«trío»

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Christopher Vélez odia su vida, bueno odia cómo esta su vida actualmente. Hace un año y medio tubo que casarse para poder ser el heredero universal de la fortuna Vélez, aparte en la cláusula decía que tenían que tener un hijo. Así que Christopher se puso a trabajar en eso. El bebé nació hace 3 meses y todo se fue a la mierda. El bebé llora todo el tiempo y por eso no puede dormir, no ayuda en nada que la madre de su hijo ni siquiera le da una erección. No es que la mujer no está sexy, él no se hubiera casado con ella si no fuera así, es solo que ve en ella su purgatorio personal.

Necesitaba una noche loca, una noche en un night club bebiendo y bailando con extrañas, y quien sabe, a lo mejor se encuentra con alguien con quien tener sexo. Camina por el área VIP de Hakkasan y desde el segundo nivel puede ver a dos chicas en la barra. Una pelinegra con un vestido rojo, marcando cada una de sus curvas. La castaña al lado de ella deja al descubierto su espalda con un escote sensual. Christopher le hace una seña al barman y él les dice a las mujeres que vuelvan a ver para donde él esta. Las dos lo vuelven a ver con unas sonrisas picaras en sus labios.

Christopher baja al primer nivel, caminando hacia dónde ellas están sin dejarlas de ver. Al estar enfrente de ellas les da una sonrisa de lado, sabiendo que eso mata a las mujeres todo el tiempo.

—Hola señoritas. —Christopher dice en un acento exquisito.

—Hola guapo. —la pelinegra es la primera en hablar, saludándolo con un beso en la mejilla, cálido aliento rozando su mejilla.

—Hola guapo. —la castaña susurra contra su mejilla al otro lado.

Las manos de Christopher se posan en sus espaldas bajas, acariciando estas delicadamente.

—¿Y porque tan solas? —mira a cada una.

—Estábamos esperando al indicado. —la castaña susurra contra su oído, acariciando el pecho del hombre.

—Y ya lo encontramos. —la pelinegra susurra en su otro oído.

La sonrisa de Christopher se hace más grande en su rostro. Las dos mujeres acarician su cuerpo, rozándose un poco contra sus lados. Toma los labios de la pelinegra entre los suyos, succionando su lengua mientras que su amiga le acaricia el cabello. Unos minutos después beso a la castaña, mordiendo sus carnosos labios. Y eso es todo lo que necesitaba, esto era lo que quería.

Salieron del night club por la puerta trasera, Christopher no tenía ganas de salir en el periódico del siguiente día con el título "Christopher Vélez está en sus andanzas otra vez". Las dos mujeres se subieron en la parte trasera de su vehículo, mientras el conducía para el hotel más cercano. En menos de 5 minutos pudo agarrar una suite y los tres caminan para el último piso del hotel.

Es entrando en la habitación la pelinegra toma sus labios entre los de ellas mientras la castaña le devora el cuello a besos por atrás. Las manos de Christopher se turnan entre tocar las curvas de la pelinegra y la suave piel de la castaña. Poco a poco la ropa va desapareciendo, sus pieles chocando una contra la otra. Él toma unos de los pezones de la castaña entre sus labios succionando este con fuerza. Con su mano libre acaricia su segundo pezón y uno de los pezones la pelinegra. Su boca sube por su cuello hasta llegar a sus labios otra vez, deja un beso en estos antes de volverse a la pelinegra con una sonrisa pícara en sus labios.

La castaña se asegura de dejarlo completamente desnudo mientras que ellos se comen a besos. Las manos de ella viajan por su bien trabajado cuerpo, dejando rasguños a su paso. Acaricias su abdomen, queriendo lamerlo con su lengua. Se hace espacio entre ellos, arrodillándose frente a él. Su ansiosa lengua recorre cada espacio de su abdomen, trazando cada uno de sus cuadritos con esta. Poco a poco baja hasta llegar a su miembro, le da un besito en la punta antes de meterlo por completo en su boca. Christopher gime contra los labios de la pelinegra, succionando su lengua más fuerte. La deja de besar por unos instantes para ver a la castaña arrodillada enfrente de él. Ella lo mira a través de sus pestañas, las mejillas sonrojadas y ojos cristalizados. Su miembro es de un tamaño considerable para que ella se atragante en el.

Christopher la toma de su mandíbula con las dos manos para poder embestir en esa cálida boca. Se mueve con rapidez, sintiendo ese delicioso hormigueo en su abdomen. La castaña solo lo toma, dejando que él use su boca para aliviarse. Unas embestidas más tarde, él se está corriendo en su boca y parte de su rostro. La pelinegra se arrodilla para quedar a su alcance y lamer el semen de su rostro. Con la respiración entrecortada Christopher la vuelve a ver, frotando su corrida en los labios de la pelinegra. Las ayuda a ponerse de pie e inmediatamente las lleva para la gran ventana que da vista a la hermosa ciudad de Las Vegas. Ellas no están seguras de que es lo que él hará, pero están disfrutando él momento.

Christopher las empuja contra el cristal, dejando sus cuerpos presionados contra la fría superficie. Las dos gimen al sentir la mano del hombre en sus nalgas, acariciando estas. Él hace que se empinen un poco para poder tener acceso a sus vulvas. Las dos ya están mojadas lo que hace más fácil que él pueda masturbar sus clítoris. Ambas mujeres se retuercen contra el cristal, queriendo más, añorando más. El castaño empuja un dedo adentro de ellas a la misma vez, haciéndola jadear. Esos sonidos obscenos hacen que su erección se vuelva dolorosamente dura. Mueve sus dedos en ellas hasta que las dos tiemblan de placer mientras sus orgasmos explotan.

Las deja allí por un momento, mientras regresan de la nube del éxtasis. Entre sus cosas busca un condón, poniéndoselo mientras camina de regreso a donde ellas están. Toma a la pelinegra de las caderas y entra en ella sin previo aviso. Ella no dice nada, simplemente lo toma, los labios de la castaña recorren sus hombros y cuello, dejando rastros de saliva y besos a su paso. Christopher embiste en ella hasta que está a punto de correrse, pero no lo quiere hacer sin antes follarse a la castaña también. Sale de ella y entra en la castaña de una sola estocada, presionándola contra el cristal. Se mueve en ese calor cálido por unas cuantas veces antes que se corra en el condón. Sale de ella, deshaciéndose del condón al instante.

Envuelve sus brazos alrededor de sus caderas, llevándolas a la cama. Se acomoda a lo largo de esta, poniendo una almohada debajo de su cabeza. Las dos mujeres esperan de pie enfrente de la cama para ver que les pedirá el castaño.

—Las dos me van a montar. —él dice con voz ronca.

Las mujeres se miran entre si y sonríen, sin decir nada la pelinegra se sube a la cama y toma el miembro de Christopher en sus manos. La castaña toma eso como señal para moverse a su boca. Se sienta encima de su pecho, dándole una sonrisa malvada. Las estimulaciones en su miembro ya están haciendo efecto, siente como se vuelve a poner duro otra vez. Él le informa en dónde puede agarrar otro condón para que se lo ponga, la pelinegra hace eso a la velocidad de la luz. Cuando ya está lista se sienta en él, disfrutando del ángulo de esta posición.

Christopher toma a la castaña de las caderas para ponerla encima de su boca. Cuando está a centímetros de distancia saca su lengua y lame lo largo de su vulva. La castaña se estremece a la sensación, la lengua esta tibia y mojada a la misma vez. Ella se retuerce contra su lengua, buscando que esta vaya más profundo. Las grandes manos del hombre manosean sus nalgas, dejando moretones en estas. La pelinegra sube y baja en él, dándose placer a ella misma. Unos minutos pasan y todo en la habitación son gemidos, jadeos, lengüetazos, piel chocando contra piel y el olor a sexo se esparce por toda esta. Christopher mueve las caderas hacia arriba cuando siente que su orgasmo está a punto de explotar otra vez. Mueve su lengua más rápido en el clítoris de la castaña para que los tres se puedan correr al mismo tiempo.

Con roncos gemidos saliendo de sus gargantas los tres llegan al tan anhelado orgasmo. Les toma unos segundos bajar de la nube de éxtasis. Christopher acomoda a la castaña a su costado y la pelinegra al otro lado. Toma a la pelinegra de la mejilla, uniendo sus labios en un beso. Ella gime al sentir el sabor de su amiga en su beso, la excita de una manera increíble. Él deja de besarla y besa a la castaña, deleitándose con los gemidos que se escapan de su garganta a su boca.

—Eso fue caliente. —la pelinegra susurra en su oído.

—Sí que lo fue. —Christopher la vuelve a ver. —lo tenemos que hacer de nuevo. —

—Por supuesto. —las dos mujeres dicen al mismo tiempo.








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Fue uno de mis favoritos 👅💦😈

Denle mucho amor ♥️🙏🏼

Ash ◟̽◞̽

10/12/2018

𝖔𝖓𝖊 𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 • 𝕮𝖍𝖗𝖎𝖘𝖙𝖔𝖕𝖍𝖊𝖗 𝖁𝖊𝖑𝖊𝖟 • +𝟷𝟾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora