~ XXIX ~ LA DUCHA

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Nos despedimos de todas las profesoras y salimos a la calle. Estabamos todas cansadísimas. Caminábamos por la calle como muertas vivientes, teníamos que cogernos las unas a las otras para no dormirnos. Tú y yo íbamos de la mano desde que habíamos salido; no queríamos perder nuestro contacto. Te quería sentir cerca. La Mari iba la última y tenía una sonrisa en la cara, aunque estaba destrozada.

Por fin llegamos a la casa donde estábamos instaladas. Una parte del grupo desapareció en las duchas, deshaciéndose con el renovador contacto del agua. Otra parte nos desintegramos en el sofá, sin fuerzas ni para abrir los ojos. Y otra parte, aunque la más pequeñita, se encerró en las habitaciones. Las del sofá y las de las habitaciones esperábamos a lo mismo: poder fundirnos en laa duchas con el agua acariciando nuestra piel. Estábamos cansadas. No por haber hecho un gran esfuerzo físico, sino porque habíamos perdido la costumbre de ensayar durante tantas horas una canción. Me quedé dormida sin poder evitarlo.

Las suaves palabras de Sabela acariciando mi oído me despertaron. Me tocaba ducharme. Me levanté casi al instante y fui a mi habitación para coger ropa para cambiarme. Y me dirigí a uno de los lavabos. Entré y cerré la puerta. Se escuchaba el agua estamparse contra el suelo de una de las tres duchas que había. No dije nada. En silencio, me dirigí a la ducha contigua y corrí una cortina de separación que había para que te pudieras desnudar sin que nadie te viese. Dejé la ropa que llevaba en mano en un taburete y empecé a desvestirme. Dejé la ropa que llevaba puesta en el suelo, ya que era para lavar y no me importaba que estuviese en el suelo. Me metí en la ducha y abrí el grifo. Tardó unas milésimas de segundo en empezar a caer el agua. Impactó de lleno sobre mi cuerpo desnudo, provocando que un suspiro escapara de mis labios. Me mordí el labio inferior y cerré los ojos, disfrutando de aquel deseado contacto. Regulé un poco la temperatura del agua y volví a suspirar cuando noté como el agua se enfriaba, intentando satisfacer mi deseo. Me llevé las manos a la cabeza y acaricié mi cabello para que el agua lo mojara al completo. Abrí los ojos y deposité mi mano derecha sobre mi hombro izquierdo, rozando mis pechos desnudos con mi brazo. Volví a suspirar. Era infinitamente agradable. En aquella posición me desplacé lentamente hacia el lado opuesto del grifo y cogí el champú con la mano izquierda. Fue en ese momento en el que tuve que deshacer el contacto de mi mano y mi brazo derecho. Abrí el champú y vertí un poco en la palma de mi mano. Salió serpenteando, brillando, y se fue enroscando en mi mano mientras me acariciaba, reclamando mi atención. Dejé el bote de champú y me llevé la mano a mi cabello. Lo impregné de champú y después me volví a acercar al grifo. El agua se mezcló con el cabello enjabonado y yo me volví a llevar las manos a la cabeza para acariciar aquella mezcla. Mis dedos jugaban y pronto mis hombros también quedaron impregnados de jabón. Dejé mi cabello y acaricié mis hombros. Ayudada por el agua, los limpié y volví a dirigirme al lado opuesto del grifo. Esta vez cogí un bote blanco con gel y lo vertí en mi mano. Dejé el bote en el mismo lugar y me quedé embobada mirando el gel blanco que me daba la mano. Después acerqué mi mano a mi cuerpo y la deposité sobre mi corazón. Acaricié mi cuerpo, untándolo con aquella suave substancia. Una vez acabado esto, me acerqué al grifo. El agua y yo recorrimos todo mi cuerpo. Llegué a mis partes íntimas y las acaricié con delicadeza. Mi mente me traicionó y le mostró a la retina de mis ojos tu imagen. Separé mis dedos de mi piel y cerré los ojos. Pero tú seguías allí. Delante de mí. Sin apenas darme cuanta, noté el contacto en mis partes íntimas y el cosquilleo que ya había empezado se intensificó. Un intenso calor me recorrió el cuerpo mientras el agua fría intentaba apagar el incendio. El contacto bajó y yo abrí ligeramente las piernas. Acarició suavemente mi clítoris, con deseo, y continuó. Notó el lubricante que mi cuerpo estaba fabricando y te vi sonreír. Tu voz me susurró en el oído.

- Estas muy mojada, cariño.

Esa frase consiguió que me pusiera todavía más cachonda y noté como un dedo se intoducía en mi interior. Veía tu sonrisa mientras ese dedo jugaba salvajemente dentro de mi. Notaba tu respiración muy cerca y pronto noté el sabor de tus labios. Me besabas apasionadamente. Y aquel dedo solitario encontró compañía. Dos dedos se introdujeron en mi interior, provocando que gimiese y tuviese que llevarme la otra mano a la boca para amortiguar el sonido. Me besabas y mordías el cuello mientras yo gemía cada vez más seguido y con más potencia. Los dedos exploraban incansablemente mi interior y el agua fría seguía intentando apagar el fuego que incendiaba mi piel. Pero el agua no servía para nada más que ponerme más cachonda porque estaba completamente mojada. Yo empezaba a temblar y mis crecientes gemidos indicaban que estaba a punto de llegar al orgasmo. Tus labios besaban los míos y tus dedos acariciaban mis pechos. Los dedos que exploraban mi interior, subieron la intensidad. Noté como mis paredes empezaban a contraerse, pero aquellos dedos continuaban dándome placer. Querían que explotase. Y no tardé mucho. Ya no podía aguantarme los gemidos y cada vez estaba más y más caliente. Y aquellos dedos no cesaban. No paraban. Y exploté. Chillé de placer, intentando, en vano, amortiguar aquel salvaje orgasmo metiéndome la mano en la boca. Aquellos dedos dejaron de darme placer y salieron de mi interior. Estaba temblando y dejé que mi cuerpo resbalase por la pared de la ducha y llegase al suelo.

Tú ya habías desaparecido. Y no ibas a volver. Me miré los dedos que con tanta ímpetu habían entrado y habían explorado mi interior, haciéndome llegar al orgasmo con solo imaginarte. Y unas frías lágrimas resbalaron por mis mejillas y se mezclaron el agua de la ducha. Podría habértelo pedido en vez de haberlo imaginado. Pero la verdad era que no me atrevía porque tenía miedo de que no te gustase. Nunca habíamos acabado lo que habíamos empezado. Y tenía miedo de que fuese peor que lo que imaginaba. Me sequé las lágrimas pensando que aquello era una tontería y que debía pedírtelo. Quería tener sexo contigo ya. Y hacerlo bien sin que nadie nos interrumpiese.

¿Nuestra relación solo es en OT?Where stories live. Discover now