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El que se robe mis historia...
Un primer mensaje, una primera conversación, un primer escalón al abismo.
Sabía lo que buscaba, algo que un ser humano común no era capaz de entregarle.
Hola.
Una respuesta que lo guió al segundo escalón.
Sabía que lo que quería no era bien visto por la gran mayoría de la sociedad, Antoni buscaba esa pequeña parte, esa parte escondida que era capaz de entenderlo y quizás brindarle lo que buscaba.
En parte comprensión, quería sentir que no era el único y que no había nada de malo lo que quería.
Habían muchas personas en ese chat, personas con parafilias extrañas, algunos con la misma que él, se sentía cómodo, nadie lo conocía, él tampoco los conocía, hiso click con alguien en especial, se adaptaban a la perfección, dos piezas que encajaban, o al menos así lo sentía él.
Tu, por otra parte, no buscabas otra cosa que tu propio placer, te sentías un poco sola por tus gustos, por ella tu llegada a aquel foro, hablar con aquellas personas se te hacia divertido, cada uno contaba con una personalidad extraña, hablabas más seguido con una de ellos que con cualquier otro, tal parecía ser un chico, sus gustos se adaptaban a los tuyos, no quisiste ir muy rápido, dejaste que las cosas se dieran y terminaron por intercambiar teléfonos.
Finalmente se conocieron, su primera reunión en un café que daba cerca, Antoni no quería decírtelo, pero le gustabas, mas allá de que estabas dispuesta a cumplir con sus fantasías y él con las tuyas, había algo en tu personalidad que lo hacía estar atento a cada gesto, cada movimiento, cada palabra.
Y cuando te conoció...
Realmente no podía dejar de repetirse a si mismo lo bonita que eras y como le gustaba tu personalidad, personalidad que contrastaba bastante con tus violentos gustos.
Su primera vez los dejo satisfechos a ambos, cumplieron las expectativas del contrario, cosa que incentivaba aun mas a Antoni por querer ser alguien más intimo para ti, no solo un extraño con el que liberabas cada morbosa fantasía tuya, no quería ser solo un saco de carne para ti, quería llegar a ser mucho más.
Antoni se había enamorado de ti, sus encuentros seguían y ambos hablaban, pero el chico no estaba muy contento de cómo iban las cosas.
No lo estabas viendo como una potencial pareja.
Creo que él me gusta, pero no lo sé... Quizás deba probar a ver qué tal sale.
Oh no, tú no te irías con otro tipo, no te vería alejarte cuando lo tenias a él allí, más que dispuesto a ser despellejado por tus propias manos si eso significaba que lo prefirieras a él por sobre cualquier persona.
Lo asesino.
Es una lástima, quizás pudo haber funcionado.
Tampoco era idiota, no iba a decirte que fue él, tampoco en que zanja lo había tirado, mataría a quien fuera, no importaba, pero tus manos no tocarían a otra persona de la manera en que lo tocabas a él.
Quería que solo te emocionaras por él.
Le gustaba tu sonrisa extendida cuando lo veías sangrar o al admirar sus moretones, cicatrices que en algunas ocasiones debieron llevar sutura, pero no le importaba, aun cuando se desmayara por la pérdida de sangre, se sentía feliz porque se trataba de ti.
Solo de ti.
Nadie más lo complacía como tú, él no quería a nadie más.
Con el paso de tiempo te empezaste a fijar en Antoni, mas allá de forma física y sexual, la forma en la que era tan leal a ti te encantaba.
Era como un cachorro que mendigaba por la atención de su dueño.
Eso era.
Te gustaba la situación, ver cómo te pedía más, cuando suplicaba porque no lo tocabas, toda la atención que te dedicaba fuera de eso también, todo su mundo eras tú.
—...— Admirabas desde sobre él como la sangre escurría de sus heridas y manchaba las sabanas que deberían lavar después.
—Soy todo tuyo... — Tu atención se fue a su rostro, su mano derecha tomo la tuya que hasta ese momento había estado apoyada sobre su abdomen dirigiéndola hacia su pecho — No me importa perder litros de sangre si es por ti... Solo júrame que serás mía para siempre...— Metió su otra mano debajo de la almohada, sacando una pequeña cajita de terciopelo azul marino, la abrió y saco el anillo con un diamante de un tamaño considerable, sonreíste ante esto, él era todo tuyo, coloco el anillo en tu dedo anular, manchándolo un poco de sangre que aun contenían tus manos.
—Acepto... — Te inclinas y besas sus labios, le das una amplia sonrisa, una mezcla entre felicidad y sadismo.
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