«semidesnudos»

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Christopher Vélez aun no puede creer que su mejor amigo haya sentado cabeza antes que él. Es decir, a los dos les gusta salir de fiesta sin tener que darle explicaciones a nadie, ir de vacaciones y acostarse con la mujer que se le ofrezca. Pero ahora que su ride or die está comprometido con una mujer muy hermosa, por cierto, tendrá que ser su best man en la boda. Afortunadamente ellos no tienen que hacer mucho, todos los preparativos corren por la novia y sus damas de honor. Eso sí, tienen que ir a una fastidiosa cena que la futura esposa insistió en hacer.

Así que aquí está enfrente del espejo, decidiendo si lo que trae puesto es demasiado para una cena con la futura esposa de su mejor amigo y sus damas de honor. Desliza sus dedos por los botones de la camisa blanca de vestir, convenciéndose que todos irán vestidos así. Acomoda la hebilla del cinto negro, alisando cualquier arruga que pueda haber en su pantalón de vestir negro en el proceso.

—Dímelo papi. —su mejor amigo exclama, entrando a su habitación.

—Las cosas que hago por ti. —el castaño pone los ojos en blanco.

—Si, si, lo sé ... pero vamos que Fernanda ya me mandó mensaje otra vez para saber si ya nos estamos yendo. —

—Que mujer mas insistente. —pone un poco de colonia en su cuello. —¿estas seguro que te quieres casar? Yo le puedo dar la mala noticia si te arrepientes. —

—No seas imbécil, Chris. —el rizado le da un golpe en el bíceps. —Cuando encuentres a tu Fernanda me entenderás. —

—Eso nunca va a pasar. —le guiñe un ojo.

Los dos salen del apartamento que comparten, Zabdiel conduce al restaurante en el centro de la ciudad, muy lujoso para el gusto de Christopher. Dejan el carro con valet y caminan para la parte de atrás del restaurante. El rizado saluda de beso a su novia y en seguida le presenta a las damas de honor a su mejor amigo.

Hay una pelinegra que no le quita la mirada de encima y él ni muy lento ni muy perezoso coquetea con ella. La mujer toma vino de una manera tan sexy que se pregunta que más puede hacer con esa boquita. El amiguito de Christopher despierta a ese pensamiento y no puede ser más inoportuno. No se puede hacer una paja en medio de la cena, ¿o sí?

—Si me disculpan. —el castaño se pone de pie. —ya regreso. —le da una sonrisa a Fernanda y por puro instinto vuelve a ver a la pelinegra quien lo mira con una gran sonrisa en sus labios.

Camina para los baños del lugar, sabiendo que se tendrá que hacer una paja allí. Al entrar a estos, su reflejo en el gran espejo es lo primero que ve.

—Por dios Chris. —se regaña a él mismo. —no te puedes controlar por dos horas. —vuelve a ver al bulto en sus pantalones.

—¿Necesitas ayuda con eso? —

Escucha una voz detrás de él, al levantar su mirada ve por el espejo a la pelinegra con una de sus abundantes cejas arqueadas. El castaño se muerde su labio inferior, tratando de suprimir una sonrisa. Lentamente se da la vuelta para encararla y por alguna razón esta mujer se ve más caliente cuando la tienes tan cerca.

—¿Tú me quieres ayudar? —pregunta en un tono ronco, sabe que ese tono hace el truco con todas.

—¿Quieres que te ayude? —camina hacia él, moviendo sus caderas sensualmente.

Christopher le da una sonrisa de lado y eso es todo lo que necesitan para entrar en el cubículo más grande de los baños. Sin perder el tiempo, él la arrincona contra la pared, besando sus labios bruscamente. Las manos de la pelinegra juegan con la hebilla del cinturón, deshaciendo este de un solo jalón. Desabotona y baja el pantalón hasta debajo de sus nalgas de un solo movimiento. Una sonrisa se forma en los labios de Christopher, la cual ella puede sentir contra sus labios.

—Impaciente, ¿no es así? —susurra contra sus labios.

—Shut up and fuck me. —la pelinegra baja el bóxer, dejando al aire libre la erección del castaño.

Lo toma en su mano, dándole unas bombeadas para ponerlo más duro, si es posible. Gruñidos roncos salen de la boca del castaño, ahogándose en los labios de su acompañante mientras sus manos viajan hasta el borde de su vestido. Con manos expertas levanta este hasta sus caderas, buscando sus bragas. Se lleva en una gran sorpresa cuando se da cuenta que no trae bragas.

—Oh. —Christopher jadea, sintiendo su piel suave contra la yema de sus dedos.

—Nomás estorban. —es todo lo que ella dice con una sonrisa malvada en sus labios.

Él toma sus labios en los suyos otra vez, dándole un beso desordenado. Lengua peleando por dominio, una que otra mordida y salivas mezclándose con la otra. Sin dejar de besarla el castaño saca su billetera para tomar unos de los condones que hay allí. La pelinegra se lo quita de las manos, se aleja del beso para abrir el paquetito plateado con los dientes. Pone el condón mientras acaricia su miembro, ansiosa por tener eso dentro de ella.

Cuando ya está listo, Christopher entra en ella de una sola vez, arrancando un gruñido fuerte de la garganta de la pelinegra. No le da tiempo para acostumbrarse a su tamaño y ella no se queja tampoco. Mueve sus caderas rápidamente, disfrutando la sensación de ser apretado por las paredes de su compañera. La toma por la cintura para acercarla más a él, aumentando el ritmo de sus embestidas. La pelinegra toma el lóbulo derecho entre sus dientes, respirando contra su oído.

Sabe que ha encontrado su punto dulce cuando ella gime fuerte contra su oído, mandándole escalofríos por su columna. Sigue golpeando allí una y otra vez, sintiendo como ella se moja más. Christopher pone sus labios contra su cuello, lamiendo, mordiendo y succionando en este. Sube hasta llegar detrás de su oído, succiona el punto sensible detrás de este.

Las embestidas en su punto rico y la succión en el cuello hacen que el orgasmo se forme en su vientre. Aprieta más el miembro de su compañero al sentir ese rico calor bajar por su columna hasta llegar a su espalda baja. Christopher se corre en el condón al sentir como su miembro está siendo succionado.

Les toma un minuto para bajar de la nube de éxtasis y arreglarse de nuevo. Con una sonrisa pícara en sus labios la pelinegra se baja el vestido, dejándolo en su lugar. Abre la puerta del cubículo no sin antes darse la vuelta.

—Llámame. —le guiñe un ojo, saliendo del lugar, moviendo sus caderas sensualmente.

Christopher sonríe, quitándose el condón y limpiando su miembro. Pueda que esta pelinegra no sea su Fernanda, pero jura por todo lo que tiene que no será la última vez que se divierta con ella. Y así tenga que mover, cielo, mar y tierra averiguará su número de teléfono.










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Denle mucho amor 🙏🏼♥️

Ash ◟̽◞̽

09/25/2018

𝖔𝖓𝖊 𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 • 𝕮𝖍𝖗𝖎𝖘𝖙𝖔𝖕𝖍𝖊𝖗 𝖁𝖊𝖑𝖊𝖟 • +𝟷𝟾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora