Capítulo 20| La voz de los muertos

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Johanna Mason

No puedo apartar la mirada de Alyssa, por más que la odie y la crea una estúpida, me siento incapaz de dejar de mirarla. Es cómo sí fuera un fantasma, sentada en la arena, con la piel tan pálida cómo la de un cadáver, los ojos hundidos y la mitad del rostro sucio de sangre seca. Está destruida.

Tal vez no puedo apartar la mirada porque me resulta imposible de creer que su belleza se ha ido. Todo por lo cual tantos hombres morirían y matarían en el Capitolio se ha desvanecido.

No es más que un saco de huesos, listo para ser sepultado.

—¿Johanna?—me sobresalto al oír mi nombre, Finnick se sienta junto a mí.

—Mírala, está irreconocible—señalo a la chica con la mirada, pero Finnick no la ve.

—El plan, Johanna, el plan—me recuerda Finnick, trazando un círculo sobre la arena con un cuchillo—. Es lo único que importa ahora.

Me sumerjo nuevamente en el plan. En nuestro plan necesitábamos a la Reina Roja, pero cómo ahora no está, ella solo es una carga más, que yo no tengo ningún problema en soltar aquí para nada.

—¡Katniss!—escucho el grito, proveniente de una voz tan chillona que solo puede ser la voz de un niño. Todos los oímos, Finnick deja caer el cuchillo y los ojos verdes se le llenan de miedo.

Lo mismo sucede con Katniss, pero peor, su rostro se transforma en la viva imagen del horror y la desesperación.

Sale corriendo entre los árboles.

—Quédense aquí, yo iré—grita Finnick, siguiéndola de inmediato. Ambas figuras se pierden en medio de la maleza, observo el rostro de mis compañeros y todos nos echamos a correr detrás de ellos, excepto Alyssa.
A ella, Enzo tiene que tomarla de la mano y arrastrarla.
Siento como mi paciencia infinita por ella se acaba lentamente, es un estorbo. Y mató a Chaff.

—¡¿Johanna, que haces?!—me grita Peeta, al ver como me he sacado el hacha del cinturón y me encamino hacia Enzo, y Alyssa.

—Ella tiene que morirse—digo en voz alta lo que todos sabemos, pero ninguno ha tenido el coraje de admitir—. Es solo un estorbo en el grupo, yo no me voy a morir por su culpa.

Alyssa me mira, sorprendida.

—Un paso atrás, Johanna—dice su compañero de Distrito, tiene empuñada la espada de Alyssa y me apunta a mi—. Le pones un dedo encima a ella, y yo que te corto la dos manos.

Yo soy más rápida, medito que le clavo el hacha a él, y luego a la Reina Roja, de aquí a que me intente atravesar el corazón con la espada, ya tendrá el hacha en el pecho.

—¿A la cabeza o al corazón?—le dejo decidir. No me molesta Enzo, pero sí tengo que pasar sobre él para llegar hasta Alyssa, con gusto los mataré a los dos.

—Johanna, no—me dice Peeta, al margen de nuestra conversación—. Para.

—¿Por qué tendría que parar, eh?—respondo—. Alyssa arruinará todo, hará que nos maten, Peeta. A ti, a Katniss y a su bebé.

Menciono al bebé para hacerlo entrar en razón, aunque yo no creo que exista tal criaturita viva dentro de Katniss. Eso debió ser un montaje ideado por Haymitch para el Capitolio, de lo contrario, él nos lo habría dicho.

—Baja el arma, Johanna—insiste Peeta, tenso.

—Necesitamos ayuda contra los profesionales—argumenta de forma lógica Beetee, mirándome fijamente—. No es sensato matarla todavía.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Where stories live. Discover now