«en el escritorio»

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Christopher Vélez es uno de los mejores estudiantes en la universidad de Stanford. Aunque se rumora que es debido a que tiene una relación con la profesora Bustamante, una de los miembros del consejo más importante de tal prestigiosa universidad.

—Señor Vélez. —la profesora dice en un tono rígido. —¿se puede quedar por unos minutos? —

—Si señora. —el castaño se sienta en su puesto otra vez, esperando que todos los alumnos salgan del salón.

La profesora Bustamante camina para la puerta del salón y la cierra con seguro. Mueve sus caderas desenfrenadamente cuando camina para el escritorio del señor Vélez. Sus delicados dedos juegan con los botones de su camisa de vestir blanca, mordiéndose el labio inferior para verse más provocativa. Su falda negra pegada al cuerpo hace resaltar cada una de sus curvas y sus tacones rojos hacen que sus piernas se vean más largas. Cuando llega dónde el castaño se está acariciando su miembro sobre sus jeans le sonríe con malicia. Sube una de sus rodillas y la coloca entre sus muslos para separarlos.

—¿De que quería hablar conmigo profesora? —Christopher pregunta, su voz llena de lujuria.

—Oh señor Vélez. —ella desabotona dos de sus botones, dejando a la vista su sostén de encaje blanco y mitad de sus senos.

Las manos codiciosas de Christopher acarician su trasero sobre la tela de su falda, moviendo sus manos de arriba hacia abajo. Cuando está a la mitad de sus nalgas le da una palmada en la nalga derecha, haciéndola gemir. Sube su falda hasta sus caderas para tener acceso directo a la piel bronceada de su exquisito trasero. El castaño jadea al notar que no trae ropa interior, lista para lo que sea cuando sea.

—Hmm profesora, ¿por mis notas estamos aquí? —acerca sus carnosos labios a su cuello, para succionar la piel de este. —¿o era que ya no se aguantaba y quería que me la cogiera en medio de la clase? —

La profesora Bustamante mueve sus caderas contra su torso a esas palabras, ha descubierto que la enciende más cuando este muchachito le habla de esa manera. Se sienta en las piernas del castaño, rosando su vulva contra sus jeans. Una corriente de electricidad corre por su columna al sentir ese rico toque en esa parte tan sensible. Sigue moviendo sus caderas hasta sentir que los jeans del castaño ya están mojados por su pre-semen.

—Solo yo te hago sentir así. —él susurra contra su boca, lamiendo sus labios.

Christopher coloca las manos en sus caderas para poder tener el control del ritmo en que su acompañante mueve estas. Baja una de sus manos hasta tomar una de sus nalgas, dándole un buen apretón. De un solo movimiento se levanta de su asiento, con la profesora en sus brazos y camina hasta su escritorio. Delicadamente la coloca en este, admirando lo caliente que ella se mira en esa posición.

—Vamos amor, utiliza esa lengua como tu sabes. —ella abre las piernas para darle acceso a su vulva.

Al castaño no le tienen que decir dos veces cuando ya está de rodillas enfrente de ella. Lame sus carnosos labios antes de hundirse en su entrada de una sola vez. Su lengua acaricia el túnel de su vulva, haciendo que ella arquee su espalda de placer. Saca la lengua y lame su clítoris, sabiendo que eso hará que ella se moje más.

La profesora enreda sus dedos en su cabello corto, tratando de hacer que el castaño llegue más profundo. Él entiende lo que ella quiere decir con eso y lleva dos de sus dedos a los labios pintados de rojo de su acompañante. Ansiosamente ella chupa los dedos, asegurándose de dejarlos bien mojados. Christopher introduce su lengua en ella otra vez, haciéndola gemir de placer. Él aprovecha que ella abre su boca un poco más para mover sus dedos adentro de esta. No le toma más de unos segundos para encontrar su punto rico, golpeando este con la punta de su lengua una y otra vez.

El móvil de la profesora suena, haciendo gruñir a los dos. Ella lo manda a buzón de voz sin ver el identificador de llamadas, pero a los segundos vuelve a sonar. Esta vez se toma la molestia de ver quién es y bufa al ver que es el director de la universidad. Christopher se detiene por unos segundos para volverla a ver, sin sacar su lengua de ella.

—Sh mi amor y sígueme comiendo. —le susurra antes de contestar la llamada. —¿Director? —trata de decir en un tono tranquilo.

El director le deja saber que tienen una reunión de emergencia en su oficina con los demás integrantes del consejo de la universidad.

—Ahora mismo estoy ocupada. —se traga un jadeo, ese movimiento que el castaño acaba de hacer con la lengua la hizo estremecer.

—Es urgente señorita Bustamante. —dice en un tono rígido. —en mi oficina en 10 minutos. —y sin esperar una respuesta cuelga la llamada.

—¿Qué quería el viejo cascarrabias? —el castaño le pregunta mientras entra y saca sus dedos de su feminidad.

—Tengo una reunión en 10 minutos. —mueve sus caderas, buscando el tan ansiado orgasmo.

—Yo sé hacerte llegar en 5. —el castaño baja sus jeans y bóxer, sentándose en la silla de cuero de su escritorio. —Vamos muñeca, móntame. —

Ella quería protestar, pero no tiene el suficiente tiempo para eso. Saca un condón y lubricante del primer cajón y se lo da. El castaño rompe el paquetito con los dientes y se coloca el preservativo. De una sola vez la pelinegra se sienta en su erección, subiendo y bajando en esta para poder llegar al orgasmo más rápido. Hace eso movimientos por unos segundos hasta que al castaño le parece que hacérselo en el escritorio seria más excitante.

De un movimiento la deja encima del escritorio otra vez y empieza un rápido vaivén. Ama escuchar los gemidos que escapan de su boca y eso hace que se mueva más rápido y más profundo. Baja a su cuello, lamiendo y succionando unas marcas en este, sabiendo que eso la vuelve loca. Unas cuantas embestidas más, ella aprieta más su miembro, llegando a su tan ansiado clímax. El castaño la embiste dos veces más antes de correrse en el condón.

No tienen el lujo de esperar a que sus cuerpos bajen de la nube de éxtasis a lo que sus orgasmos los llevan. Él sale de ella y se guarda a sí mismo. La ayuda a abotonar la camisa mientras que ella se baja la falda, tratando de verse, aunque sea un poco decente. Cuando sus prendas están en su lugar la profesora le da un beso en los labios, dejándolo sin aliento.

—Cuando salga de esa reunión seguimos con esto profesora Bustamante. —le da una nalgada, haciéndola sonreír.

—Siempre y cuando seas un buen chico. —le da un guiño antes de caminar para la oficina del director.







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Denle mucho amor ♥️🙏🏼

Ash ◟̽◞̽

10/06/2018

𝖔𝖓𝖊 𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 • 𝕮𝖍𝖗𝖎𝖘𝖙𝖔𝖕𝖍𝖊𝖗 𝖁𝖊𝖑𝖊𝖟 • +𝟷𝟾Where stories live. Discover now