Bendita mañana.

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Capítulo 4: Bendita mañana.

Guillermo.

Flasback.

Abriste los ojos y te preguntaste cuanto habías podido dormir, seguramente no mucho ya que te sentías enormemente cansado. Te dolían mucho los ojos y la cabeza. Suspiraste pesadamente, buscando algo de respiración. Estabas seguro de que tu voz sonaba ronca, y no solo por dormir, si no por haber llorando durante la noche.

Te dejaste caer de nuevo sobre la almohada, buscando algo de paz. Sin lágrimas. Sin lamenos. Sin remordimientos. Solo algo de paz.

Claramente eso era imposible.

Escuchaste un fuerte golpe en tu puerta, y no pudiste evitar asutarte. ¿Qué quería ella ahora?.

-Guille...- Ahí estaba tu hermana, con su pequeño vestido blanco con pequeñas flores, con una gran carta en la mano.

Eso no será...”- Un escalofrío recorrió tu cuerpo.

Eso-no-podía-ser-eso. ¿¡Realmente las cosas podían ir peor?!.

-¿Esto es tuyo?- Continuó ella preguntándote mientras suavemente te tendía el enorme sobre.

Dudaste unos minutos en contestar, sin estar seguro de lo que decir.

-Si...- Tu voz seguía sonando insegura.

Y una pequeña y malvada sonrisa apareció en su rostro. Apartó el sobre y saltó de tu cama.

Lo sabía”- Te reprochaste.

-¿Me puedes dar el sobre, por favor?- Sonaste molesto, tal y como estabas.

Ella te miró por un segundo, llena de ternura. Seguramente -y aunque era bastante pequeña- debió ver tus hinchados ojos, pero eso no le bastó para nada.

-Nop- Soltó una dulce carcajada y se volvió a subir a tu cama.

-Vale, enana, acabemos con esto rápido. ¿Qué quieres a cambio del sobre, Carol?.- Hacía mucho tiempo que no habías dicho eso. Bueno, realmente hacía mucho tiempo que no estabas con tu hermana. Una sensación de calidez invadió tu pecho, pero desapareció al ver como, de nuevo, su sonrisa malvada aparecía.

-Juega conmigo.- ¿¡Qué?!. ¿Aquello era broma?. ¿Tú te sentías morir y ella quería jugar?.

Como no lo haga, le enseñará eso a mis padres. Como eso ocurra estaré muerto”.

-Chaval, ¿de verdad me obligarás a hacer eso?.- Ella sacudió el sobre delante tuyo.

-He visto el contenido, no estoy muy segura de que quieras que se lo de a papa y mama.

Vale, ella jugaba bien sus cartas.

Maldita sea”.

-Está bien.- Contestaste con pesar- Jugaré contigo.

Tu hermana río de forma breve y sarcástica.

-Nop, ahora no, me tengo que ir a casa de Lorena.- Te puso la carta sobre tu mesa y salió de la habitación sin parar de reir.

Mierda”- Pensaste luego de abrir el sobre.

¡¡Te habían quedado 2!!. Dios, te matarían. Estabas totalmente seguro de que estabas muerto. Jodida-y-totalmente-muerto.

¿Qué más puede ir mal, chaval?”. 

Relatos de un roto corazón. (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora