Capítulo 29; Alyssa está muerta.

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Alyssa:

Veo venir a Finnick hacía mi, con el rostro pálido y los ojos brillantes a causa de las lágrimas

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Veo venir a Finnick hacía mi, con el rostro pálido y los ojos brillantes a causa de las lágrimas. Creo que Zachary intenta decirle que se aleje, que se vaya, pero Finnick no lo escucha, sino que salta sobre mi y se aferra a mi cintura como si su vida dependiera de ello.

E intenta decirme algo, pero el mar de lágrimas que brota no se lo permite.

Este hombre...se hace pedazos conmigo entre sus brazos. Entierra su rostro en mi pecho y llora por lo que yo siento es una eternidad. Acaricio sus rizos con mis manos suavemente, y al igual que él, me quedo callada. ¿Cómo qué podría realmente decirle?

—Finn, está bien. Ella está bien—es la doctora Clarence quién interviene luego de un largo periodo. Finnick no parece entenderlo, ni estar dispuesto a soltarme.

Yo no sé que hacer en verdad.

—Creí que te perdía—susurra, o más bien llora.

—Finn, tienes que soltarla—insiste la doctora—. Tiene que descansar, para ponerse mejor.

—No. No. No puedo—responde Finnick, me aprieta con más fuerza y comienza a dolerme las costillas, pero no me quejo. No me quejo porque sus brazos a mi alrededor son lo único que me mantiene aquí, que me hace sentir que en verdad estoy viva. Él levanta la vista hacia mi, con esos ojos tan preciosos y se inclina para besarme.

Y yo permito que lo haga, porque él ahí, me hace sentir que no estoy en el peor lugar que podría existir, que no he intentado acabar con mi vida, que no estoy acabada.

Sus labios se sienten extraños, quizás porque están ligeramente humedecidos por las lágrimas. Pero no es un mal sentimiento, aunque todo el mundo esté con los ojos de seguro llenos de asombro sobre nosotros, en ese momento solo existimos Finnick y yo.

Pero luego, la realidad me cae encima, y nos aplasta a ambos.

—¿Finnick?—pregunta con voz temblorosa la mujer con la que se consagró en sagrado matrimonio hace un par de horas.

Finnick corta nuestro beso, pero sigue aferrado a mi cintura. No me puede soltar, pero yo quiero que lo haga. No soporto ver a Annie, a metros de mi, con el rostro pálido y empapado de lágrimas mientras me atraviesa con sus ojos verdes. Tiene la mirada de alguien a quien le han roto pedacitos el corazón, el alma, el espíritu, todo.

—Todos salgan—interviene un médico—. Por favor, todos—insiste. La situación es... sencillamente horrible.

Los guardias tienen que intervenir para que Finnick Odair me suelte. Veo como se lo llevan arrastras por el pasillo, y detrás de él, a una Annie desorientada que parece perdida, y destruida. Plutarch y Haymitch quedan como flotando en el aire, hasta que el Sinsajo y el soldado Hawthorne se asoman por la puerta con una mirada de pánico hacía mi y ellos se acercan a explicar lo que ha sucedido.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Where stories live. Discover now