«con comida»

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—Oye amor ¿todavía traes el vibrador puesto? —Christopher pregunta en un tono calmado en medio de la cena.

Están comiendo en un lujoso restaurante italiano, celebrando el cumpleaños de la pelinegra unos días antes, ya que el restaurante está completamente reservado en la fecha exacta. La pelinegra lo vuelve a ver, con una sonrisa socarrona en sus labios.

—Si. —susurra, mordiéndose el labio inferior. —¿por ...? ¡oh! —la castaña jadea mientras que el vibrador enterrado en su interior viene a la vida sin ninguna advertencia.

—Oh amor, ¿se te olvidó que el vibrador tiene control remoto? —Christopher pregunta en un tono burlón por las mejillas sonrojadas de su acompañante, enseñándole un pequeño control remoto morado.

Las mejillas de la pelinegra se enrojecen aún más a esas palabras, se retuerce en su asiento, dejando salir un gemido involuntario de placer.

—Vamos cariño, come. —el castaño dice en un tono casual mientras ayuda a su acompañante a cortar la chuleta de cordero en pedazos más pequeños, ya que ella todavía está tratando de acostumbrase a la repentina sensación que la invade. —el postre nos está esperando en casa. —

—¿P-postre? —pregunta con la voz entrecortada, tragándose un gemido.

—Si mi amor, postre. —los ojos pardos del castaño brillan con una pisca de perversidad. —compré fresas. —

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Christopher la pone contra la pared, atacando los labios de la pelinegra con besos al nomás entrar a la habitación que comparten.

Christopher descuidadamente traza su boca abierta por la fina línea de la mandíbula de la pelinegra hasta su cuello. Él lame la piel, mordisqueándola suavemente, succionando un chupetón.

La pelinegra gime a la sensación, pero suavemente lo aleja, su voz ronca con necesidad.

—Ahora Chris, estoy tan mojada. —

Christopher tatarea en respuesta y eventualmente los lleva hasta la cama, sus labios no dejan de succionar su cuello. La tira en la cama e inmediatamente se ubica encima de ella. El cabello azabache de ella se abanica en las blancas sábanas, iluminados por la luz de la habitación. Sus piernas están levantadas, sus dedos jugando con el borde de la minifalda que trae puesta, esperando por el castaño. Christopher le abre las piernas delicadamente, subiendo su minifalda, revelando las bragas de encaje negras las cuales ya están mojadas con pre-semen. Los ojos del castaño se engrandecen con lujuria a la deliciosa vista, pasando saliva fuerte.

Mon dieu baby, estas tan mojada. —susurra contra su piel.

La pelinegra se queja y retuerce sus caderas contra las sabanas a esas palabras.

Christopher le quita las bragas, tirándolas por un lado en la habitación, mirando el espectáculo enfrente de él, haciendo que se le haga agua la boca.

Allí, enterrado en la feminidad de la pelinegra, está un muy lubricado, morado brillante vibrador que todavía vibra entusiastamente. Solo la punta puede ser vista, pero el castaño puede escuchar la suave brisa de la vibración. Christopher traza con la yema de su dedo índice por su bien estirado y mojado clítoris, ganándose un lloriqueo por parte de la pelinegra. Él mete su mano libre en el bolsillo de sus jeans, subiéndole el nivel de vibración a lo más alto.

La pelinegra grita de sorpresa, la voz rota y destrozada, porque ella esta tan mojada.

—Espera aquí amor, regresaré pronto, traeré las fresas de la cocina. —Christopher se baja de ella y se pone de pie enfrente de la cama. —así nos podemos divertir. —

𝖔𝖓𝖊 𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 • 𝕮𝖍𝖗𝖎𝖘𝖙𝖔𝖕𝖍𝖊𝖗 𝖁𝖊𝖑𝖊𝖟 • +𝟷𝟾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora