Capítulo 19| Inestable

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Por algún motivo lo sé, tengo la imágen clara del reloj moviéndose dentro de mi cabeza, con las manecillas girando lentamente cada segundo señalando porciones específicas de la Arena. Activando un nuevo horror cada hora.

Wiress tiene razón, pero sólo Katniss Everdeen y yo parecemos comprenderlo, los demás necesitan una explicación más detallada para aceptar la idea, por lo cuál sugieren acercarnos a la Cornucopia, y observar la Arena desde el centro del reloj. De igual forma tenemos que movernos, la zona en la que estamos ya no es segura.

Enzo se mueve a mí lado, ha estado muy callado, la mirada que tiene en el rostro me es  muy clara, estar de vuelta en la Arena es lo peor que le ha sucedido.

Cuándo llegamos a la Cornucopia el sol está en lo alto del cielo, y la jungla parece más pacífica y silenciosa de lo que es en realidad, no hay señal alguna de los demás tributos. En este mundo solo parecemos existir nosotros.

Tener aliados es una sensación inquietante, pensando en el hecho de que quizás uno de ellos acabe conmigo en cualquier punto, posiblemente Johanna, es ella quién menos me soporta.

Mi grupo se reúne en la entrada del cuerno, trazan un mapa sobre la arena guiándose por la punta de la Cornucopia que señala hacía las doce, y trazan las horas a las cuales corresponden las secciones. Wiress sostiene el rollo de alambre ensangrentado que Beetee logró  rescatar  y da inició a la horrible canción del gato, el ratón y el reloj que repite constantemente ahora. Su voz se apaga en mis oídos luego de unos segundos.

—Ven aquí—me pide Enzo, llevándome dentro del cuerno de oro para revisar las armas.  Miro el desorden de metal regado por el suelo, hay hachas, tridentes, cuchillos, flechas y lanzas, tantas armas y una sola espada, la mía—. ¿Qué sucede con Finnick?

—¿Qué?—respondo, confundida. No entiendo su pregunta, ¿Cómo así que qué sucede con Finnick?

—¿Sientes algo por él?

No entiendo de dónde surge su inquietud por Finnick.

—No—respondo con firmeza, aunque en el fondo de mí, una punzada de dolor me presiona el pecho.

Hay asuntos más importantes que discutir en estos momentos, y Enzo me pregunta por el tributo de un Distrito ajeno al mío.

—¿Por qué lo dices?—pregunto, al tiempo que me giro hacía los demás para buscar a Finnick con la mirada.

Un intento de grito surge en mi boca al ver cómo el tributo del 1, Gloss, se encuentra detrás de Wiress y le ha abierto el cuello con un cuchillo. Cashmere, Brutus y Enobaria surgen del lado contrario del cuerno, de haber tenido visibilidad completa los habríamos visto venir.

El enfrentamiento ocurre con rapidez, aunque para mí son como mil años el tiempo en el que saco la espada del cinturón y la levanto en contra de mi adversario. Cashmere toma una larga navaja e intenta arrojarla contra Peeta, pero Finnick logra desviarla y se le clava en el muslo, una mano fuerte y grande me toma por la cintura y me empuja hacía atrás, Enzo.

Escucho gritos, quejidos de dolor y las flechas disparadas de Katniss Everdeen, pero no veo nada, estoy conmocionada. Mi mano derecha sostiene con fuerza la espada, tanto que ya no siento la mano. Estoy estática, hasta que veo venir a Chaff del Distrito 11 corriendo hacía mí con una lanza. La energía que siento en ese momento me resulta antinatural, una sonrisa genuina se forma en mis labios, y las manos me dejan de temblar.

—¡Alyssa, no!—alguien grita, o tal vez sea yo quien grite. No lo sé.

La siguiente cosa que sé con certeza, es que el hombre del 11 está frente a mí, mi espada atraviesa su pecho y la sangre brota por su boca, retiro la espada lentamente y el cuerpo cae. No dudo ni un segundo, ni un solo momento, en levantar la hoja de la espada y dejarla caer sobre su cuello, el chorro de sangre espesa y caliente me baña toda, mientras la cabeza rueda hacía las rocas. El olor a carne, hueso y sangre que invade mi nariz me hace que sea imposible darle una mirada más al cuerpo mutilado.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Where stories live. Discover now