~ XLIX ~ EL PIGMENTO DE NUESTROS OJOS

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~ POV ALBA ~

Estaba ya desesperada cuando Elena me contestó. No me dijo nada, simplemente me envió un lugar marcado en el mapa de Google Maps. Yo entré rápidamente, sabiendo que se trataba de la localización exacta de tu piso. Entré en la aplicación y miré la ruta a pie que me marcaba. Estaba un poco lejos, ya que había continuado caminando y me había dirigido hacia la dirección contraria. Me quedaban más de media hora de camino, pero ya no me importaba; tenía tu dirección. Te iba a encontrar.

Le di las gracias a Elena y me dispuse a caminar hacia ti, con una sonrisa en mi rostro. Me quedaba una larga caminata hasta llegar, pero eso me daba ventajas para pensar en lo que te iba a decir y para mentalizarme de que te iba a ver y que era posible que no me recibieses con una sonrisa. O podía ser que tampoco me recibieses. ¿Y si habías salido? ¿Y si no querías hablar conmigo? Bueno, yo lo intentaba y si salía mal, pues a otra cosa, pero al menos lo había intentado. Como dicen en La llamada, "Lo hacemos y ya vemos".


~ POV NATALIA ~

Había pasado más de un cuarto de hora desde que mi hermana había cortado la llamada y Alba aun no se había presentado. Estaba nerviosa, muy nerviosa. No sabía qué quería decirme ni cómo reaccionaría yo, pero, aunque no me gustase admitirlo, quería volver a verla y volver a escuchar su voz. Al fin y al cabo, seguía enamorada de ella, de Alba Reche.

Me senté en el sofá para esperarla, pero a los dos segundos me levanté, impaciente. Me fui al lavabo para mirarme en el espejo y decidir si quería cambiarme o maquillarme. Sin embrago, tras mirarme durante un buen rato, decidí quedarme como estaba.

Acabé dando vueltas por la casa, muy nerviosa. Me pilló el sonido del timbre de la portería cerca de la puerta de mi piso y pegué un salto por el susto, ya que era la decimocuarta vez que pasaba por allí. Me acerqué aún más y descolgué el telefonillo, temblando. Intenté no titubear cuando pregunté, con un hilo de voz:
- ¿Quién es? - pasaron unos segundos, que se me hicieron eternos, antes de que la maravillosa voz de Alba contestara, nerviosa.

- Soy Alba Reche. Quiero hablar contigo, Natalia. Por favor. - lo último lo dijo muy despacio, como si le costara o me lo rogase en un suspiro, sin quererlo.

- Sube. - Y abrí. Ni siquiera lo pensé, simplemente me dejé llevar por mis impulsos y los latidos de mi corazón.

- Gracias - logré oír en un susurro antes de oír el golpe de la puerta cerrándose.

Estaba muchísimo más nerviosa que hacía unos minutos porque sabía que Alba no tardaría en llegar a la puerta de mi piso. Pegué un nuevo bote cuando escuché mi móvil sonar; era un mensaje. Me dirigí hacia donde lo había dejado y vi que se trataba de Alba preguntándome cuál era el número de mi piso porque se había olvidado de preguntármelo y estaba parada en la escalera sin saber a dónde dirigirse. Le respondí, dejé el móvil y abrí la puerta para verla acercarse. Allí estaba, parada en la escalera, intentando ubicarse. La veía perdida hasta que levantó la vista hasta la luz que salía de mi piso y nuestros ojos conectaron. Allí estaban esos ojos color miel, la dulce miel que me había faltado durante meses. Leí todos mis sentimientos en aquellos ojos que tanto echaba de menos y me perdí, dándome cuenta de lo mucho que amaba a ese pequeño ser que había revolucionado mi corazón y mi vida. La había echado de menos, sí, aunque también me había hecho daño y quería que no fuese tan fácil perdonarla. 

Seguí con mis ojos clavados en el pigmento claro de los suyos mientras ella subía las escaleras que la llevaban hasta mí. Cuando llegó se quedó clavada, conectada conmigo por el hilo invisible que unía nuestros ojos, fundiendo el pigmento de ambas en un solo color, tan fascinante que una cálida caricia me recorrió el cuerpo entero y me hizo dibujar una sonrisa, que se reflejó en los labios de Alba con otra sonrisa perfecta. Pasó la historia de un mundo entero hasta que ella bajó la mirada, se mordió el labio inferior y, finalmente, suspiró un "hola" que me sonó simple y demasiado fugaz. Bajé yo la mirada, creo que mi sonrisa se borró. Con mis ojos clavados en el fragmento de suelo que nos separaba, caí en todo el daño que había sufrido desde la última vez que nos vimos y, cuando volví a levantar mi mirada para clavarla en ella, mi saludo sonó más seco, más frío y mucho más distante de lo que hubiese querido. Volví a bajar la mirada y ambas nos quedamos, mientras pasaba la historia entera de otro mundo, perdidas en la profundidad de nuestros pensamientos, que recorrían la poca distancia que nos separaba.

Todavía mirando el suelo la invité a entrar en mi piso. Mi tono de voz no era el que yo había imaginado; mi voz estaba herida por los sentimientos del pasado y por el transcurso de aquella historia, la nuestra, que me había creído que estaría plagada de felicidad. Alba entró en mi hogar cuando me deslicé hacia un lado para dejarla pasar por el hueco de la puerta. Yo suspiré mirando a la escalera, ahora vacía, y entré tras ella, cerrando la puerta para que no se escapara la claridad. 

Nos quedamos paradas en el interior de mi casa, en el comedor. Parecía que aquel día teníamos la maniática fijación de mirar al suelo y mordernos las palabras, tragando silencio. Sin embargo, a mi corazón le sobraban palabras para regalar, pero a mi cabeza y a mis labios les faltaban todas. El silencio me consumía poco a poco, como si yo fuese un cigarrillo encendido al que nadie le presta atención. Mi respiración acompañaba a la suya en una melodía de tiempos pasados, presentes y futuros que se mezclaba con acordes labrados por sentimientos enredados. 

- Puedes sentarte donde quieras, Alba. - dije al fin. Para mi, aquellas palabras habían sido como un triunfo, pues ella levantó su mirada y la volvió a clavar en la mía. 

- Va...Vale. ¿Dónde quieres que hablemos? - pronunció con nerviosismo. 

- Podemos ir a mi habitación, si quieres. Aunque si lo prefieres podemos quedarnos en el sofá o en la mesa del comedor. Como quieras, me da igual. - una suave, pero infinitamente corta risa acarició sus labios.

- Es tu casa, Natalia. Donde tú me digas. 

- Vale, ven. - la quería guiar hasta mi habitación, porque sentía que sería una conversación especial. 


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Lo siento, sé que voy tarde. Últimamente no he tenido mucho tiempo para escribir. 😔😢

Otra cosa, relacionada: he pensado que a partir de ahora voy a ir publicando cada dos o tres días, en vez de cada día, ya que si no, no me da la vida y no llego. Espero que no sea ninguna molestia. 

Muchísimas gracias por todas las lecturas de este y todos los demás capítulos, y por todo el apoyo. 😊😘😍❤

Os quiero❤

¿Nuestra relación solo es en OT?Where stories live. Discover now