~ XIX ~ AMOR

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Anduvimos por la calle, cogidas de la mano. Llegamos a un pequeño parque. Las niñas jugaban, mientras sus padres conversaban animadamente. Hacía frío aunque no parecía que a nadie le importase. Eran las 17:09, lo que significaba que todavía les quedaba un rato a las niñas para jugar.

Tú y yo pasamos entre las niñas, por delante de los padres. Las miré, con una sonrisa en los labios. Recordaba cuando yo era niña y jugaba, siempre sonriendo. Las niñas nos miraron. Algunas nos reconocieron, pero la mayoría no nos prestó demasiada atención. Algunos padres nos miraban con desagrado, mientras otros nos reconocían y murmuraban entre ellos. A ti te daba completamente igual.

Cruzamos el parque de niñas y llegamos a una parte dedicada más a la gente mayor y a las jóvenes. Había varios bancos y tú decidiste dirigirte a uno bastante apartado. Llegamos hasta él y nos sentamos. Me pegué a ti, abrazándote.

- Te quiero Nat - te dije dándote un beso en la mejilla.

- Y yo Albi

- Nat... gracias

- ¿Por qué amor? ¿Por querer al mejor ser de luz que existe en el mundo?

- No churri. Por existir y por haberte conocido. Nunca me voy a arrepentir de haberme presentado a los castings de OT.  Gracias a ti por no haberte rendido y haberte presentado. Gracias por darle un bonito motivo a mi corazón para seguir latiendo y para querer con locura.

- ¡Qué bonito, Albi! Gracias a ti. Porque sin ti, yo no hubiese conseguido encontrar ni un poquito de luz. Sin ti, yo no podría darte ese motivo. Así que gracias a ti. Por ser una gran luz que guía mi corazón, por hacer que el mundo vuelva a girar a mi alredeador y yo me pueda mantener estable a tu lado. Gracias por devolverle el sentido a esa oración inacabada que es mi vida. Te quiero Albi. Muchísimo. Te debo tantas cosas, amor... tendría que pasarme toda la eternidad para devolvértelo todo.

- Te quiero Nat. Te quiero y no me cansaré de decirtelo nunca. Te quiero.

Nos fundimos en un beso. Un beso que paró el tiempo y se alzó hasta llegar a los límites del infinito universo. Expandiendo ese amor que teníamos dentro y que ni siquiera llegaba a quedar satisfecho ocupando el universo entero.

Era tan bonito compartir el tiempo contigo. Era inexplicable. Tan grande y maravilloso que las palabras se quedaban vacías y descoloridas a su lado. Nunca nadie me había hecho sentir aquello. Nunca había pensado que se podía sentir y vivir tan intensamente. Nunca, hasta que te conocí y me hiciste descubrir lo imprefectamente perfecto que es estar enamorada de una persona y que las dos deis la vida por la otra. Y te juro que me alegro que me enseñaras tantas cosas y me hicieras vivir como nunca habría conseguido sin tenerte cerca.

Estuvimos basándonos, abrazándonos, fundiendo nuestro amor y diciéndonos las combinaciones de palabras más bonitas que jamás han cruzado el aire.

Pasaron horas como si fueran segundos. Contigo el tiempo siempre se volvía loco.

- Albi... Deberíamos ir ya al cine. Que nos van a cerrar, cariño. - dijiste riéndote, sin separarte de mí.

- Tienes razón. Vamos. - te cogí de la mano y me levanté. Tú también te levantaste y me seguiste.

Caminamos por aquel parque lo más cerca possible, intentando que no nos separasemos ni un mílimetro la una de la otra. Quería estar contigo todo el rato, para que mi vida no perdiese el sentido ni una sola milésima de segundo.

Las calles estaban casi desiertas. El silencio habitaba aquella parte del mundo dónde tú y yo lo iluminábamos todo con nuestro amor. Para mi no había nada ni nadie más que tú a mi lado.

Caminamos por las calles y llegamos a un cine. Miramos la iluminada cartelera.

- ¿Alguna en especial que quieras ver? - te pregunté.

- No, amor. ¿Tú?

- No. - nos quedamos un rato en silencio - Bueno... esta podría estar bien - dije señalando una del final.

- Vale. Pues vemos esa Albi - asentiste, convencida.

- ¿Pero tú quieres verla?

- Yo quiero ver todo lo que tú quieras ver porque seguro que será lo mejor del mundo. - dijiste antes de darme un beso. - Te quiero Albi.

- Y yo churri.

Entramos en el cine y compramos las entradas. Seguramente no sería una película súper interesante, pero te tenía a ti al lado. Y eso era lo mejor que podía pedir.

Compramos palomitas, cada una su propia bolsa, ya que no nos gustaban el mismo tipo de palomitas. Entramos en la sala y nos sentamos al final, a un lado. No había nadie.

Pasaron los minutos y empezaron los anuncios. Te miré. Tú ya hacía rato que me mirabas, sonriéndome embobada. Me acerqué y te besé apasionadamente.

La película empezó, atrapándonos en un intenso beso que no queríamos acabar. Estabamos solas en la sala y cerraron las puertas. Te miré.

- Nat... ¿nos quedamos aquí?

- Sí Albi. Tampoco es que me interese mucho la peli teniéndote a ti al lado.

Me besaste de nuevo. Era verdad, la peli no era nada interesante teniéndote a ti y pudiendo besarte tanto como quisiera.

Estuvimos más de dos horas en aquella sala. Casi no me enteré ni de que iba la película. Creo que de las más de dos horas solo vimos unos veinte minutos de peli.

Nos pasamos todo el rato besándonos. Me gustaba acariciarte y decirte cosas bonitas al oído. Me encantaba notar ese cosquilleo que me recorría el cuerpo y las partes íntimas cada vez que estaba a tu lado y te me acercabas. Me encantaba notar ese intenso calor que me hacía incendiarme cada vez que tu cuerpo me rozaba y nuestros labios se juntaban. Me encantaban los juegos que nuestras lenguas creaban cuando se mezclaban.

Me encantaba estar contigo, y no podía ocultartelo. Igual que tú tampoco podías ocultarme ese amor tan intenso que sentías y que te hacía volverte loca conmigo. Ni podías ocultar ese deso que te llenaba y que hacía que tu lengua, tus labios y tus manos se rebelasen contra la sensatez y la calma y, traviesas y curiosas, jugasen a encontrarme y llenarte de placer. Un placer que ninguna de las dos podíamos ocultar, ni queríamos, y que nos hacía intensificarlo todo.

Nos queríamos, Nat. Y nos gustaba.

¿Nuestra relación solo es en OT?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora