Capítulo 14| El Puntaje de los Vigilantes

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Para la hora del almuerzo, uno de los Vencedores ha tenido la grandiosa idea de juntar las mesas para que así todos comamos juntos.

Sí, porque es una idea genial reunirnos para almorzar y luego rebanar nuestras gargantas cuando estemos en la arena, una táctica increíble.

—Abran espacio, que ahí viene la Reina Roja y su enamorado—escucho que se ríe Chaff, el alcohólico del 11, y que de por sí, vive la vida por medio de bromas y burlas de todos los que lo rodean.

Ese beso que Enzo me dió no sólo sirvió para enfurecer a Markus, sino que entre los demás Vencedores al parecer se volvió tema para comentar.

Para mí aún no sé que significa, y no quiero pensar en ello siendo honesta. Creo que estoy muy cansada para agregar más martirio mental, estos son mis últimos días y los tomaré con mucha calma.

—Alyssa, tu uniforme es tan guay—me sonríe Cashmere. No puedo creer que haya utilizado la palabra “guay” es una expresión tan Capitolina. 
Es un comentario amable, pero viniendo de ella me suena como una amenaza que debo tomar muy en serio. He oído un poco sobre Cashmere, fría cómo un tempano de hielo, aunque muy educada—. Ese color es encantador—agrega.

—Gracias—respondo, simulando una sonrisa amigable.

—¿Y Finnick?—alguien pregunta en la mesa. Busco con la mirada a mí alrededor para ver sí lo veo, pero no está, la ilusión de verlo se desinfla dentro de mí .

Se marchó con tanta prisa junto a Johanna que no tuve tiempo de agradecerle por la clase con el tridente.

—Señorita Hough—llama un Agente de la Paz, atravesando el comedor. Todo el mundo se calla de golpe y me mira rápidamente—. Necesitamos que nos acompañe...—dice—. Si su compañero intenta intervenir, me temo que tendremos que actuar de forma agresiva—agrega al ver que Enzo se levanta a mí lado.

No dejará que Enzo resulte herido a causa mía. Me levanto de la mesa, apartando la mano de él que se aferra a la mía con fuerza.

Los demás Tributos contienen el aliento por la tensión del ambiente.

—Estaré bien—le aseguro, pero la verdad es que no es más que una mentira. 

—No es justo—me dice, lleno de rabia por su impotencia ante lo que sucede.

—Terminará pronto.

Me alejo del comedor siguiendo al Agente de la Paz a través del pasillo. Voy camino a la venganza personalizada de Markus Lee. Enzo me besó ante él, debió haberse fastidiado bastante. La verdad es que no me importa lo que está a punto de suceder, no estoy aterrorizada, no estoy furioso, no siento nada.

—Adelante—el Agente de la Paz señala la puerta blanca sin marcación al final del pasillo—. Está esperando por usted.

Entonces, aquí estoy. A la merced de algo más grande que yo, algo tan poderoso que me deja sin escapatoria.
Creí que podía huir de Markus, que matarme en la Arena sería suficiente, pero no. Él quiere más, necesita más de mí.

Y no tengo nada.

Nada de mí que aún quede para dar. Nada que perder.

El pomo de la puerta está frío, y hace un sonido diminuto al girar para abrirse. La habitación es demasiado blanca, y está infectada del aroma de perfectas rosas rojas recién cortadas.

—Señorita Hough, que alegría me da verla.

No es Markus Lee, es peor.

¿Alguien me inyecta plomo en las venas, porque me siento mil kilos más pesada, o sólo es mi cerebro entrando en pánico por qué tengo ante mí a la persona más cruel y sádica que conozco?

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Where stories live. Discover now