Capítulo 10| Alyssa y Annie

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Finnick Odair

—¿Alguna vez pensaste que Snow nos mandaría a la Arena de nuevo?—pregunto, para quebrar el silencio entre nosotros, y distraerla del tema de Annie.

No entiendo porque me preguntó por ella, pero tampoco quiero hablar de Annie con Alyssa, por cierto motivo me es inquietante.

Ella niega, no parece ser una persona muy conversadora, lo cuál me resulta enloquecedor, porque tengo la inusual necesidad de oír su voz.

—¿Te estoy incomodando?—pregunto, con una pizca de desesperación.

Una tierna risa silenciosa brota de sus labios rosados, y el ruido exterior se ahoga, nada más puedo oírla a ella.

—¿Incomodando?—repite, miro directamente sus ojos, tiene largas y espesas pestañas negras, y ojos azules. Hay cierto toque de oscuridad dentro de su mirada, me pierdo dentro de ella cómo si sus ojos fueran la profundidad del mar, y con cada vistazo qué doy, quiero sumergirme más y más—. Sí sigues mirándome fijamente sí.

Reacciono rápidamente y aparto la mirada.

—Es que, tus ojos...—intento explicar.

—Son menos increíbles que los tuyos—interrumpe ella, sonriendo. Su sonrisa amable puede resultar sombría con la oscuridad que trasmite la mirada maligna que me está dando.

No, su mirada no es maligna, es algo más, algo que no reconozco.

No comprendo cómo, pero de una forma sobrenatural sus ojos trasmiten un poder que nunca antes había presenciado. Un poder que me atrae hacía ella con una fuerza increíble.

—No, estaba a punto de decir lo contrario—respondo—. Nunca oí qué la Reina Roja tuviera ojos tan llamativos.

—¿Entonces, qué oíste de la Reina Roja?—pregunta.

¿Qué oí?

Qué es peligrosa en la Arena, qué el Capitolio la ama, y que es hermosa de una forma que te quedas corto al explicar.

—No mucho—miento, luego de nuestro encuentro en la fiesta de Markus Lee, me tomé el trabajo de investigar sobre ella, incluso miré sus Juegos—. Qué eres prisionera de Snow...—digo, dudoso de que sea una buena idea abarcar ese tipo de conversación.

Alyssa muestra serenidad ante mi comentario.

—Tú me viste ese día—dice—. Con Markus.

La simple mención del recuerdo me produce malestar, es casi insoportable. Verla es insoportable, saber que luce tan frágil y que ha tenido qué soportar todas las sucias artimañas del presidente Snow me llena de rabia.

Es cómo tener que soportar qué Snow intente hacerle eso a Annie.

Y por algún motivo, mi cerebro sólo logra conectar a Alyssa con mi Annie, es tan descabellado, porque ambas no podrían ser más diferentes. Y no sólo físicamente, diferentes en todo lo qué implica la palabra.

Quizás es la fragilidad que veo en ambas lo que las hace familiares ante mis ojos. Sea lo que sea, no lo sé.

—Lamento no haber podido...

—Finnick, está bien—me asegura, dejando escapar un suspiro de resignación. Alyssa se acerca a mí, tanto que tengo la sensación de que dejo de funcionar, toma mi mano con la suya, su tacto es escalofriante—. No había nada que pudieras hacer.

Una vez que ella dice eso, internamente algo en mí se llena de impotencia.

—Tienes razón—respondo, apartando su mano de la mía con brusquedad. Ella me mira extrañada, no ha sido mi intención ser tan tosco, pero no puedo contenerme, la furia invade mi ser con una fuerza voraz—. Ten buena noche—agrego al alejarme en dirección al ascensor.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Where stories live. Discover now