~ XLVIII ~ ESPERANDO

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Estabas en Madrid, igual que yo. Por fin estábamos las dos en el mismo lugar. Por fin había llegado al lugar donde tu estabas y podía hablar contigo.

Llegué a la estación sin avisar a nadie, no quería perder más tiempo. Volví al hotel donde me había alojado los tres días que había estado en Madrid y dejé la maleta en la habitación. Le envié un mensaje a Miki para preguntarle donde vivías en Madrid, haciéndole saber que sabía que estabas allí.

Esperé durante más de diez minutos, pero no me respondió. Así que decidí llamarte a ti. Te lo iba a decir, me daba igual. Estaba cansada de buscarte y no encontrarte, de buscarte sin decirte nada para que me encontraras por sorpresa; estaba cansada de fallar y cometer errores. Te llamé una, dos, tres veces. No me contestabas, sin embargo, insistí. Caminé por las calles de la capital, divagando de nuevo. Mi mente estaba contigo, pensando qué estarías haciendo o qué te pasaría para no responderme. Mis pies llegaron a un banco y, sin yo saber cómo, me senté en él. Seguía con el móvil enganchado a la oreja, esperando a poder escuchar tu voz al otro lado de la linea, pero no estabas. ¿Dónde estabas? Suspiré cuando la voz robótica del teléfono me contestó que el número al que llamaba no estaba en disposición y que dejase un mensaje. Apagué el móvil al mismo tiempo que cerraba los ojos con cansancio y me dejaba resbalar por el respaldo del banco, quedando en una posición totalmente dejada. Estaba perdida; no sabía cómo llegar hasta ti. Te había dejado, había cometido mil millones de errores contigo y ahora que quería solucionarlos, me encontraba con una barrera infranqueable que me cerraba el paso y no sabía qué hacer. Me sentía vacía e inútil. Me sentía una persona horrible que lo destrozaba todo y no era capaz ni de arreglarlo mínimamente. No entendía cómo no se me había ocurrido preguntarle a tu familia donde residías en aquel momento. Espera, ... tu familia. ¡Claro! ¡¿Cómo no me había dado cuenta antes?! Ellos sabían dónde estabas y yo tenía todos sus contactos. Decidí escribirle un mensaje a Elena, con la esperanza de que contestara. Y, mientras esperaba. empecé a caminar, ya que me había levantado del banco cuando había pensado en tu familia, como si yo hubiese sido un resorte durante esas décimas de segundo.

Esperé, pero tampoco contestaba. Yo empezaba a impacientarme; la impotencia se me acumulaba en el pecho y la exasperación me comía la cabeza, maquinando todo tipo de razones por las que nadie me contestaba, como si fuese un plan macabro para devolverme todo lo que había hecho mal durante los últimos meses. Sin embargo, la parte racional que seguía residiendo en mi me susurraba que todo aquello eran casualidades y las razones que mi mente se empeñaba en buscar eran imaginaciones mías. Yo, simplemente, le hacía caso y intentaba quitarme todas aquellas alocadas ideas de la cabeza, con el vano intento de no volverme loca. 

~ POV NATALIA ~

Estaba en mi casa de Madrid, haciendo la comida, cuando escuché mi móvil. Alguien me llamaba. Al principio pensé que se trataba de la discográfica, ya que no me había presentado en ocho días, así que fui a mi habitación y busqué el aparato que sonaba. Lo encontré encima de la cama, tirado de cualquier manera. Lo cogí. Alba. Alba Reche me llamaba. Estuve mirando su nombre escrito en mi pantalla durante el tiempo necesario para que dejase de sonar. ¿Qué quería? ¿Por qué coño no me dejaba en paz? ¿Qué había hecho yo para merecer todo lo que esta mujer me estaba haciendo? Sinceramente, estaba cansada de ella. Sí, cansada de Alba Reche. Joder. El teléfono volvió a sonar y su nombre volvió a aparecer. Suspiré. Dudaba entre si cogerlo o no, cuando una alarma en mi cabeza empezó a sonar. Había dejado la comida haciéndose con el fuego encendido. Salí escopeteada de la habitación y dejé el sonoro móvil en la mesa de la cocina para tener las manos libres y, así, poder controlar el desastre de comida que estaba haciendo. Escuché el móvil dejar de sonar y volver a sonar varias veces, pero no podía cogerlo; tenía demasiado miedo a quemar la casa si me ponía a hablar con la causante de mis quebraderos de cabeza. Aún así, no pude evitar pensar en la razón por la que llamaba. Recordaba que hacía apenas dos días me había llamado diciendo que "me lo demostraría" y que "no tardaría", pero ¿qué significaba aquello? ¿Qué pretendía? No lo sabía, pero una parte de mi tampoco quería saberlo. No quería sufrir más por ella, ya me había hecho suficiente daño y no sabía si seríamos capaces de arreglarlo todo en algún momento. 

Acabé de hacer la comida. El móvil no sonaba; ya había dejado de sonar hacía unos cuantos minutos. Así que lo ignoré, pasé de largo, me senté en la mesa del comedor y me dispuse a comer. Estaba sola, pero no me importaba; estaba bien, tranquila. 

Acabé de comerme el primer plato y me levanté para ir a dejar el plato vacío en la cocina. Mi móvil volvía a sonar y me acerqué para hablar con Alba y decirle que me dejara en paz. No miré el nombre de quién me llamaba, ya sabía que se trataba de ella, y descolgué. 

- ¿Qué quieres? - dije un poco borde. Mi cara debió de ser un poema cuando escuché la voz que me hablaba al otro lado de la linea; desde luego, no la que me esperaba.

- Pero Natinat, ¿y ese tono? Que hace tiempo que no te llamo, jope, que soy tu hermana. 

- Perdóname Elena. Pensaba que eras Alba porque no me dejaba de llamar. Siento haberte hablado así.

- No pasa nada, Natinat. En realidad a mi Alba también me ha escrito. Te buscaba. 

- ¿Cómo? Pues que deje de buscarme porque... - me cortó.

- Ey... Alba ha estado en casa esta mañana. Mamá, Santi y yo hemos hablado con ella. Se pensaba que estabas aquí y ha venido solo para hablar contigo. Parecía que quería arreglar las cosas, Natalia. 

- Ya, claro... Espera, espera... ¿me estás diciendo que Alba ha estado esta mañana en Pamplona? ¿Sólo para encontrarme? ¿A mi?

- Sí. Pues claro que a ti, ¿a quién si no?

- ¿Y para qué te ha escrito si me buscaba a mi? - pregunté con curiosidad pero con nerviosismo.

- A ver, Natinat, que no hay que ser muy lista para darse cuenta... Me ha preguntado dónde vives en Madrid. Supongo que ahora esta allí y sigue buscándote.  

- ¿Le has dicho?

- Nono - dijo con firmeza, muy segura.

- Vale, bueno, emmm... esto... dile.

- ¿¡Qué!? ¿¡Como!? ¿Quieres que le diga la dirección del piso donde vives?

- Sí, dile, pero no le digas que hemos hablado.

- Vale, luego hablamos Natinat.

- Hasta luego, hermanita. 

Fue ella quien colgó. Y en los minutos siguientes, mientras me comía el segundo plato y el postre supuse que le estaría dando a Alba la dirección de mi casa y que esta última no tardaría en llegar donde yo me encontraba. 

¿Nuestra relación solo es en OT?Where stories live. Discover now