Capítulo 11

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Me levanté rápidamente al escuchar mi nombre. Entré en la oficina de la doctora Jenny y sonreí al verla.

—¿Cómo has estado? —farfulla al verme.

Nos abrazamos y después me senté en frente de ella acomodando mi bolso entre mis piernas.

—La verdad no sé ni cómo estoy—comento riendo entre dientes—. ¿Y tú? ¿Cómo está el campeón de Matt?

Jenny sonríe aún más al escuchar el nombre de su hijo.

—Matt está perfectamente, no han habido más recaídas—exclama orgullosa y feliz—. ¿Es por algún hombre que te encuentras así?

Frunzo el ceño.

—¿Cómo me encuentro?

—No sé cómo decirlo. Te ves radiante pero al mismo tiempo triste, ¿qué sucede?

Suspiro mientras me echo atrás en la silla giratoria.

—Es algo complicado—hago una mueca—. ¿Podemos iniciar? Tengo que abrir la pastelería hoy temprano.

—Claro—me responde y siento alivio al saber que no insistirá más en el tema—. Salgo de ti y luego voy a atender al famoso Hilerson con su prometida.

Todo me cae como un balde de agua fría. ¿Escuché bien?

—¿H–Hilerson?  ¿O'Conner Hilerson?

—Sí... ¿qué pasa? ¿Annelisse, adónde vas?

Salgo de ahí con las lágrimas picándome los ojos. Siento una gran opresión en el pecho que no me permite respirar muy bien, pero aún así, camino para poder llegar a la salida. ¿Cómo pudo haberme mentido así de esa manera tan cruel? Mientras voy caminando a paso rápido, escucho unas carcajadas fuertes y la voz me es reconocible. Me de tengo abruptamente y volteo a mi lado izquierdo, y ahí lo observo. Veo de él a la salida, y la verdad, aún me falta mucho caminar a la salida.

Conner está  junto a Kendall tomados de la mano, parados en la recepción. Me estoy dando cuenta apenas que Kendall tiene un amigo de compromiso en su dedo anular y el corazón se me rompe completamente. Cómo una mala jugada del destino, Conner voltea... y lo primero que ve es a mí. Automáticamente suelta la mano de Kendall, pero, ya es tarde lo he visto todo y confirmado. Aún así, me observa desconcertado y no hace lo posible por venir a dónde estoy yo y decirme que todo es una mentira... no lo hace.

No escucho mi nombre salir de sus labios. Sino que escucho:

—Kendall, cariño, ¿vamos a comer algo?

El corazón se me rompe aún más y caigo en cuenta que estoy más que enamorada de él. Estoy pérdida por él. Me doy la vuelta y comienzo a caminar lo más rápido que me permiten mis botas de tacón aguja. Al ver la salida abro rápidamente las puertas y salgo afuera. El aire caliente pega contra mi rostro resecando las lágrimas que hay en mi rostro. Algunas personas me observan raro y extraño, pero es lo menos que me importa ahora.

Saco las llaves del auto, y me subo en el. Me rompo completamente dentro de mi auto sacando lo último de mí. ¿Cómo ha podido hacerme aquello? ¿Cómo es que he caído completamente por un idiota como él? ¿Por qué soy tan idiota? Golpeo seguidamente el volante con total rabia. Yo que me dejé llevar completamente por él, ¿y me paga de la peor manera posible? El vacío se acumula en mi pecho, haciéndome sentir más rota de lo que ya estoy. Enciendo el auto, mientras conduzco a la compañía de Hilerson, voy a presentar mi denuncia, lo último que quiero es verle la cara de... imbécil, patán y cabrón.

Estaciono delante del edificio. Personas salen y entran. Y yo me debato en si entrar o no. Resignada, salgo de mi automóvil. Saludo con un asentimiento de cabeza a los guardias y entro completamente al edificio yendo al elevador. Por suerte, estaba abierto y sólo. Entró rápidamente y marco el piso correspondiente. Me veo en el reflejo del elevador y me doy cuenta que estoy hecha un horror, tengo el rímel corrido y el maquillaje hecho un desastre. Por suerte, mi cabello, es lo único decente. Las puertas se abren, y a la primera persona que observo es a Hannah mirándome con total preocupación.

Secretaria del sexo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora