~ XXXVI ~ CAOS

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Pasó otro metro y tampoco lo cogí. Lo dejé escapar. Dejé de fijarme en la gente que entraba y se quedaba en el andén. Quería pasar desapercibida. Bajé la cabeza y centré mi atención en el suelo que tenía a mis pies. Cerré los ojos. Y escuché los ruidos que me rodeaban. Habían conversaciones entrecruzadas, murmullos, risas, llantos, algún grito infantil, ruedas fregando el suelo, voces de megafonía, pasos a todo tipo de velocidades diversas, respiraciones con diferentes ritmos, suspiros, quejas, el sonido de las ruedas del metro rozando las vías, el sonido del aire provocado por la entrada del metro en el andén, pasos y avisos, ruedas contra el suelo, pies corriendo, conversaciones, música, el pitido agudo y estresante del metro indicando que se cierran las puertas, el sonido de las puertas cerrándose, suspiros resignados, pasos calmados, el ruido de las ruedas del metro fregando las vías, el sonido del metro abandonando el andén, y vuelta a empezar. Esto pasó tres veces, con algunos cambios. Nadie me dijo nada ni nadie se me acercó demasiado. 

El próximo metro que pasó decidí cogerlo. Subí cuando se abrieron las puertas. El vagón en el que estaba tenía los asientos ocupados, pero, aún así, estaba prácticamente vacío. Me senté en el suelo, en un rincón. Y escondí la cabeza entre las rodillas. Se puso en marcha y yo sonreí, sin saber muy bien por qué sonreía. Paró y alguien pasó por mi lado y bajó. Nadie subió a mi vagón. Escuché el pitido agudo y el sonido de las puertas cerrándose. Después se volvió a poner en marcha. Yo pensaba en ti. ¿Dónde estarías? ¿Qué habíamos hecho mal esta vez? ¿Había algo detrás de ese "yo ya no pinto nada aquí"? ¿Te habías olvidado de todos mis "te quiero" y "te amo"? ¿Acaso ya no importaban todos esos momentos que habíamos compartido? ¿Qué nos pasaba, Nat?

Al día siguiente teníamos concierto. Y deberíamos estar descansando. Pero no, ambas estábamos perdidas en algún lugar, sin saber ni siquera donde nos encontrábamos. Destrozadas, divagando por un mundo de sombras lleno de interrogantes y exclamaciones sin resolver y sin aparente sentido. No quería volver a ningún sitio. Quería perderme. Quería encontrarnos de nuevo y encontrar el sentido que la vida había perdido.

El metro paró de nuevo y levanté la cabeza. En el vagón en el que estaba sentada solo había dos personas más. Y no me había dado cuenta de que las que faltaban habían bajado, pasando por mi lado. Me daba igual, la verdad. Volví a esconder la cabeza y volví a sumirme en mis pensamientos. Pensé en ti, en mi, en nosotras, en Julia, en Sabela. Y me dolió la cabeza. Sentí que me ardía; sentí como si alguien me estuviese estrujando el cráneo. Cerré los ojos y apreté la mandíbula. Noté el cansancio en mis ojos y el dolor en la sien. Hice una mueca y intenté deshacerme de todos aquellos pensamientos incomprendidos que rondaban por mi mente e intentaban que les hiciese un poco de caso, zarandeándome.

Levanté brucamente la cabeza al oír el ruido de las cuerdas de una guitarra al ser rasgadas. Había un hombre joven cerca de mí. Llevaba la guitarra mencionada colgada del hombro con una cinta roja y su funda negra le sobresalía por la espalda. La mano izquiera se movía torpemente por el mástil y la derecha sujetaba una fina púa de color negro que cortaba las cuerdas. El hombre iba vestido con una camiseta oscura, unos pantalones tejanos y zapatos negros. Tenía bajo los pies un vaso de cartón con alguna que otra moneda de céntimo. Su voz desafinada gritaba a todo pulmón una letra que apenas se entendía. La guitarra estaba un tanto desafinada y su cuerpo estaba golpeado.

Me lo quedé mirando hasta que la voz del megáfono anunció que la próxima era la última parada de la línea y que todos los pasajeros debían bajar. Me levanté con dificultad y noté el dolor en todo mi cuerpo, como si me hubiesen dado una paliza después de llegar desde el espacio. Las puertas se abrieron y bajé al andén, todavía con dolor. El hombre de la guitarra también bajó.

Subí por las escaleras del metro y salí a la calle. No sabía dónde me encontraba, pero estaba segura que muy lejos de donde había partido.

No había casi nadie caminando por la calle. Estaba cerca de un parque, así que caminé hacia allí y me senté en la hierba. Me tumbé, intentando estar en el lugar más apartado posible. Y seguí reflexionando.

Había cerrado los ojos y no me había dado cuenta de que el cielo se había ido oscureciendo. No había comido, pero tampoco tenía hambre. Me sentía tan perdida y alejada de donde mi cuerpo se situaba que no echaba en falta la comida.

No me incorporé hasta que no percibí la poca luz a través de mis parpados cerrados. Las farolas se habían iluminado y el sol comenzaba a desaparecer.  No había nadie en el parque. Todo estaba desierto y el silencio reinaba sobre aquel vacío existencial. Me incorporé rápidamente haciendo que mi cabeza me doliese como si estuviese de resaca. Aún así, corrí hacía la boca de metro porque no quería llegar muy tarde a casa, ya que al día siguiente teníamos concierto.

Llegué y bajé las escaleras a una velocidad increíble. Cuando llegué a la entrada, saqué la tarjeta. Y fue entonces cuando me di cuenta de que no me quedaban viajes. Y tampoco llevaba dinero. Me quedé bloqueada, parada en mitad de la entrada del metro. Miré donde estaba y me di cuenta de que habían más de diez paradas de metro desde donde estaba hasta donde estaba situada la casa de OT 2018. Me quise morir. ¿Por qué coño se me había ocurrido hacer aquella estupidez sin antes mirar si podría volver? ¿Por qué me tenía que salir todo mal y tenía que quedarme siempre perdida?¿Acaso lo hacía todo tan mal, sin apenas darme cuenta?

"¡¡JODER!!" quise chillar, pero no lo hice porque alertaría a todas aquellas personas que pasasen cerca. Me llevé las manos a la cabeza y pensé. Intenté mantener la calma y que no cundiera el pánico. Y cuando estaba a punto de desesperarme metí la mano en el bolsillo, por pura casualidad. Noté algo frío y lo cogí. Era mi móvil. Quise gritar de alegria, pero hubiese parecido una loca. Lo sostuve entre mis manos y di gracias a que me lo hubiese guardado en el bolsillo después de usarlo en la habitación.

Tras unos segundos, me decidí a llamar. Tenía que llamar a alguien que pudiese ayudarme. Y pensé en Joan. Lo llamé.

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Perdón por tardar en actualizar. Espero que os guste😊😘❤
Muchas gracias por todo el cariño que le dais a este fanfic. Y siento el drama😂😂❤

¿Nuestra relación solo es en OT?Where stories live. Discover now