Capítulo 27| El Distrito 2

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Alyssa

El campamento rebelde del Distrito 2 es una porquería, llevo seis semanas y lo único que ha logrado agradarme es que aquí a nadie le importa quién soy. Soy solo un simple soldado más, no la puta Reina Roja.

—Ahí va el Sinsajo de nuevo—escupe al suelo mi compañero de unidad. Es un hombre que roza casi los dos metros, y sus brazos corpulentos son cuatro veces más anchos que los míos. Le llaman Bergen. No habla demasiado, y está enojado todo el tiempo—. Ya quisiera verla en un campo de batalla, a ver si su traje se ve tan reluciente—se está quejando de Katniss, y de la nueva propaganda que han puesto al aire. Sé que el Capitolio atacó el 13, pero de acuerdo con los reportes que recibimos, satisfactoriamente nadie murió y los daños materiales son reparables. Luego de eso, Katniss estuvo en el Distrito 8 que ha sido atacado con brutalidad, y hubo un enfrentamiento. Le envió un mensaje directo a la rata de Snow.

«Si nosotros ardemos, usted arderá con nosotros»

Es un buen eslogan para una propaganda.
Curiosamente ninguna de las propagandas en las que mi rostro estaba ha salido al aire. Y no lo harán. Ya no soy ninguna celebridad rebelde.

Soy nada.

—Hough, pásame mis botas—me grita Bergen de repente. Extiendo rápidamente las botas en su dirección. Los primeros días sus gritos me hacían estremecer, ahora no.

Nunca imaginé que terminaría en un frente de batalla que fuera peor que Los Juegos del Hambre. Los primeros días resultó...infernal, el ambiente era asfixiante. El retumbar constante de los soldados del Capitolio desde las montañas contra el de los grupos rebeldes que se encaminaban hacía ellos con el fin de tomar la montaña, que esconde en su interior un cuartel súper importante del Capitolio del que nadie me explica nada. Sigue siendo infernal, pero ya no lloro por las noches. En general, ya no lloro. Es como si me hubiera vaciado el cuerpo de lágrimas.

—Parece que finalmente la suerte está de nuestro lado—comenta Bergen—. Iremos a una misión.

Se me para el corazón en el pecho del terror un momento.

No estaba autorizada para salir a misiones dado que no tenía entrenamiento militar, pero hace tres días recibí mi certificación. No me fue bien en el entrenamiento, aunque al menos me sirvió un poco para recobrar mi estado físico saludable, bajar los kilos de más que comenzaba a tener y distraer mi mente, aislarme de los fantasmas que me persiguen.

Ser un soldado es una mierda, pero ser vencedora también. Todo es una mierda.

Si Coin me envió aquí para que muriera, debe estar revolcándose en su asiento en el 13 al oír que sigo respirando. Por mera casualidad de hecho, porque ocasiones para morir he tenido y de sobra.

Con un poco de vergüenza incluso recuerdo que la segunda noche que pase entre la tienda de acampar inundada de barro, y la nieve con ceniza del aire exterior me entró el pánico y casi me pegó un tiro. Bergen evitó que lo hiciera, me noqueó de un golpe. Luego de eso, comencé a sentirme más aliviada. Quizá me golpeó tan duro que me desconectó algo en el cerebro.
Sea como sea, el tormento ya no está.

Evito pensar en las personas que he dejado atrás, bueno, en verdad evito pensar en cualquier cosa. Me mantengo el día ocupada en la enfermería, o entrenando. O en cualquier estupidez que haga que mi mente no vaya al distrito 13, a buscar a...

No, Alyssa. No. No pienses más.

—No tu—me frena, dándome una mirada completa. Siempre me mira así. Como si disfrutará hacerlo. Los demás soldados dejan la tienda, y él a mi me bloquea el paso—. A ti te llama la comandante.

The Red Queen- Finnick Odair| The Hunger Games|Onde histórias criam vida. Descubra agora