𝖔𝖓𝖊 𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 • 𝕮𝖍𝖗𝖎𝖘𝖙𝖔𝖕𝖍𝖊𝖗 𝖁𝖊𝖑𝖊𝖟 • +𝟷𝟾

«striptease»

LOS HAISETOPHER ARE BACK ♥️

Cande, esto es para ti linda 😉

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Haise se mira al espejo e inmediatamente se cubre su rostro por la vergüenza. Dios, la idea de hacer esto la está poniendo más nerviosa con cada segundo que pasa. Es cierto que ya lo ha hecho por él antes, pero ahora es diferente. Aunque sabe que el hombre amará este gesto.

Vuelve a ver su cuerpo, asegurándose que todo esté en su lugar. Traza el bordado de su sostén con sus yemas, con una sonrisa en sus labios. Sus dedos bajan por su estómago hasta llegar a las bragas, la respiración se le entrecorta un poco. Las bragas dejan poco a la imaginación, pero no es como si Christopher no la ha visto así antes. Ese hombre conoce cada centímetro de su cuerpo al derecho y al revés.

Es la primera vez que celebraran su cumpleaños desde que están juntos, el castaño está cumpliendo 30 años y que mejor bienvenida al tercer piso que con este regalo.

—Más te vale que te guste o si no haré el oso de la vida. —deja salir una bocanada de aire saliendo del baño de la suite.

Camina para la habitación en donde se asegura que todo esté listo también. La habitación está decorada con pétalos de rosas y velas aromáticas y non-aromáticas. En el escritorio están las fresas bañadas en chocolate y el champán está en una cubeta al lado de este. Se pone enfrente de los grandes espejos en la habitación, esa es una de las razones por la cuales siempre agarran esta habitación cuando quiere estar con Christopher y hacer algo un poquito más especial.

Su móvil vibra en la mesita de noche y sabe que es Christopher. Quedaron en que él le avisaría cuando estuviera en camino para la habitación. Toma el móvil y sonríe al ver que su novio está subiendo por el elevador.

Un minuto más tarde escucha como la puerta de la suite es abierta y ella camina para allí. Christopher se lame los labios al verla, examinando cada parte de su cuerpo. De repente todos los nervios se van, la reacción de Christopher la hace sentir segura, así que camina hacia él lo más sensual que puede.

—¡Feliz cumpleaños mi amor! —susurra contra sus labios, envolviendo sus brazos alrededor de sus hombros.

Atrae sus labios en un beso necesitado, lengua peleando contra lengua. Muerde, succiona y lame cada parte de sus labios, ama el saber de su esposo. Ama la sensación de tener su lengua contra la suya. Christopher baja sus manos por sus costados, dejando escalofríos en su camino. Baja hasta sus bragas en dónde acaricia su piel y la textura del encaje. Cuando la necesidad de aire se hace presente él se aparta de ella por un segundo solo para bajar por su mandíbula y cuello hasta llegar a su clavícula.

Poco a poco Haise lo lleva a la cama, dejándolo sentado al borde esta. Se aleja unos pasos de él y enciende el estéreo. Cuando el beat de la canción empieza a sonar Christopher sonríe de oreja a oreja. La pelinegra mueve su cuerpo al ritmo de la música, cerrando sus ojos para relajarse un poquito más. Se dice a si misma que es Christopher la persona para quien lo está haciendo, la persona que conoce cada centímetro de su cuerpo. Abre los ojos y se encuentra con los ojos del castaño, llenos de lujuria y deseo. Se muerde el labio inferior y camina cerca de él.

Canta junto a la chica, sin dejarlo de ver a los ojos.

—How deep is your love? —le susurra contra sus labios, medio sentándose en sus muslos.

Haise mueve sus caderas de adelante hacia atrás, rozando su vulva contra la creciente erección de su novio. Vuelve a ver al castaño quien respira entre cortado, embriagándose con el olor que emana su piel. Sus manos torpes acarician la piel suave de la pelinegra, haciéndola querer más. Acerca sus senos a su pecho, moviendo estos de una manera provocativa. Deja un beso en sus labios antes de darse la vuelta y quedar de espaldas a él. Dobla las rodillas, pretendiendo estar sentada en él, pero queda a centímetros de su cuerpo. Pone las manos a sus costados, sobre la cama para poder apoyarse allí. Mueve su trasero contra su erección, haciendo que un ronco gemido salga de la garganta del castaño. Su codiciosa mano recorre su cuerpo, hasta llegar a su espalda baja.