~ XXXVII ~ ¿CALMA? NO

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Llamé a Joan y me cogió el teléfono casi al instante.

- ¿¿Alba??

- Hola Joan.

- ¿Qué pasa? ¿Dónde estás? ¿Ha pasado algo grave? ¿Estás bien?

- Joan, tranquilo. Lo que pasa es que estoy en la otra punta y no me quedan viajes en la tarjeta de metro. Y caminando tengo un montón de trayecto para volver a casa.

- ¿Necesitas que te vaya a buscar con el coche?

- Sí, porfa.

- Dime dónde estás y voy.

- Gracias Joan. Ahora te envio la ubicación por whatsapp. Te quiero.

- Vale, Alba. Y yoo... Ahora mismo voy hacia allí.

- Hasta ahora.

Colgué y me quedé esperando. ¡Qué tonta había sido!

Estuve mirando insta y otras redes sociales. Miré si estabas en línea o no. Pero no parecía que estuvieses conectada en ningún sitio. No tenía notícias tuyas, no sabía nada de ti. Y estaba preocupada, Nat. No entendía qué nos pasaba.

Estuve esperando durante media hora hasta que vi el coche que Joan Garrido conducía. Apagué la ubicación del móvil y dejé de compartir mi localización con él. El coche blanco aparcó en una esquina, cerca de donde yo me encontraba. Me acerqué al mismo tiempo que él salía. Nos fundimos en un abrazo. Cuando nos separamos dijo:

- Hola Alba. ¿Cómo es que has salido sin coger nada?

- Porque no pensaba salir, pero al final he salido corriendo porque necesitaba perderme un poco.

- Bueno, suerte que estaba allí.

- Me salvas, Joan. Muchísimas gracias. - le di un beso en la mejilla y sonrió.

- Bueno, volvamos a casa.

Entramos ambos en el coche y arrancamos para dirigirnos a nuestro nuevo hogar. Estuvimos charlando durante los veinte minutos que duró el viaje. Me dijo que estaba nervioso por mañana y me explicó cómo le habían ido los ensayos. Hablamos muchísimo, ya que últimamente estabamos muy separados. Me daba pena no hablar tanto con él y decidimos pasar más rato juntos. No sabía si eso te sentaría bien o si nos iría bien para nuestra relación, pero no quería perder a mi amigo.

Llegamos a nuestro destino y salimos del coche.

- Gracias Joan. Te quiero. - le dije, dándole un beso en la mejilla y un abrazo.

- No me des las gracias, tonta. - replicó, simpático. - Siempre voy a estar para lo que necesites. Voy a estar contigo en lo bueno y en lo malo, siempre. Yo también te quiero, Alba.

Nos separamos y entramos en casa. Nadie vino a recibirnos. Pasé por el salón y vi como todas las miradas de mis compañeras que se encontraban allí se dirigían hacia mi. Sonreí tímidamente y las saludé. Me dirigí a las habitaciones y encontré la habitación de Julia, Sabela y las demás abierta. Pasé de largo, ya iría después. Me dirigí a nuestra habitación, temiendo encontrarte allí y que tuviésemos una conversación incómoda. Me hizo daño pensar aquello. No quería que estuviésemos incómodas la una con la otra.

Entré en la habitación. No estabas. Me senté en mi cama, un poco relajada. Pero entonces me di cuenta de que seguía sin saber dónde estabas. Y me puse nerviosa de nuevo. Me levanté de golpe y fui al salón.

- ¿Sabéis dónde está Nat? - pregunté nada más poner un pié en la sala.

Negaron con la cabeza o me dijeron que no. Nadie sabía nada de ti. Habías desaparecido sin dejar rastro alguno. Sin decir nada. Volví a nuestra habitación, arrastrando los pies como si llevase una cadena de hierro en los tobillos. Me pesaba el alma y el corazón. Me tumbé en la cama y enterré la cara en la almohada. Quería llorar. Pero contuve mis lágrimas. Pensé en cómo saldría la actuación de "Toxic" al día siguiente si estábamos mal entre nosotras. Y no pude evitar dejar caer las lágrimas. Me dolía saber que estábamos mal y que ni siquiera entendía el porqué. Me partía el corazón en mi pedazos y me rasgaba el alma y la conciencia. No lo soportaba.

Me levanté de la cama y me sequé las lágrimas por si venías. No quería que me vieses así. Me dirigí a la habitación de Julia. Y entré. Julia y Sabela estaban sentadas en la cama de la gaditana. Charlaban animadamente y reían. Entré y pedí permiso para sentarme con ellas. Me hicieron un hueco y nos quedamos en silencio.

- Alba, ¿cómo que has salido disparada? - rompió Julia el silencio.

- Necesitaba perderme un rato. - respondí honestamente.

- Natalia y tú estáis mal, ¿verdad?

Tardé un rato en responder.

- Sí. - asentí, mirando el suelo.

El silencio volvió a hacerse palpable en la habitación.

- Lo siento. - dije yo transcurridos unos minutos.

- ¿Por qué? - preguntó Sabela.

- Porque antes habéis venido a hablar conmigo y he salido corriendo sin deciros nada. ¿Os he hecho daño? Lo siento muchísimo. No era mi intención.

- Tranquila, Alba. Estamos bien. Solo nos hemos preocupado por ti, cariño. - susurró Julia.

- Si. ¿Has comido algo?

- No - dije negando con la cabeza.

- Joo, shavala. Tendrías que comer.

Sabela se comenzó a reír con el comentario de Julia, contagiándonos la risa.

- Bueno, mejor que me vaya a duchar. - me despedí yo, mientras me levantaba, tras reírnos durante un buen rato.

- Que vaya bien cariño. - Julia me abrazó y Sabela se unió.

- Hasta luego. - se despidió Sabela.

- Hasta luego Julita. Hasta luego Sabeliña.

Y me fui. Me fui a nuestra habitación y cogí ropa limpia. Después fui a la ducha. Necesitaba sacarme todo lo que me había rondado por la cabeza. Necesitaba relajarme y dejar de pensar. Necesitaba notar el agua tibia sobre mi piel. Entré y cerré. Cerré los ojos antes de hacer nada. Y respiré tranquilamente. Después los abrí y empezé a desvestirme. Dejé la ropa en un taburete y entré en la ducha. Encendí el grifo y el agua empezó a acariciar mi piel. Cerré los ojos, notando su suave contacto.

Estuve un quarto de hora duchándome. Luego salí, mucho más relajada. Y me vestí con la ropa limpia. Salí sin secarme el pelo. Recogí toda la ropa y entré en la habitación. No estabas. Todavía no estabas. "Bueno..." me dije "volverá, ya vendrá". Me sequé el cabello y volví a mirar si habías llegado. Pregunté a mis compañeras que estaban en el salón. Miré si encontraba alguna pista de dónde estabas. No. No se sabía nada. Seguías desaparecida, perdida en algún lugar.

Me diriguí a la habitación de Joan y me quedé con él. Lo abrazé y se tumbó. Estaba agotadísima. Y mi amigo lo entendió. Entendió que necesitaba un abrazo, que necesitaba descansar y que quería un poco de afecto. No pude evitar quedarme dormida en sus brazos.

Y así nos encontraste tú.

¿Nuestra relación solo es en OT?Where stories live. Discover now