Capítulo 9

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Miré el grandioso vestido que Abril tenía tendido en mi cama para mí. Era simplemente perfecto al mirarlo, su color era hermoso y el encaje y diseño junto a todo lo demás le daba un toque único. No sé de dónde Abril pudo haberse sacado un buen vestido de diseño cómo éste. Sin esperar más, me metí bajo la ducha deseosa de alistarme. Los nervios me carcomían de sólo pensar que tendría una cita con Conner. Abril se había puesto como loca a gritarme entusiasmada que saldría con uno de los hombres más ricos y deseados de  Nueva Orleans en plan romántico. La verdad que a mí me sorprendía un poco saber que haya hecho aquello, pero mi corazón desbocado me hacia no pensar tanto.

Abril se había encargado de buscar el perfecto vestido para la ocasión de hoy, y aquí estaba, a punto de ponérmelo. Tomé las bragas de encaje nuevas junto al sostén también que eran nuevos, Abril se había encargado hasta de comprar eso. Mi amiga apareció en la puerta, dando un asentamiento a mi lugar de aprobación. Su sonrisa era satisfactoria y feliz al ver logrado su cometido.

—Ese conjunto es sexy—farfulla haciéndome reír—. A O'Conner se le caerá la baba.

—Ya... me veo normal.

—Normal y un cuerno—reprocha—. ¡Estás divina! Anda, mírate al espejo.

Al mirarme no creí que fuera yo. Mi mirada era nueva y fugaz, en mis ojos había un brillo incapaz de saber descifrar. El vestido rojo vino de satén se ceñía perfectamente a mi cuerpo dejando mucho a la imaginación y, el cuello cortado en V con encaje a su alrededor mostraba un escote pronunciado, pero decente. No tenía mangas y me gustaba, aunque la parte de mi espalda era abierta y dejaba en vista mis lunares. Aún así no protesté, amaba muchísimo este vestido. Abril se hizo cargo del maquillaje y peinado, me rogó dejarla que lo hiciera aunque no fuera para tanto, ¿verdad?

Sólo comeríamos en plan amigos. O eso quería creer yo, sin embargo, al pensarlo me dolía el pecho y el corazón. Me dolía tan sólo pensar que era una cena en plan amigos para después ir a las sombras de su casa y follar cómo conejos necesitados.

—Listo—anuncia mi amiga dejándome el espejo libre para mirarme—. Perfecta, sencilla y sensual. Tres en uno, soy genial. ¿A que si?

¡Estaba deslumbrante! Abbs tenía razón, a Conner de seguro se le caería la baba. Mis párpados con sombra dorada y toques marrones oscuros resaltaban mis ojos azules cielo. Además, el eyeliner daba una combinación extravagante. Mis labios rojo escarlata eran perfectos y se veían más carnosos que de costumbre, ya que eran algo finos.

Miré a mi amiga feliz por su trabajo y la abracé agradeciéndole.

—¡Claro que eres genial! Te mereces el mejor premio del mundo, Abbs.

—¿Pero adónde vas así tan guapa? —pregunta una voz femenina a mis espaldas.

Mi hermana sostiene a la gran loba blanca llamada Star por una correa de pasear.

—Saldré a una cita—digo lentamente y sus ojos parecen salir de sus órbitas.

—¡Es increíble! —exclama dándome un beso en mi mejilla—. Que la pases bien, hermanita.

Va a su cuarto encerrándose con Star. Miro la hora en el reloj de oro en mi muñeca, fijándome que faltan cinco para las nueve y me encuentro un poco nerviosa. Me siento en un sillón tanteando mis dedos en la pierna cruzada, para intentar calmarme. Deseaba que todo saliera muy bien en la cita.

Abril empezó a calmar mis nervios mostrándome vídeos de repostería por YouTube y uno que otros logró calmarme. El timbre del apartamento sonó y juro que mi corazón paró; me volví a poner nerviosa que quise comerme las uñas, pero no quería dar una mala impresión. Le di una mirada de urgencia a Abbs y apretó mi mano instándome a abrir.

Secretaria del sexo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora