¿Un día normal de clase?

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Capítulo 14: ¿Un día normal de clase?.


Guillermo.


Las siguientes semanas fueron normales, todo lo normal que puede ser trabajar, ir a la escuela de verano y no tener ganas de nada. Lunes, miércoles y viernes iba a clases, aunque mentí a mis padres diciéndole que me había apuntando a un curso dado por el Ayuntamiento para no perder el tiempo, y martes, jueves y sábado trabajaba. Los domingos era el típico día de la semana el cuál me pasaba en la cama auto-compadeciéndome y preguntándome cómo había acabado en esto, pensando y cuestionándome internamente por qué fue que me molestó tantísimo ver a Samuel con aquel tío.

Mi primer día en las clases de verano fue algo de lo más atípico que yo jamás había vivido. Gracias al cielo, por una parte, Frank, un buen amigo de Samuel y un conocido mío -aunque yo no sabía que era tan amigo de Samuel hasta que me lo dijo- y Chetto asistían a mi mismo horario, algo que agradecía ya que no me gustaba sentirme tan solo en clases, nunca me había gustado eso por lo cuál siempre intentaba ponerme con Marcos en cada clase, pero ahora... estaban ellos, aunque yo me sintiera como que sobraba y no tenía nada que ver con ellos.

Aunque, aparte de esto -ya que no me esperaba que ellos tuviesen que ir a clases también- tuve algo así como... ¿mi primera pelea?.


Flasback.


Saliste de tu casa apurado porque se te había hecho muy tarde. ¿Cómo se te había podido pasar la hora si habías puesto tres despertadores?.

-¡Me voy!- Gritaste desde la puerta de casa para luego empezar a correr como alma que lleva el diablo.

No puedo llegar tarde, no el primer día”- ¿Qué impresión darías?.

Corriste y corriste, cada vez aumentando el paso mucho más. Sentiste una sensación de tranquilidad cuando la sirena sonó cuando ya habías entrado al recinto. Caminaste hasta la clase, no sin antes mirar el horario para asegurarte de que esa era realmente la aula a la que deberías ir, y te sentaste en el tercer lugar de la segunda fila.

Siempre de los primeros”- Te dijiste a ti mismo. No podías suspender esto. No podías desaprovechar la oportunidad que Rubén te había dado, mintiendo por ti y todo para ahora suspender también estas clases de recuperación.

Miraste el reloj atentamente, deseando que esto se pasase rápido, cuando sentiste como alguien se dejaba caer sobre tu hombro. Tú saltaste de la impreción.

-¡Ostras, Julián!- Te giraste para ver quién había sido el desgraciado que te había dado tal susto, pero tu sorpresa fue más grande que el enfado que en ese momento gobernaba tu cuerpo al ver como Chetto estaba allí, sonriente, mirándote atentamente.

-Hola- Te comentó con una sonrisa burlesca.- ¿Te he asustado demasiado?- Lo intentaste mirar mal, pero ahora mismo estabas demasiado... sorprendido, por decirlo de alguna forma, como para responder. ¿Por qué estaba hablando contigo?. ¿Le daba igual que os vieran juntos?. ¿Por qué no se iba con sus amigos?. ¡¿Por qué se estaba sentando a tu lado?!.

¿Qué está pasando?”- Estabas ojiplático.

-¿Cómo te fue ayer en el trabajo?- Y como si fuese lo más normal del mundo, allí estaba él, sentado a tu derecha mientras hablaba de temas triviales contigo.

Pero tu sorpresa no terminó en ese instante, claro que no. Frank se acercó a vosotros. Conocías a ese chico de antes, cuando tu mejor amigo te obligaba a salir en grupo y habías hablado con él tres o cuatro veces, pero... ¿por qué se acercaba a ti de esa manera tan... amigable?.

-Hola- Te sonrió de una manera tierna y tu te sentiste sonrojar.

Odio ser tan malditamente tímido”

Intentaste pronunciar algo, responderle con un simple saludo, pero te fue imposible.

De pronto, se puso a hablar con Chetto, como si fuesen amigos de toda la vida... aunque eso era precisamente la verdad.

-¿Os conoceís?- Te animaste a preguntar, aunque tu voz salió tan bajita que momentáneamente te preguntaste si te habían escuchado.

-Claro. Es como mi... hermano- Aquello sonó tan cálido como extraño.

-Nos conocemos desde pequeños. Nuestras madres siempre han estado juntas y nos 'obligaban'- Puso énfasis en dicha palabra- a jugar juntos y al final... sigo teniendo que soportarlo.- Escuchaste esa risa tan característica de Fran y no pudiste evitar acompañarlo también.

Y al cabo de un rato, allí estabaís los tres, hablando como si nada.

-No te acerques a él- Te susurró una temible voz en el oído y tu te viste estremecer.

Te giraste y allí estaba...

Tu pecho volvió a doler sin motivo alguno, mientras te preguntabas que acababa de pasar. ¿Por qué el chico que estaba con Samuel aquel día en los aparcamientos, ahora estaba frente a ti queriéndote matar con la mirada tal y como la otra vez?.

¿Qué le he hecho yo al Universo, chaval?. ¿Por qué me odia tanto el Karma?”

-¿Qué?- Te animaste a preguntar, aunque los nervios pudieron contigo.

-Que te alejes de...- Una voz proveniente de la persona que tenías al lado lo interrumpió.

-Adrián, vete.- Chetto sonó serio, borde y frío, pero aún mostraba una sonrisa.- Deja a Guillermo, él no ha hecho nada.- Verdaderamente, si las miradas mataran, tú ya estarías más que muerto.

-Yo no me he acercado a Samuel.- Conseguiste sonar firme y te alabaste por ello.

-Eso espero.- Se dió la vuelta orgullosamente y se sentó en la última fila.

Chetto rió, al igual que Frank, y tú intentaste acompañarlos, aunque todavía sentías su mirada clavada en ti, como queriendo atravesarte con esta.

Dios, Samuel, aun sin estar presente me causas sentimientos que nunca antes había conocido”


Fin Flasback.

Cuando volví en mi, ya estaba sentado frente a la gran pizarra verde del aula, mientras el profesor estaba hablando de no-se-que-guerra.

Samuel, Samuel y Samuel, eso es lo único en lo que puedo pensar”- Me dije a mi mismo intentando no suspirar. Miré de reojo a Chetto, quién estaba dibujando cosas extrañas en su cuaderno.

Sutílmente me giré y miré atrás, y tal y como suponía, Adrián seguía matándome con la mirada, como cada día desde que empezó la maldita escuela de verano.

¿Podría pasar algo más?”- Me pregunté retóricamente.- “Samuel no sale de mi cabeza, su novio-o-lo-que-sea me odia, y yo sigo queriéndome meter debajo de mis sábanas y no salir jamás”

En realidad, no. Si, vale, quería esconderme, pero... con todo esto, las ganas de vivir, volvían poco a poco a mi. Alex estaba abandonando mi cabeza, mi cuerpo y mis emociones, aunque ahora estaba siendo ocupada por.. una persona que realmente conseguía enfurecerme o derretirme, todo en la misma medida, mis padres estaban mucho más feliz de que yo me encontrase algo mejor y... mi hermana, estaba seguro de que haría todo lo posible por intentar arreglar las cosas con ella, y con mis antigüos amigos. 

Relatos de un roto corazón. (Wigetta)Where stories live. Discover now