Capítulo 11| Desfile de Tributos

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—¡Esas ojeras!—se horroriza Glissa, una de mis estilistas al verme el rostro por la mañana. Su tono chillón acaba de bajarme todo el ánimo, hoy tendré que pasar el día entero con ellas preparándome para el Desfile de Tributos.

Intento tomar la taza de chocolate caliente de la mesa del desayuno, pero estúpidamente se escapa de mi mano y cae en el suelo haciéndose añicos. Me parece divertido cómo hasta una insignificante taza de porcelana se escapa de mi control.

Un avox, esclavo sin lengua del Capitolio,corre con prisa a limpiar el desastre que hice en el suelo.

—No, no te preocupes yo...—dejo la frase a medias al notar la mirada de Enzo suplicando que haga silencio, y es porque Angie tiene el ceño fruncido y los ojos llenos de desagrado en dirección al avox.

—Ese es su trabajo, Alyssa—me dice con voz gélida Angie. 

No, ese no es su trabajo, es su castigo.

—Lo siento tanto—susurro en dirección al avox mientras tomo asiento. El hombre evita mirarme, y luego de recoger y limpiar los trozos de porcelana y chocolate se marcha.

—Mark y yo trabajamos toda la noche terminado de confeccionar los trajes para el día de hoy—informa Lucrezia, mirando a su compañero Mark, que se encarga de vestir a Enzo—. Cómete rápido el desayuno, Alyssa, que tengo que probarte tu vestido.

El hambre que sentía se ha desvanecido, pero en la mesa todos me miran y sé que debo hacerlo.

Me sirvo tostadas, un poco de fruta, y tomo la olla del chocolate derretido y la vuelco casi toda sobre mi plato. Sé que a Angie le irritan mis modales en la mesa, por lo cuál evito tomar un tenedor, y voy comiéndome todo lo que está en mi plato con las manos.

Se horroriza, y veo que se muere por regañarme, pero increíblemente y contra todo pronóstico prefiere levantarse de la mesa e irse.

Una sonrisa victoriosa se instala en mis labios, pero se esfuma con velocidad en el momento en que el ascensor se abre y de él, baja Markus Lee con Agentes de la Paz cargando ramos enormes de rosas rojas.

Es como sí viera la encarnación de mis propias pesadillas caminar en el salón hacía mí.

Quiero correr, pero por más que le grite a mi cerebro que reaccione, el miedo es más poderoso y me mantiene inmóvil en la silla.

—¡Oh, aquí está, mi Vencedora favorita!—anuncia Markus, viéndome con una gran sonrisa—. Te he traído regalitos, amor mío.

Enzo se levanta en cuánto el ex Vigilante Jefe da un paso hacía mí.

—Markus, que placer que vengas a visitarnos—saluda, teniendo su mano hacía él.

—Consideré apropiado pasarme un momento a ver a mi Reina Roja ante de los entrenamientos. Este año, volveré a mi puesto de Vigilante—responde Markus, muy amigable, aunque no acepta la mano de Enzo.

—¿Señor, dónde dejamos esto?—pregunta uno de los Agentes de la Paz con referencia a las rosas.

—En la habitación de Alyssa—responde Markus.

Tanto mi equipo de preparación como Mark contienen el aliento ante la presencia de Markus, para ellos, él es un personaje muy distinguido e importante, verlo es un honor. Sí tan sólo supiera el monstruo que en verdad es.

Markus se inclina hacía mí.

—Snow me dijo que las rosas eran tus favoritas—susurra con su aliento caliente en mí oído, por un instante tengo la sensación de estar en el borde de su cama, cubierta de sangre, mientras le ruego llorando que no me toque—. Tal vez venga de visita esta noche, luego del Desfile.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt