Capítulo 25

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—¿Qué te parece Luca?—pregunté de pronto. Conner volteó a verme.

—¿Jonas?—dijo él.

—Luca—refuté.

—Jonas.

—Luca y Jonas—arremetió.

—¡Conner!

—No me gusta Luca.

—No me gusta Jonas—digo, dándole vuelta a mis ojos.

—¿Efrain?

—¿Qué? ¡No!—exclamé de inmediato.

—¿Qué te parece Axiel?

—Definitivamente no sirves para ésto.

—¡Oye! Al menos tengo que decir cuáles me gustan, no tienes que decidir sólo tú, serán dos, no uno.

—Yo los voy a parir—lo miré fulminándolo.

—Ese es un buen punto, pero...

—¡Pero nada! Yo voy a sentir dolor, no tú, así que te callas.

Hace un puchero.

—Me gusta mucho Jonas—lloriquea.

—Podemos hacer una excepción—le digo—, Luca Aleixandre Jonas.

—Lo mataste—farfulla y le doy un codazo—, no, es que, en serio, lo mataste.

Ruedo los ojos.

—Deja de bromear—pido.

—Bueno, mira, también me gusta Adrián—es la primera vez que escucho a Conner decir un nombre tan lindo.

—¡Ya sé! Jonas Adrián.

Frunce el ceño.

—Jonas Jael.

—¿Jael?

—Sí, Jael—entre cerró sus ojos.

—Es bueno, me gusta.

—¿Y si es niña?

—Bianca y la llamamos Bea.

—Bea Rachel.

—No, literalmente es muy malo—me reí.

—Lo es—se carcajeó igual.

Conner se levanta de la cama completamente desnudo. Se acerca a una silla y de ella recoge su pantalón y se lo pone, luego se pone su camisa. Se da la vuelta y me sonríe de lado, eso hace que mi corazón esté muy feliz. Mi celular vibra en su lugar y extiendo mi mano para tomarlo, la pantalla dicta el nombre de mi madre, así que lo cojo feliz.

—¿Má?

Hola mi niña, ¿cómo estás?

—Todo está muy bien mamá, ¿y tú? —observo a Conner que parece querer decir algo y lo callo.

—Bueno, ya sabes, lo rutinario, ¿cómo te encuentras? —murmura y sé a lo que se refiere.

Mi mano cae en mi vientre y lo masajeo con ternura, omito decirle a mi madre lo que sucedió ayer.

—Estoy perfectamente. Las ganas de comer dulces aumenta aún más.

—Dios, sí—farfulla Conner bajito pero se ha escuchado. Creo.

Abro los ojos advirtiéndole a Conner que no debió de hablar y su rostro se convierte en uno burlón. Es que lo mato.

—¿Ese ha sido un hombre? —inquiere mi mamá.

—¿Eh? ¿De qué hablas mamá?

—Annelisse—me llama Conner más alto y quiero estrangularlo—, pásame el teléfono.

—No—niego—. Conner déjame sola por Dios.

¿Hija? ¿Quién es? ¿Con quién estás?

Inhalo aire profundamente.

—Estoy con mi pareja, mamá—suelto la bomba.

¡Con tu qué!

—Mi pareja. El padre de los niños.

Me tienes que contar todo, no me digas que te has creído el teatro del...

—Mamá—la llamé—, no hay nada que contar. Todo está bien, me tengo que ir, te dejo. Besos para ti y papá.

Cuelgo la llamada antes de que diga algo más. Conner se acuesta a mi lado mientras acaricia mi rostro, yo me dejo llevar por su tacto cariñoso mientras pienso en lo de hace minutos. Yo quería hablar personalmente con mi mamá sobre Conner y que me voy a casar.

—Lo sé—habla Conner y me asusto.

«Maldita sea yo y pensar en voz alta»

—¿Entonces?

—No sé, perdón.

Ruedo los ojos.

—Hoy saldré con las chicas al restaurante de la esquina,  a eso de las cinco—le informo mientras paso mis dedos por su cabello—, ¿qué harás hoy?

—Tengo que ir a mi oficina a verificar algunos papeles, vendré temprano para ver películas contigo, ¿quieres?

—Sí—beso sus labios.

El timbre suena y nos levantamos. Me acomodo la bata de seda y cojo mi cabello en una coleta, mientras Conner atiende a la persona que tocó el timbre yo voy a la cocina por un poco de agua fría y arroz con leche, mientras llevo la cucharilla a mi boca puedo escuchar perfectamente la voz de la persona que tocó el timbre.

—Debes irte—arremete Conner mientras la observa asqueado.

—Este es mi lugar, aquí debería estar yo—espeta Kendall y me dan ganas de volarle la cara de un puñetazo.

Me asomo un poco más para tener una mejor visión y su vestimenta es igual a la de una prostituta. Con su cabello rojo teñido ahora, el exceso de maquillaje, las tetas plásticas, el culo plástico y el vestido de segunda piel le queda de un asco, ya entiendo lo asqueado que está Conner con sólo verla.

—¿Qué hace ella aquí? —me señala y su rostro se vuelve rojo.

—Vive conmigo, es mi prometida—contesta cruzándose de brazos—. Lárgate en serio sí no quieres que llame a seguridad, no quiero volverte a ver Kendall.

Sus ojos se llenan de lágrimas, tal vez si quiera a Conner pero rogar amor dónde no hay... ¿Con qué sentido hacerlo? Es patético.

—Bien—se da media vuelta y entra al elevador.

Después que se marcha Conner y yo nos miramos. Su rostro denota irritación.

—Es un grano en el culo, lo sé—él ríe y me acerca a su cuerpo.

—Te veré más tarde—besa mi nariz y se da vuelta para irse—. Me avisas cuando salgas.

Asiento.

—————

El timbre suena y me levanto feliz para recibir a mi hermana y mejor amiga, sin embargo ellas no son las que están en el elevador. Es Will.

—¿Qué haces tú aquí?

Secretaria del sexo©Where stories live. Discover now