Capítulo 4| Mi última ida al infierno

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Cuando regreso a mi Distrito la nieve se ha tragado parte del andén de la estación del tren. Junto a la estación hay un campo despejado donde ponen a prueba tecnología de vuelo para el Capitolio, durante el invierno es solo terreno baldío y sin poder evitarlo, el paisaje me hace temblar de pavor por lo familiar que me resulta, es como ver una vez más el campo nevado de la Arena.

Hay dos kilómetros desde el centro de la ciudad hasta la Aldea de los Vencedores. Es una caminata corta para mi que estoy acostumbrada a recorrerla muchas veces a la semana, sin embargo hoy me resulta mucho más corta y es porque no quiero llegar.

No tengo el valor suficiente para llegar y pretender que todo marcha normal ante mi familia, así que no lo hago, me detengo en la casa junto a la mía, y toco a la puerta de Enzo Harriet.

—Estuve en el Capitolio—explico en cuanto él abre la puerta, acto seguido, su expresión cambia por una más compasiva. Atravieso la puerta de su casa y me mantengo de pies en medio del salón.

—¿Estás bien?—me pregunta. Estoy bien aterrada.

—No. No lo estoy—respondo, sacándome el grueso abrigo de lana—. Necesito algo para tranquilizarme.

Enzo es mi proveedor oficial de calmantes, y todo tipo de medicamentos que me ayuden a apaciguar la ansiedad que me consume. No soy una adicta como otros vencedores, pero necesito de una que otra píldora para mantener a raya el funcionamiento normal de mi sistema nervioso.

Él me mira fijamente, a pesar de que no le agrada la idea de que consuma medicamentos, nunca me ha negado una dosis. Él sabe que lo necesito para no perder la cabeza, y mucho más en esta época del año, los inviernos me traen muy malos recuerdos y admito que me pongo algo loca y paranoica cuando comienza a caer la nieve, así que consumo pastillas como si dependiera de ello.

—No creo que sea una buena idea, Alyssa. Ya has tomado demasiadas estos últimos días. Deberías descansar.

—Me gustaría poder descansar, pero es imposible si sigo escuchando gritos de dolor en mi cabeza—respondo. Los gritos que escucho ya no sólo son de mis víctimas, ahora también son míos.

—¿Qué te paso...?—me toma de la muñeca para examinar la herida vendada que tengo. Aparto la mano bruscamente y retrocedo con el corazón a mil.

—¡No me toques!—grito alterada a pesar de que él nunca ha intentando herirme—. Lo siento, lo siento—agrego de inmediato. Él frunce el ceño y me exige una explicación con la mirada.

—¿Snow te hizo eso?—niego lentamente y me estremezco del asco de forma instantánea ante el recuerdo de Markus Lee tomando el cuchillo para cortarme—. ¿Tienes más?— camina hacia mí, y de forma instintiva retrocedo hasta chocar contra la pared—.Tu cara, usas maquillaje.

Diablos, creí que no iba a notar las marcas debajo del maquillaje.

—Necesito un calmante.

—¿Quién te hizo esto?

Comienzo a temblar—.Markus Lee—respondo en voz baja—. Es un sádico psicópata que está obsesionado conmigo—agrego.

Temo que Enzo me pregunte cómo fue, no creo poder decirle todo lo que ese malnacido hijo de perra me hizo. Juro que siento que aún huelo a sangre.

—Tu madre vino preguntando por ti anoche—me informa luego de un largo silencio entre ambos—. Estaba muy preocupada con lo de Jason, y tu siendo llevada por los Agentes de la Paz.

—No puedo ir a casa y ver a mi mamá.

—Está preocupada por ti.

—Déjame quedar aquí sólo por esta noche—suplico, él asiente.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Where stories live. Discover now