despidiéndose una vez más.

Jungkook debatió sobre llamar a la puerta cerrada que estaba frente a sus ojos ahora, o emprender su camino para ir a clase. ¿Qué podía haber afectado así a su amigo?

Y del otro lado, Taehyung, con su espalda apoyada en la puerta, rogó que Jungkook optara por marcharse sin continuar insistiendo. Cerró los ojos con fuerza, tratando de agudizar su audición para distinguir el sonido de sus pasos alejándose. Estaba seguro de que no podía contenerse ni un minuto más ante él.

Transcurrió un momento, y finalmente supo que Jungkook estaba marchándose.

Eso era bueno. Por una vez, necesitaba dejar de escucharlo. Necesitaba dejar salir todo lo que se abarrotaba en su pecho sin preocuparse porque él pudiese verlo. Sin contemplar esa mirada suya llena de compasión que aparecía en sus ojos al verlo llorar. 

Contener sus emociones ante su amigo podía resultarle sencillo en algunas ocasiones, y en otras, como en ésta, simplemente le era imposible.

Taehyung creía que Jungkook merecía un respiro. Un descanso de estar siempre al pendiente de él, de ser asfixiado por esos problemas que no eran suyos, y esa mezcla de sentimientos entre la melancolía y el dolor que el mayor experimentaba casi durante todo el día.

Find Me [◇TaeJin/JinTae◇]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora