~ XVI ~ TORTURA SIN OXÍGENO

1.7K 59 0
                                    

Te miré. Mirabas el suelo. Unas pocas lágrimas me congelaron las mejillas y el corazón. No lo entendía. Ahora si que estaba enfadada contigo.

Respiré entrecortadamente y me separé de ti. Me fui corriendo de la habitación y salí de la casa. No me apetecía que nadie a quien conociese me viera. No me apetecía hablar con nadie. Y tampoco quería que me encontrases, ni tú ni nadie, en todo lo que quedaba de día.

Me perdí por las calles de Barcelona, sin rumbo ni destino. Simplemente divagaba, perdida en mis propios pensamientos. No sabía por donde andaba, donde estaba, cuanto tiempo llevaba así ni si había o no gente a mi alrededor. Me daba todo igual. Solo quería perderme, desaparecer, no ser nadie ni importarle a nadie.

Pensé en ti, en todo lo que me habías hecho. En un momento me querías y me lo demostrabas completamente y en el otro me hacías sentir como una mierda porque me demostrabas que yo no era nadie para ti. Si Natalia, joder... me sentía como un puto juguete en manos de una niña diabólica que solo quería hacerme daño. ¿A que coño venía esa pregunta de mierda? Pensaba que estabamos bien, joder. Pero no, tú tenías que volver a estropearlo todo. ¿Por qué Natalia? ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Que te arrepentías de cada vez que nos liabámos o qué? Joder... ¿qué coño es lo que he hecho mal esta vez? Yo te quería Natalia y mucho, joder.

Noté que me faltaba el aire. No podía respirar. Intentaba coger aire pero no podía. Me empezé a agobiar
Respiraba con dificultad. Y todo empezó a dar vueltas a mi alrededor. No sabía donde estaba. Todo daba vueltas y se empezaba a teñir de negro. La cabeza me empezó a doler como si me la estuviesen intentando aplastar entre dos grandes moles de piedra congelada. Las piernas me empezaron a temblar y a flaquear. No pude sostenerme y me caí al suelo. Intenté cogerme la cabeza con las manos, pero no podía moverme. Sentía la impotencia quemandome el pecho pero estaba congelada. Inmóvil. Intenté respirar, pero no podía. Notaba como la conciencia se me iba apagando poco a poco. Pero no quería. Quería seguir allí. Empezé a llorar, difucultando todavía más el acceso del aire a mis pulmones. Estaba en el suelo, lo notaba. Frío y duro a mi alrededor, intentando que me levantara y que lo dejase en paz. Los coches me chillaban constantemente y se paraban para escupirme, asqueados. Yo ni los miraba. Solamente lloraba. Lloraba compeltamente a ciegas. A mi parecer el mundo era negro a mi alrededor. Notaba un vacío en el estómago y en el pecho que me inundaba y empezaba a extenderse por todo mi cuerpo, apagando mi conciencia y obligando a mi corazón a parar, torturándolo sin oxígeno. Oxígeno. Parecía que mis pulmones y mi cerebro ya no entendían el significado de aquella simple palabra. No sabía cuanto tiempo más podía aguantar en aquellas condiciones, pero las peores pesadillas y los peores pensamientos me nublaron la mente, apagando todavía más la débil y pequeña llama de esperanza que me quedaba. Sin apenas esperanza ni oxígeno, mi corazón empezaba a cansarse, luchando en vano para sobrevivir y no rendirse ante aquella clara e inesperada derrota que mi propio cuerpo había conseguido contra mi.

Estaba todo oscuro, aunque sabía que mis ojos estaban abiertos de par en par y todavía era de día. Ya no podía más. Estaba cansada y no dejaba de llorar. Quería rendirme, que mi corazón dejara de latir de una vez, que dejase de luchar. Ya no me serviría de nada seguir luchando en vano. Ya no. Cerré los ojos.

De pronto, noté algo. Algo me rozaba la mejilla. Dejé de notaro. Ya no notaba nada, ni siquiera mi propio cuerpo. Pero después volví a notar algo. Algo me cogía del torso y estiraba. Me quemaba. Intenté chillar de dolor, pero no podía. Intenté abrir los ojos, pero tampoco lo conseguí. Aquello continuaba quemándome y yo seguía luchando, en vano. Me volví a marear. Me pareció notar que me movía pero no sabía si era parte de mis alucinaciones o no. Quería que todo acabase de una vez por todas. Quería morirme allí mismo. De verdad, que lo deseaba. Estaba harta de todo. Y perdí la conciencia del todo, por fin.

Abrí los ojos con el frío tacto de algun líquido que mojaba mi cara. La luz me cegó completamente. Después de aquella intensa oscuridad, la luz era mortal. Intenté pestañear y abrir los ojos. Después de varios intentos lo logré. Intenté enfocar. Y descubrí una pared blanca justo enfrente mío, demasiado cerca. ¿Dónde coño estaba? ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Y por qué? Volví a cerrar los ojos, cansada. Pero de pronto me di cuenta de que aquel líquido que me había despertado seguía cayendo sobre mi cara, mojándome el rostro. Y me sorprendió la tranquilidad y el silencio que había. No se escuchaba nada. Ni siquiera escuchaba mi propia respiración.

Abrí los ojos de golpe. Asustada. ¿Había vuelto a notar algo rozar mi mejilla? Intenté girarme, pero no podía. No podía moverme. Me asusté más y empezé a respirar entrecortadamente provocando que me mareara. Cuando conseguí controlar mi respiración, escuché algo. Algo que se transformó en un agudo pitido. Poco después aqul estridente pitido se convitrió en un suave susurro. Un suave susurro que poco a poco fui reconociendo. No lo entendía y me concentré en él. Al cabo de un rato, comenzé a entenderlo. Se respetía constantemente.

- Albi... - decía. Se paraba y después volvía - Albi...

No sabía si era una súplica o una pregunta o una mezcla de ambas cosas. No respondí. Y volvió a repetirse.

- ¡¿Albi!?... ¡¿Albi?!...

Intenté girarme, moverme. No podía. No lo conseguía. Y por mucho esfuerzo que hiciese el resultado siempre era el mismo. Noté algo que me cogía del torso y estiraba hacía un lado. Ayudada de aquella fuerza conseguí girarme. La intensa luz impactó de lleno en mis ojos y me quedé cegada durante un rato mientras el susurro continuaba rompiendo el silencio. Miré el techo. Estaba en algun lugar a cubierto, estirada en algun lugar blandito.

Noté unos brazos que me levantaban y un cuerpo que me abrazaba. Aquella voz seguía susurrando suavemente y aquel líquido volvió a mojarme. No pude sostenerme y mi cabeza cayó y mis ojos se cerraron. Cuando aquel cuerpo que me abrazaba se separó de mí, alzé la cabeza y abrí los ojos con esfuerzo.

- ¿Nat? - no coneguí decirlo. Tu nombre se quedó escrito en braeile en mis labios y en mi lengua. Me sorprendí. No esperaba verte allí, a mi lado. Estabas llorando y me cogías con fuerza. Me sonreiste, esforzándote al máximo. Yo quise intentarlo, pero no podía. Y volví a perder la conciencia justo después de caer de espaldas sobre la cama y ver como intentabas aguantarme sorprendida y completamente destozada. 

¿Nuestra relación solo es en OT?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant