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Arian.

Mientras que Kia y su amigo hablaban en susurros del otro lado de la fogata, yo me concentraba mas en mirar las llamas del fuego que lograba traer algunos recuerdos de mi niñez que no dudaron en invadirme por completo y hacerme caer en ese sentimiento de melancolía.

Cuando era pequeña ( exactamente siete años ) me gustaba salir acampar a lo mas profundo del bosque. De hecho era lo que quería hacer a todas horas del día, estar rodeada de tranquilidad dormir viendo la estrellas y escuchar a los sonidos de los búhos como una canción de cuna.

Me encantaba tanto ir aprender una fogata y comer malvaviscos en un palo, mientras que escuchar a mama quejarse por los mosquitos, de que se malvavisco se encontraba exageradamente quemado y que de ninguna manera lo comería de esa forma, para que al final terminara comiéndoselo de mala gana, y para al fina de la noche y el sueño nos pesara quedarnos dormidas mientras nos abrazábamos.

Cuando dormía en su brazos, todo era tan pacifico, tan irreal.

Pero cuando Anny me se negaba a ir, hacia los mas grandes berrinches de mi vida — de los cuales me avergüenzo, pero no arrepiento — y como era de esperarse siempre funcionaban. Ella me levaba al bosque como se lo pedía y nos quedábamos a dormir ahí, aun cuando a ella no le gustaba . Una mujer lobo que no le gusta la naturaleza quien lo diría ¿no?. Mama decía que era de esas personas que se sentían mas cómoda con troncos y hojas, que alrededor de las personas. Siempre se burlaba de eso. Pero tenia razón me sentía mas cómoda con los viejos arboles que no me juzgaban criticaban o se burlaban de mi, que con las personas de la manda que hacían todo lo contrario.

Después de un tiempo mama entro ala vigilancia de la manada y ya no podíamos ir a acampar, ya no podía hacer malvaviscos en la fogata, dormirme escuchando aquel búho que nunca se callaba, ni mucho meno ver las estrellas justamente antes de dormirme. Ya todo era diferente. Ya no pasábamos tanto tiempo juntas pues su trabajo ya no se lo permitía, ya no llegaba feliz a casa si no cansada, ahora era yo la que le hacia su comida favorita para que su día no fuera tan malo, limpiaba la casa para que cuando ella llegara no tuviera que hacerlo. Y no digo que eso me molestara, de ninguna manera me molestaría ayudarla en algo, es solo que me doy cuenta que debí haber aprovechado mas ese tiempo a su lado y haberle dicho cuanto la amaba, pero ahora es muy tarde.

— Arian — salte asustada al ver como Kia que hace un momento estaba con Robert se encontraba sentada a mi lado.

¿Como no me di cuenta que se había sentado a mi lado? Ahora que me doy cuenta ¿Desde cuando esta ahí?.

»¿Estas bien?.

— Ehh... Si, si estoy bien — asentí rápidamente y la mire — ¿Porqué preguntas?.

— Es que estas llorando.

Pase mis manos por mis húmedas mejillas, ¿En que momento había empezado a llorar?. Regrese la mirada al fuego y suspire con pesar.

— Yo... L-lo siento, es solo que recordé alguien.

— Pues debió de ser muy importante como para que lograras poner de esa forma.

— Lo es.

Kia no volvió a decir nada, se quedo en silencio al darse cuenta que no era algo de lo que quería hablar.

Se que este dolor por haber perdido a mama nunca se ira que se aferrara a mi como nada en el mundo, que probablemente el vacío que siento en el pecho nunca lograra ser llenado por nadie.  Pero también se que al hablar de ello no me ayudara en nada solo me llevara de nuevo al momento en donde la encontré tirada en esa enorme charco de sangre donde escuche sus ultimas palabras y su ultimo suspiro, se que llorare a mares al recordarlo que el dolor regresara y me aplastara hasta verme en el suelo sumida en la tristeza de haber perdido lo que mas amaba. Y la verdad de las cosas es que ya no puedo mas estoy cansada de llorar hasta quedarme dormida, de ahogarme en sufrimiento que solo me destruye de a apoco, de ver la realidad que me mata...

El Rechazo De Una Estrella. (PAUSADA)Where stories live. Discover now