Capítulo 28; Ser amado.

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Finnick

Me despierto con el corazón desbocado en el pecho y la sensación de terror que me acecha constantemente en los últimos meses. Suelto un grito, y de inmediato, Annie junto a mi se incorpora igual de asustada.

—¿Finnick, qué...?—me pregunta con un hilo de voz. Ya me he levantado de la cama, y he encendido las luces de el compartimiento que la presidente Coin me designó luego de mi salida del hospital seis semanas atrás, y que comparto con Annie desde su rescate del Capitolio. Los trajes que recién usamos en nuestra boda están  regados en medio del desastre que es el lugar.
Ella se levanta y no hace nada para cubrirse el cuerpo desnudo, se encamina hacía mi y me pone la mano en el pecho, sobre mi corazón latiendo con fuerza—. Todo está bien, Finn. Ahora estamos juntos, y a salvo.

Tiene razón, ahora lo estamos. Unidos por el sagrado matrimonio para siempre.

Por un momento me es raro que sea Annie quien esté dándome tranquilidad, dado que generalmente la situación es al revés.

Cierro los ojos y choco mi frente con la suya, e intento con todas mis fuerzas sentir algo, que su tacto y su cercanía me produzca paz. Sus brazos pequeños me rodean, y la distancia entre los dos se acorta...Es mi Annie, sus brazos antes eran un refugio, ¿Por qué ya no lo siento así, por qué ya no me produce nada?

La vocecita tediosa de mi cabeza me responde enseguida.

Alyssa.

Y noto una punzada de dolor, mezclada con remordimiento en el pecho. Ladeo la cabeza rápidamente, con la intención de ahuyentar su fantasma de mi memoria. Alyssa se ha ido, recuerdo con un dolor agobiante.

—Ven aquí—me pide Annie, su voz es dulce y pacífica, me guía hasta la cama, y me sienta en el borde. Mi mirada se pierde a través de su cuerpo desnudo, y la culpa me embarga al notar que no puedo si quiera ser capaz de desearla, siento el impulso de pedirle que se aparte, pero no logra emitir más que silencio. Se inclina hacía mi y me da un suave beso—. ¿Qué ocurre...?—susurra en mis labios al ver que estoy inmóvil.

—Estoy cansado—miento, bajando la mirada apenado.

Ella se aleja bruscamente, y sus bellos ojos se llenan de lágrimas.

—Ya no me amas—concluye de inmediato, con un terror que me parte el corazón.

—No, mi amor, eso no es así—la contradigo, levantándome hacía ella—. Te amo, Annie Cresta y quiero pasar el resto de mis días contigo...

Annie es todo lo que me queda.

Si tan solo pudiera soltar el pasado que me atormenta, si tan solo pudiera soltar... Tendría un nuevo futuro, un nuevo hogar en un nuevo mundo luego de la guerra, tendría una familia con Annie, y seríamos tan felices.

—Estás mintiéndome, Finn.

Tengo que soltar.

—No, mírame, mírame—tomo aire, y utilizo toda mi fortaleza para mirar a los ojos de esa pobre mujer, y mentirle—. Eres mi vida entera, y ahora estaremos juntos para siempre.

Me comienza a doler el corazón, pero también me comienza a arder la sangre en las venas...Estoy furioso, por perder a Alyssa, por no amar a Annie, por tener que mentirle, por sentirme tan terrible como me siento.

—Finn, eso no es así...—intenta decir, pero la interrumpo con un beso, la aprieto entre mis brazos con tanta fuerza. Ella se emociona mucho más, me devuelve el beso con la misma pasión. Me necesita.

Me necesita y yo me siento tan enojado.

Odio esto. Odio esto. Odio estar haciéndole esto a Annie.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Where stories live. Discover now