Gracias por sostener mi mano.

2.3K 252 29
                                    

Capítulo 9: Gracias por sostener mi mano.

Guillermo

Me sentía tan sorprendido que casi no podía ni caminar. Estaba entre nervioso y aterrado, aunque claramente más nervioso. Y no porque Samuel, el primer chico en el que me fijé hace ya muchos, muchos, muchos años atrás, si no porque yo no estaba acostumbrado a estar con tantas personas, sobre todo si no las conocía. Yo no solía salir de mi círculo de amistades, mas ahora ese círculo se había difuminado hasta quedar en nada.

Realmente no escuchaba nada, ni tan siquiera a Rubén, quién seguía hablando -prácticamente solo- a mi lado.

Así que hay estábamos nosotros, caminando -bueno, yo realmente estaba siendo obligado a caminar, por Rubén, quién de pronto se paró y empezó a llamar a... ¡Chaval!.

-Sami. Chettito- Creo que algo se paró de nuevo en mi. Me sentía temblar y muchísimo más tímido que de costumbre. Dios... creo que me voy a morir.

Aunque eso no era nada con lo que sentí dos segundos después, cuando Samuel me guiñó un ojo. Me malditamente guiñó. Oh.Dios.Mío. Creo que me voy a morir o algo parecido porque el suelo se tambalea debajo de mi.

-¿Estás bien?- Escuché a Rubén. Me sentí tan mal en tan solo unos segundos, y es que parecía preocupado de verdad por mi. ¿Por qué si no somos ni amigos?. ¿Por qué siempre tengo que estar causando problemas?. ¿Por qué soy así de inútil?.

Bajé mi cabeza y clavé la mirada al suelo, pero entonces vi como Samuel empezaba a caminar, cosa que hizo que bajase aún más mi mirada -si es que eso era posible-. No se porqué, me pregunté a mi mismo si le había molestado el que yo viniese...

-Mejor, gracias.- Susurré sin estar seguro ni yo mismo de esa respuesta.

Y, como era ya de costumbre en Rubén, me cogió de la mano lo más fuerte que pudo para que yo no escapara -como si lo hubiese a hacer después de todo lo que ha hecho por mi...- y le gritó a los otros dos algo como: ¡Démonos prisa!. Y en menos de cinco minutos ya nos encontrábamos en el centro comercial, el cual, aparte de ser el más famoso de la zona, era enorme. Y si, cuando digo enorme, es ENOOOORME.

Tenía varias plantas y cada una de ellas dedicada a una sección en concreto. La primera era algo así como de introducción, la segunda tiendas de ropa tanto de hombres como de mujeres, la tercera los muebles, la cuarta era como la zona de descanso donde había muchos recintos de comida, supermercados, juegos para niños y algunas tiendas de videojuegos y consolas... etc -las cuál ya eran bastante conocidas para mi- y la última era la sala que daba a la gran terraza. Prácticamente había de todo.

Caminemos por la primera planta, recorriéndola casi por completo hasta llegar a las grises y largas escaleras mecánicas que nos llevarían hasta la segunda. Recuerdo que de pequeño le tenía bastante respeto a estas 'cosas'.

-¡Espera aquí!-Me gritó Rubén mientras que a lo lejos veía como se llevaba a Chetto y le gritaba algo a Samuel. Realmente era bastante extraño ese chico...

Relatos de un roto corazón. (Wigetta)Where stories live. Discover now