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Arian.   

Caminaba por las calles de la manada buscando mi madre mientras me abrazaba a mi misma, ya llevaba un rato buscando y todavía no la encontraba me estoy empezando a preocupar eh imaginar los peores escenarios posibles.   

Los miembros de la manada se han organizado y an ayudado a reparar los daños ocasionados por los invasores mientras que algunas mujeres se quedan con los niños en los refugios. Estoy completamente segura que no saldrán hasta mañana para asegurarse de que es seguro.

Arian deberías de descansar.

No tengo que encontrará a mi madre.

Ella esta bien Arian.

No estaré tranquila hasta verla sana y salva con mis propios ojos.

Pero...

Pero nada.

Seguí "caminando" si importarme el dolor de mi cuerpo y las protestas de Areen.

A pasado mucho tiempo desde la última vez que me sentí a si de mal ( descartando la violación) pero sigue siendo el mismo — si no es que mas — dolor insoportable al que ya estoy familisada. La ultima vez que me sentí a si de débil fue hace cinco años atrás, cuando era apenas una niña de 13 años.

La profesora Mareida había organizado una de sus muchas excursiones fuera del territorio de la manada, a esa mujer le gustaba hacer sus clases fuera de las cuatro paredes y a los alumnos les encantaba salir mas haya de los territorios. En esa ocasión había tenido la idea de llevarnos alas montañas de Avonell con la intención de enseñarnos desde la altura donde queda cada una de las manadas de la región o algo parecido.
Habíamos partido de la manada al amanecer, en total íbamos veinte ocho alumnos, una maestra y cinco guerreros. Si los conté a todos. Caminamos por horas hacia el norte sin detenernos muchos se quejaban, unos jugaban, otros se aburrirían y en mi caso me conformaba con ver la naturaleza acompañada de mi soledad, en ese tiempo tenia una pequeña obsesión por las flores silvestres y la montaña de Avonell se encontraba lleno de ellas.

Cuando después de una eternidad habíamos podido llegar al inicio de la montaña pudimos descansar al menos unos minutos, para ese entonces yo ya estaba cargando con un ramo de  flores de diferentes colores, pensaba llevárselo a mi madre como un regalo de cumpleaños que por cierto ya se acercaba. Mis compañeros como siempre se burlaron de mi, en esa época todavía no eran tan crueles todavía seguirán con el rollo de te estiro las trenzas, te pego un chicle en el pelo, nos burlamos de ti por no tener tenis de luzcitas y esas cosas.

Yo solo me dedicaba a ignorarlos y cada vez que uno me estiraba el pelo le daba un empujón y se alejaban, era muy fácil librarme de ellos en ese tiempo ahora parecen garrapatas que se alimentan de mi sufrimiento...o el de cualquiera. Después de ir en medio camino para llegar ala cima de la montaña, la maestra ya parecía desfallecer enserio parecía que en cualquier momento caería desmayada y no se volvería a levantar por un muy buen rato, como era de esperarse todos la imitaron y descansaron excepto yo claro que no estaba ni un poco cansada y que prefería mil vece una vaca como compañía que a mis compañeros. Me aparte del grupo y busque mas flores y después de unos minutos buscando no encontré nada en es momento me iba a rendir y ir a sentarme lejos del grupo pero de la nada un Elliot de 13 años apareció.

No voy a negar que a esa edad Elliot me llamaba la atención....o mejor dicho me gustaba. En es entonces el era un niño tan tierno pero algo serio y no el monstruo cruel de ahora. Con sus ojos oscuros y una sonrisa se hacerlo a mi y me indicó que había visto unas flores por otro lado.

El Rechazo De Una Estrella. (PAUSADA)Where stories live. Discover now